la de los jóvenes activos!
José Martí
Al lado de la furia, los gritos histéricos, las frases insolentes i las destrucciones ambientales i el irrespeto a las autoridades de orden público i no de represión i crimen como antes en la IV República que, son muestras de barbarie de los jóvenes estudiantes de las Universidades privadas en Caracas, se impone resaltar las inmensas concentraciones de estudiantes revolucionarios, cuyas marchas son como pregonan: ¡Somos la alegría, somos mayoría! I son llenas de risas, de banderas, de música i canciones, sin ofender a la ciudad ni a nadie. Mientras parece que la oposición no se percata (hai diferencia entre percibir i percatar que muchos ignoran) de lo ridículas por el número de participantes, i lo pobre por falta de ideas i proyectos, que tienen esa pequeñas bandas disociadoras, de muchachos que no saben ni explicar por qué protesta realmente, a no ser por los planes inculcados o planteados por sus rectores -algunos sacerdotes mafiosos como el rector Ugalde- para protestar por una enmienda que sus dueños del norte, están restableciendo ahora, anulando la enmienda 22 de su Constitución de 7 artículos i un bojote de enmiendas que ya llegan casi a treinta. De paso, hechas prácticamente en secreto en el Congreso, sin jamás haber consultado al pueblo. Entonces, toda esa furia irracional, comprada indirectamente porque quienes reciben los dólares de las ONG como Súmate i muchas otras, son los jefes de la conspiración, la emprenden con insultos, calumnias, mentiras vulgares, i cuanto artefacto siniestros de comunicación perversa se les ocurra, contra el presidente Hugo Chávez Frías, por primera vez un auténtico presidente en la era republicana, con más preparación en filosofía política, cultura histórica, conocimiento de nuestra Independencia i sus héroes -fundamentalmente Bolívar- capacidad de trabajo i motivaciones sociales, literarias, artísticas, deportivas i obviamente, militares, que todos los figurones vende patrias de los presidentes que le precedieron. Siempre he estado tentado en desafiar a un gaznápiro como Petkoff, Ramos Allup, Borges i muchos otros conspiradores i traidores (aunque no me lo admita llamarlos así, mi detractor semianalfabeto cultural) para que me muestren su hoja de estudios, sus bibliotecas i los libros…¡leídos! Seguro que saldría alarmado del empobrecimiento cultural, lo mismos que con los obispos, arzobispos i Cardenales, porque ellos pasan la vida estudiando una ciencia, la Teología, que no tiene objeto de estudio conocido: Dios. Por eso tienen el cerebro tan medieval i semivacío de la cultura de la época, pura paja evangélica que no son documentos históricos; pero con la excepción de los que sí son intelectuales como Morantes, Rojas, Zapata, Vidal Atencio i otros muchos marginados por rebeldes que si estudian la realidad de su tiempo, predican verdaderamente a Cristo i están con los pobres o desamparados.
Sin embargo me voi a referir a los insultos al presidente, a la violación i ofensa imperdonable a los símbolos de la patria i las acusaciones más falsas e infames. El Código Penal, al cual se le han propuesto o hecho modificaciones (sin ser abogado he manejado el de 1960 i ahora el promulgado el 20 de octubre de 2000, Gaceta Oficial Nº 5.494, lamentablemente firmado por Luis Miquilena i asentado el cúmplase por el Presidente Hugo Chávez Frías, dice textualmente en el Art. 148: “El que ofendiere de palabra o por escrito, o de cualquier otra manera irrespetare al Presidente de la República, o a quien estuviese haciendo sus veces, será castigado con prisión de seis a treinta meses, si la ofensa fuese grave y con la mitad de esta pena, si fuere leve.
La pena se aumentará en una tercera parte, si la ofensa se hubiere hecho públicamente.
Si la ofensa fuere contra el Presidente de la Asamblea Nacional o el Presidente del Tribunal Supremo de Justicia, la pena será de cuatro meses a dos años cuando la ofensa fuere grave y la mitad de la pena, cuando fuere leve”. A este Código Penal, el 6 de marzo de 2001, el abogado Rafael Chavero Gazdik i otros, interpusieron ante la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, una acción de nulidad de muchos artículos del código, entre ellos este Art. 148 (de una serie desde el 141, hasta unos 14 ó 15 artículos más). Entonces, mediante acto del 14 de marzo de 2001 el Tribunal Supremo, acorde al artículo 116 existente desde la Corte Suprema de Justicia, notificó al Presidente de la Asamblea Nacional, al Fiscal General de la República, al Procurador, así como a los interesados, de esta solicitud i concluyó negando ese pedido de nulidad. De modo que el artículo 148 está vigente.
Empero, jamás en este gobierno nadie ha sido sancionado con la aplicación de este artículo i sería digno de que se cumpliera la lei, con el caso de las ofensas hechas públicamente por el ex constituyente Pablo Medina, quien desde los tiempos de la Constituyente, lo que deseaba de principio era ser nombrado en la presidencia de la CTV, aunque se hubiese caído a mordiscos con otros constituyente que andaba en lo mismo, como era Froilan Barrios, otra decepción de los hombres que creímos revolucionarios de izquierda, pero fueron a la Constituyente pensando como antiguos hombres de partido, que se trataba solamente de “un cambio de gobierno” e iban diligentes a procurarse un cargo. Pablo Medina, una decepción tan grande como la de Miquilena, merece esta pena, aumentada en una tercera parte. De igual modo, muchísimos otros, especialmente “periodistas” disociados.
Ahora veamos esta otra atrocidad que creo merecería prisión o quizá pena de muerte, en algunos de los Estados del Imperio del Norte. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela expresa en el Título I de los Principios fundamentales, en el Art. 8 que, “La bandera nacional con los colores amarillo azul y rojo; el Himno Nacional Gloria al bravo pueblo y el Escudo de armas de la república, son los símbolos de la patria. La ley regulará sus características, significados y usos”. Así, la Ley de Banderas en su Capítulo I, artículo primero, al exponer que son los símbolos de la patria, agrega: “deben ser venerados por todos los venezolanos y respetados por los ciudadanos de los demás países” i más adelante señala el Día Nacional de la Bandera. Pues bien, en una protesta pacífica en Valencia, estudiantes i ciudadanos llevaron frente a una institución, una urna llena de sangre que derramaron en el suelo i allí metieron estirada la bandera nacional, como un trapo sucio sin valor alguno. ¿Esto es admisible? El gobierno debería tomar el video que recogió este acto indecente, monstruoso i vil como pocos, identificar al mayor número de personas posibles, buscarlas i sancionarlas con prisión porque no merecen otra cosa. Son bestias apocalípticas; son personas despreciables sin ninguna moralidad ni ética, e indignos de tener el gentilicio de venezolanos. I ese irrespeto vergonzoso lo han hecho igualmente con el Himno, con el Escudo i con la efigie del Libertador Simón Bolívar, desde que Carmona El Breve, dio el ejemplo en Miraflores. ¿Eso se aprende acaso, en las Universidades privadas?
En otra oportunidad me referiré al fascismo i a otra doctrinas o posiciones políticas, porque el desconocimiento de muchos ismos, es evidente i eso es ignorancia o analfabetismo cultural.
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