Haber expresado García Márquez, que trató de dejar en cada palabra escrita el testimonio de victoria contra los “sordos poderes de la muerte”, era digno de su discurso ante la academia sueca como para agradecer el Nobel de Literatura. Y, para demostrar él que la independencia de España no haría salir de la demencia a la América Latina, citaría el caso, entre otros, de un déspota salvadoreño que alentó matar treinta mil campesinos en una como orgía de crueldad propia de esa demencia.
Pero quizás, por una obligada gentileza para con su propio país que seguro ama no obstante, hubo de omitir referirse a su demencia, donde las masacres son –y han sido- una especialidad lóbrega y continuada (o algo más) típica de su “democracia”, no dejando de reconocer, en cambio, con un eufemismo explicable, que por ello mismo, y tal vez, era él un colombiano “errante y nostálgico”.
Pero es que leía en estos días, que el gobierno de Uribito había cesado en su convenio con la ONU -en materia de drogas- por el simple hecho de que el organismo internacional había dicho que, el cultivo ilegal de la hoja de coca, habíase incrementado en su territorio en 27% entre 2006 y 2007, para pasar, de 78.000 hectáreas, a la bicoca de 99.000. Que le gustaba más, entonces, el informe de su cómplice, Estados Unidos, porque daba por su parte un decrecimiento considerable de ese mismo hectareaje. ¿No resulta esto propio de Cien Años de soledad?
Pero es que además, el diario más prestigioso de allá, sacaría en estos días una noticia con foto y todo que no deja también de ser propia de Macondo. Y es que, a un alcalde se le ocurriría la idea, de donarle a una escuela rural una “flota” de quince burros y burras bien enjalmados y enjalmadas, para ser usados y usadas como transporte escolar (dentro de los que había un burro yegüero, por cierto, para más exquisitez) para evitar así la deserción escolar. La intención periodística –evidente- de la noticia, era destacar lo benefactora que desde el punto de vista social resultaba una donación tan exótica en un país que pudo haber optado mejor por un “pajero”, utilizando incluso, para ello, alguna platica del Plan Colombia. ¿Se imaginan ustedes qué pudiera decir Globovisión o RCTV Internacional, si el noticiero de VTV sacara una nueva como esta procedente de algún alcalde chavista? ¿Se imaginan, ¡ñoco!? (Ñoco significa coño al revés).
Pero es que hay más. Imagínense que, en unas jornadas dizque de reparación de víctimas, un coronel de la armada colombiana pidió perdón porque los familiares de los mártires de varias masacres dizque lo habían rogado. “Sí, les pido perdón -diría el crístico coronel- por si las masacres hayan sido cometidas por descuido o por falta de atención de las instituciones del Estado” (de bienestar, que él representa). Y este perdón –dice el mismo diario que notició sobre la “flota” de burros y burras para transporte de los escolares- que lo expresó el coronel henchido de fervor y de sentimiento, y se dijo, además, que hasta bien “preñado de buenas intenciones” pudo haber estado también…
Pero con éste perdón, así expresado, se teme que háyase establecido el precedente de que, para la próxima masacre, a Uribito sólo le bastaría con pasar al lado de los familiares de las víctimas y decirles, full del mismo fervor y sentimiento del coronel, y alzándose en algo el sombrero paisa con timidez oligárquica en la sonrisa: “Perdón por la masacre, señoras y señores. ¡Pero sepan, que los quiero!”.
Con razón el presidente Correa está desesperado con la vecindad de esa oligarquía, que no hace sino parapetearse detrás de unos meros remilgos propios nomás que de ñoños sanguinarios.
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