El crimen de lesa humanidad que ante los ojos impotentes de los pueblos del mundo y con la complicidad, por activa o por pasiva, de la inmensa mayoría de sus gobiernos perpetra impunemente Israel contra el pueblo palestino en Gaza no se inscribe en el marco de un enfrentamiento de religiones o civilizaciones sino en el eterno escenario de la depredación y la lucha de clases.
El capitalismo, que no emprende guerras sin que estas tengan un trasfondo de dominación, expansión y control económico, ha tenido relativo éxito en el arte de enmascarar bajo razones más o menos éticas la crueldad infinita de sus genocidios. Hoy, este holocausto en Gaza, pretende ser enmascarado en la vieja disyuntiva que plantea la supuesta entrega por Dios de la tierra prometida al primogénito de Abraham. De esta más que discutible primogenitura de Isaac por sobre el natural derecho de Ismael, hijo primogénito de Abraham, se derivan unas teorías de enfrentamiento que la historia niega.
A partir del sitio y posterior destrucción por el Emperador Tito de la ciudad de Jerusalén en agosto del año 70 d.c. los judíos emprendieron lo que es conocido como la diáspora. Unos emigraron hacía el norte de África Occidental pasando a Hispania (judíos sefardíes), otros lo hicieron hacia el sur y muchos otros hacia Turquía y Grecia pasando a Europa central y oriental (judíos asquenazíes). Pero no fueron todos ellos los que emprendieron la diáspora sino que muchos otros –especialmente del pueblo raso- permanecieron en Palestina. Allí convivieron en armonía con los palestinos por casi dos mil años. Incluso cuando se desarrolló el Islam los judíos fueron apreciados, respetados y tolerada no sólo su convivencia sino el ejercicio de sus prácticas religiosas.
Es en el siglo XIX –apenas ayer en esta historia- cuando surge un movimiento "Sionista" acuñado como término por el editor austriaco de origen judío Nathan Birnbaum, fundador del movimiento estudiantil judío Kadima, en su diario Selbstemanzipation (Autoemancipación) en 1890, que se plantea la reivindicación de un Estado con territorio propio para los seguidores de la religión judía, porque entre otras cosas mal podrían estos judíos europeos identificarse con el pueblo semita ya que basta ver sus apellidos o su fenotipo para darse cuenta que nada tienen que ver con los antiguos miembros del pueblo conducido por Moisés a lo largo del desierto.
Así que este genocidio se inscribe en el marco de los crímenes infinitos perpetrados por los poderosos contra los pueblos más débiles, el saqueo de sus riquezas, su esclavización y dominio. Hoy es Palestina pero ayer fue Líbano, poco antes Iraq o Kosovo y yendo hacia atrás en la historia, Panamá, Dominicana, Grenada, la España Republicana, la Unión Soviética del año 41 o el genocidio aborigen en Nuestra América. Son los zarpazos del poder, de la ambición, de las fuerzas más oscuras de la humanidad contra la más verdadero y legítimo de la humanidad.
Los argumentos para emprender tales fechorías cambian. En nuestro continente fue la “salvación del alma de los indígenas” y hoy es la lucha contra “el terrorismo”. Los pueblos del mundo deben reconocer esta verdad implícita. El capitalismo hoy –ayer el feudalismo o el esclavismo- no se detiene ante nada para afirmar su dominio. Esto que pasa en Gaza no es más que otra guerra más del capitalismo con el único fin que lo mueve: el control de la economía.
En plena crisis capitalista un estudio minucioso de sus causas, efectos y desarrollo muestra como se está produciendo una nueva y aún más aplastante acumulación de capital. Para estos momentos el número de grandes transnacionales –especialmente del mundo de las finanzas- se ha reducido de una 650 a poco más de 450. El propio sistema se ha tragado unos doscientos competidores. De estas 450 grandes corporaciones que son las que deciden las guerras, el 85% (unas 380) son estadounidenses, pero… de esas 380 corporaciones estadounidenses al menos el 75% están dominadas por el capital judio-sionista.
De modo que ni Israel es un mero “instrumento” de los EEUU., ni Israel libra una batalla religiosa, sino que Israel es literalmente el capitalismo global y los EEUU., poco más que el asiento de un capital en su etapa superior que ni tiene religión ni tiene patria.
Hoy es Gaza pero mañana –y con justificaciones iguales o similares- emprenderán sus guerras y genocidios contra todos los pueblos que sean obstáculo al desarrollo de sus intereses hegemónicos. Hoy es Gaza y mañana perfectamente será Venezuela. Razones no les faltarán, las excusas tampoco. No faltarán los propios venezolanos que se prestarán a colaborar alborozados con la matanza de su propio pueblo. ¿Lo dudan?, vean sólo la campaña que ha emprendido Globovisión para dar resonancia y matriz de opinión a la supuesta recepción de material radiactivo por Venezuela enviado por Irán. Observen la posición de partidos políticos, ong’s, asociaciones de profesionales y medios de comunicación ante el crimen en Gaza y comprenderán que intereses criminales los mueven.
¡CONCIENCIA Y COHERENCIA RADICAL!
Nuestras primeras necesidades.
¡VENCEREMOS!