Holocausto palestino

Hablar de guerra en Palestina en estos momentos no sólo es incorrecto desde el punto de vista del significado del término, sino que constituye una amarga burla a la humanidad y una inadmisible forma de esconder la verdad de lo que es el peor de los genocidios que haya tenido lugar sobre nuestro planeta. No se trata de dos ejércitos combatiendo en igualdad de circunstancias, con fuerzas equiparables y similarmente entrenadas. No. Se está en presencia del exterminio masivo, metódico, brutal y planificado por décadas, de toda una población por parte de un estado sanguinario dirigido por las fuerzas internacionales más despiadadas existentes. Es la aniquilación de una nación lo que estamos presenciando, a través del asesinato por igual de hombres, mujeres y niños, que tuvieron la desdicha de nacer y vivir en el territorio de sus ancestros, ocupado por extraños en virtud de una decisión de las grandes potencias luego de la Segunda Guerra Mundial. Casi 6 mil víctimas lo demuestran.

Las leyes, nacionales e internacionales, el uso de la razón y el sentido común, indican que la respuesta ante una agresión tiene que guardar proporción con el tipo e intensidad del ataque recibido, por lo que, si aceptáramos que la invasión de la Franja de Gaza por Israel es el respuesta a los embates de Hamas contra posiciones militares israelitas, no puede justificarse el terrorismo israelí que ha destruido cientos de barriadas palestinas, dejando a los sobrevivientes en infames de vida: sin agua potable, sin alimentación, sin asistencia médica, sin electricidad, sin resguardo ninguno y sin poder recibir ayuda internacional continua y oportuna. Son más de tres mil heridos y por encima de un mil muertos, entre los cuales la tercera parte son niños, 44 menores de cinco años, y una proporción importante de mujeres. En contraste, varios años de acciones militares de Hamas no han llegado a producir una veintena de muertes en Israel. La actitud de Israel es la de quien responde ametrallando cobardemente una ofensa de palabra.

En 1967 hubo sí una guerra entre Israel y varios países árabes, lo que llevó a los sionistas a ocupar territorios árabes aún en su poder. El territorio, arrebatado a los palestinos y entregado a Israel en 1948, crece día a día con las invasiones realizadas por los colonos judíos de tierras palestinas vecinas, las cuales luego se incorporan al territorio israelí modificando la frontera a través de la acción del ejército en “defensa” de los colonos o mediante guerras colonizadoras. Los palestinos han perdido sus tierras, su libertad y su patria; no son dueños de sus aguas ni del aire que respiran, no transitan libremente por barrios y ciudades, tiene sus casas por cárceles. Israel actúa impunemente, parece no existir poder alguno capaz de hacerlo respetar el derecho internacional, se burla de la ONU y se excusa con el cuento de la tierra prometida, el destierro de los judíos y el holocausto. Las víctimas de ayer cumplen hoy a cabalidad su papel de victimarios. Hitler vive hoy en Israel y en el corazón de quienes hoy le apoyan.

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Luis Fuenmayor Toro

Médico-Cirujano, Ph. D., Ex-rector y Profesor Titular de la UCV, Investigador en Neuroquímica, Neurofisiología, Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología. Luchador político.

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