Este lunes amaneció con una noticia que tuvo trascendencia en los distintos medios nacionales, tanto los independientes como los que están de alguna forma vinculados a la ¡y que oposición! o al gobierno. La “fuga” o desaparición de la sede de la Nunciatura Apostólica de Nixon Moreno, sujeto sobre quien pende un auto de detención u orden de captura. Las reacciones en dichos medios fueron variables, desde la manifiesta alegría en los grupos opositores, donde todos mostraban una enorme sonrisa que les llenaba toda la cara, hasta la extrema arrechera de quienes esperaban que el individuo fuera juzgado conforme a lo establecido por la ley y no se explicaban cómo era posible que hubiera ocurrido una fuga semejante, sobre todo teniendo en cuenta las experiencias de fugas anteriores de individuos de similar calaña a la del “evadido”, pasando por la indiferencia de otros que ni les iba ni les venía.
Hay algunos detalles que llaman la atención en esta extraña “fuga”, tales como que el presunto delincuente hubiera podido burlar con tanta facilidad a quienes estaban a cargo (es de suponer) de la vigilancia del exterior de la Nunciatura, salvo que el presunto “evadido” no lo sea tal sino que haya salido con la complicidad de las autoridades de la Sede, lo cual parece lo más probable. Llama igualmente la atención que si la fuga se produjo anoche (o cualquier otra noche), ningún residente de la embajada lo haya notado, así como que tampoco hayan permitido que las autoridades correspondientes tengan acceso a la edificación para verificar la novela que cuentan, como no sea que teman que las autoridades encuentren algo sospechoso y que conste que no estamos sugiriendo que ellos mismos pudieron haberle dado “matarile” al violador y tenerlo “sembrado” allí en sus jardines ante la imposibilidad de sacudírselo de otra forma. De estos zamuros se puede esperar cualquier cosa.
Pero dejando de lado cualquier mal pensamiento y admitiendo como buena la explicación de esos señores ¡y que diplomáticos!, ya el tal Winston, si aún se encuentra en Venezuela, puede tener mucho cuidado con lo que pueda pasarle, porque sus supuestos aliados, sabiendo que está buscado por el gobierno para juzgarlo por los delitos cometidos, no les importa en absoluto “echárselo al pico”, tirar su cadáver por ahí en un sitio fácil de hallar y luego armar un escándalo acusando al gobierno de haberlo matado.
Si el violador no es tan bruto como parece indicarlo su expediente universitario y su rostro patibulario, ya se habrá hecho estas mismas reflexiones y debe estar tratando de hacer todo cuanto le sea posible para salir del país por sus propios pies. Yo, por mi parte, no deseo que tenga esa suerte y espero que la justicia lo alcance dondequiera que se encuentre.
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