La referencia hecha por el presidente Chávez en Copenhagen encaja perfectamente en la necesaria batalla por salvar a la especie humana, tal iniciativa y el estudio sobre el tema pone al desnudo los terribles desequilibrios generados por el modelo capitalista, no en balde, construir el modelo socialista pasa a ser ya no solo un deseo sino una necesidad para salvar incluso a los capitalistas, no como sistema y modelo sino como seres humanos. Poco o nada sabemos de un enemigo silencioso que avanza por los estertores de mentes enfermas, de espíritus contaminados por el capitalismo que se reflejan en los graves problemas ambientales generados en todas partes del mundo. El capitalismo invirtió totalmente los valores, cambió las reglas, sustrajo lo mejor del ser humano para convertirlo en mera mercancía, con valor de cambio y sin alma y eso nos encaminó a una carrera demoniaca por un falso desarrollo que oculta la perversiad capitalista siempre, la ganancia y acumulación de riqueza en pocas manos cuando paralelamente el hambre y la pobreza se incrementan en el mundo.
Hoy cuando se celebra en Copenhagen la cumbre sobre el cambio climático y ante la hipocrecía de los capitalistas del mundo, las expresiones de Chávez recogen el anhelo de todos los pueblos del planeta, al menos de los conscientes del mundo sobre los peligros que se ciernen sobre la humanidad. Sin embargo, es lamentable la poca o nula conciencia en muchos, eso también hay que resaltarlo en un sentido crítico-constructivo, alienados por el sistema capitalista y su superestructura imperial mediática, antidemocrática y dictactorial, como ya sabemos, la cual, de manera irresponsable, atenta contra cualquier iniciativa que represente límites a la voracidad capitalista. “Cambiemos el sistema y así salvaremos el planeta”, es la frase de Chávez ¿Cuánto representa esa frase, cuantas cosas se encierran en tan pocas palabras? Los pueblos del mundo asumen un reto y primordialmente los pueblos que como el nuestro intentan dar el salto cualitativo y asumen la vanguardia en la batalla contra todos los demonios del universo, contra el sistema capitalista.
Decimos que existe mucha hipocrecía en estas cumbres, es una paradoja intentar salvar el planeta del cambio climático y seguir bajo el modelo capitalista, esa es una contradicción porque el modelo capitalista lleva en sus propias entrañas el germen de la destrucción de la sociedad. La emisión de gases, el consumo de energía sin control alguno, las millonarias campañas publicitarias para incitar al consumo desmedido continúan; es paradójico imaginarse que la General Motors siembre conciencia para disminuir el uso de vehículos, por ejemplo, o la exxon, o cualquier otra empresa capitalista que lleve a cabo campañas para llamar a la conciencia de los usuarios en el uso racional de la energía.
Los problemas de cambio climático se generan motivados por la aplicación de un modelo voraz como el capitalista; los países hoy discuten mecanismos para combatir el vertiginoso deterioro del ambiente, pero no muestran para nada las verdaderas causas de los problemas, es decir, el auspicio de un modelo desarrollista por parte de los llamados paises desarrollados, los cuales, por cierto, le imponen su modelo a los países más pobres que están subyugados al imperio, eso es precisamente lo que denuncia Chávez y mete el dedo en la llaga con sus posiciones revolucionarias. Los países desarrollados han basado sus economías con las materias primas baratas del llamado tercer mundo, su modelo económico expansionista requiere de incrementar el consumo tanto en sus países como en el mundo entero, para ello recurren a mecanismos de dominación que implanta modelos desarrollistas en donde el consumo e intercambio comercial se fundamenta en conceptos meramente mercantilistas obviando la naturaleza propia del ser humano. Hablar de cambio climático y otras taras que conspiran contra la vida en el planeta y no cuestionar el modelo capitalista es algo así como una pérdida de tiempo.
El sistema capitalista mientras tanto distrae la atención en supuestas confrontaciones, pero no va a la raíz del problema, se queda por las ramas; a excepción de Chávez que llama las cosa por su nombre, los países llamados del primer mundo se limitan a estudiar mercatilistamente el asunto y apenas alcanzan a mitigar parte del problema, pero las causas reales que se refieren al predominio de un modelo que conspira contra cualquier iniciativa seria en materia de control ambiental ellos lo soslayan.
Un país en revolución como el nuestro no puede estar al margen de un tema con tantas repercuciones como es el caso del cambio climático y los desequilibrios que en el mundo y en nuestros países se producen. No hacerlo y no incluir en la agenda de los procesos revolucionarios algo como esto es más que una negligencia una irresponsabilidad.
Por lo pronto la voz firme del líder de la revolución bolivariana retumba en el mundo, se hace eco en el planeta que asiste a estas cumbres quizas sin la debida conciencia de un tema que tiene relación directa con la lucha que estamos obligados a librar sin demora y por otra parte atados a los interees capitalistas defendidos por la mayoría de mandatarios. Hoy, cuando el imperio arremete contra la salida humanista del cambio de modelo, la cumbre de Copenhagen coloca en escena elementos mucho más profundos que una burocrática declaración y aunque no es sencillo lograr un equilibrio en la escena mundial para ir más allá de las decisiones de los países capitalistas, la voz radical de Chávez puede significar el comienzo de una escalada en donde las agendas de próximas cumbres se deslastren de la trampa perversa de esconder las verdaderas causas del problema para limitarse a declaraciones y visiones tecnicistas del asunto lo cual hace que no se toque lo medular, es decir, el sistema capitalista, causante de terribles desequilibrios que inciden en el impacto negativo del medio ambiente.
El imperio capitalista no mide lo que ellos llaman “daños colaterales”. Poco les importa bombardear pueblos y agredir a gente inocente, asimismo hacen con el medio ambiente, a ellos poco le importa el equilibrio ambiental siempre y cuando obtengan beneficios económicos; so pretexto del desarrollo se destruyen zonas verdes y se construyenn montañas de concreto para satisfacer la vorágine consumista que inspira el capitalismo. Muchas veces se pretende hacer creer que la construcción de estas moles de concreto traera bienestar a las zonas donde se construyen, sin embargo, la construcción anárquica de los mismos solo termina generando problemas de todo tipo; escacez de agua, fallas eléctricas, vialidad insuficiente, etcétera, sin embargo, esto es catalogado de desarrollo cuando en realidad no es más que una gran mentira, los grandes beneficiados son un puñado de capitalistas que incrementan su riqueza a costa de la mente alienada de muchos que consideran desarrollo la construcción de grandes centros comerciales en donde los pobres van a trabajar y a observar cuando mucho, nunca, o muy pocas veces a adquirir las cosas que se exhiben allí.
La raíz de esa visión torcida está en el modelo consumista inpulsado por el capitalismo, esa es una enfermedad de la humanidad; la instigación a la humanidad para que consuma, no lo que necesita como ser humano, sino lo que el capitalismo necesita vender para acumular riqueza y capital en pocas manos y eso tiene que ver con el tipo de propiedad no social u antisocial que promueve el capitalismo. Volviendo al tema del modo de desarrollo capitalista, encontramos en el espíritu de este modelo la principal causa de la existencia de las cosas que originan fundamentalmente el calentamiento global. Paradójicamente en el capitalismo la ciencia y la tecnología en vez de estar al servicio de la humanidad pasa a estar al servicio de unos cuantos ricachones que explotan a los pueblos y extraen los recursos naturales para acumular riqueza individual y no social. En conclusión podemos decir que de todos los exponentes de Copenhagen, el más claro es Chávez, el más contundente y acertado es el líder bolivariano porque está llamando las cosas por su nombre. Del otro lado, del lado de los países capitalistas, de los grandes como EEUU y China, causantes de los mayores índices de contaminación, aunque tratan el problema, es decir, hablan del mal, pero no aceptan que es el modelo capitalista el principal responsable de los terribles desequilibrios ambientales en el globo terráqueo.
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