Tanto grave es que la Iglesia Vaticana corrupta, desafíe la legalidad del Estado Venezolano, como que nuestras instituciones se callen, en lugar de responder conjuntamente, a las agresiones.
Esta situación le abre las puertas al pueblo organizado para que tome cartas en el asunto y, demande respeto.
No responder apropiadamente a los desafíos que el Alto Clero le hace a la justicia venezolana, mueve a pensar en la debilidad de nuestras instituciones-lo cual me preocupa bastante-.
Lo de Nixon Moreno parece ser parte de una estrategia tenebrosa destinada a dividir no sólo a la institucionalidad sino, además, al pueblo venezolano. Pueblo trabajador que, no obstante, despliega con su característica sabiduría y proverbial inteligencia, la precisa respuesta.
Un jocoso camarada me recordaba esta mañana, en el kiosco de Juan, una bonita poesía que uno, de niño, recitaba cada vez que alguien soltaba una ventosidad dentro del grupo que éramos.
“Coca Cola / Luky Club / ¡¡¡ese!!! ¡¡¡peo!!! / fuiste tú / -Bis- al tiempo que señalaba con el dedo índice al presunto autor de la gracia.
Parodiando de entonces, el de la gracia-ahora-es Lückert.
Con Nixon “adentro”, ese morboso areópago de la concupiscencia que es el Alto Clero -obvio- se modifica el verdaderamente ecuménico Sacramento de Jesús, del amar a la humanidad. Ya no será “…amaos los unos a los otros…” sino, “…amaos los unos sobre los otros…” y, no les cuesta nada porque, de hecho, ese Alto Clero tiene el camino al revés, sus oraciones son vanas, ellos cumplen torcidamente los Diez Mandamientos y, siempre ha sido así, sólo que lo escondían pero con el despertar del pueblo ya no lo pueden seguir escondiendo.
Los Mandamientos 2-5-7-8 y 10 los cumplen-ciertamente- al revés; el
1 lo cumplen a media máquina, el 3 lo cumplen bebiendo buen vino, al 4 no le paran bolas; mientras que de los Mandamientos 6 y 9 es prácticamente imposible saber lo que hacen.
De tal manera que, el pueblo trabajador, al tomar en cuenta el comportamiento de los más altos representantes de esa iglesia, concluye acertadamente que esos sinvergüenzas ya dejaron de ser una referencia moral y ética.
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