Los resultados del 26S se muestran más claro que el agua. Aunque los caballeros de cuello rojo argumenten, con dolor de barriga y de cabeza, que las elecciones eran circuitales y no “nacionales”, sigue predominando una risible diferencia entre las tendencias políticas, que hoy en día, disputan la dirección del país.
De lado y lado se tiran argumentos estadísticos. Uno de los sectores, el mismo que representa abiertamente los intereses del capital, se atribuyen los votos que no jaló el PSUV en alianza con el PCV. El otro sector, aquel que representa, de forma mimetizada, los intereses burocráticos, sigue apelando al “circuitismo” electoral, haciendo diéresis de aquel criticable argumento. Más allá de la diatriba existente de acuerdo a los resultados, lo que no niega ninguno de los dos es que la diferencia es realmente ínfima y el escenario político, luego de las elecciones, abre nuevas perspectivas.
El resultado electoral muestra una recaída en el apoyo del pueblo revolucionario hacia la dirección burocrática que, aunque desgastada ya, se lanza discursos que intentan galvanizar lo que ya se viene perdiendo: el entusiasmo del pueblo revolucionario de seguir votando y votando, sin tener en cuenta su labor histórica y revolucionaria. Sin lugar a dudas se viene un escenario de mayor confrontación política, entre la burocracia que intenta dirigir este proceso manteniendo sus prebendas y privilegios y el pueblo revolucionario, avanzando y organizándose, para tumbar a estos sectores reformistas y burocratizados, en aras de profundizar la transición al socialismo de mano de los trabajadores y el pueblo.
Luego de los resultados han entrado a la oscuridad un centenar de artículos, publicaciones, escritos y granos de maíces, que reflejan una pugna de sectores burocráticos a lo interno del Estado y del gobierno. Fundamentalmente lo que se esboza de semejantes observaciones es que la culpa es de la “ideología pequeño-burguesa” que domina el proceso y de la ausencia de conciencia a lo interno del pueblo venezolano. Para estos empresarios del análisis, esa ideología mezcla o hace un vulgar sincretismo del capitalismo con el socialismo. Evidentemente, la burocracia criolla sólo funciona para eso, pero eso sí, con un discurso bien radical y “antiimperialista”. Sobre el otro aspecto, el referente a la conciencia del pueblo, se hace necesario denostar esta ramplonería identitaria del pensamiento burocrático. El pueblo no deseó votar masivamente por la burocracia, pero eso no significa, de ninguna manera, que el pueblo revolucionario no esté comprometido con la transición al socialismo. Por este motivo, el emplazamiento a los candidatos del PSUV que salieron electos, se hace más importante que nunca. Es necesario presionar a la nueva AN para que promulgue leyes de transición que le den un golpe certero y directo al capital y a toda su institucionalidad burguesa. En tal sentido, el significado de esta autoderrota de la burocracia abre nuevas perspectivas dentro del proceso revolucionario. Y esas perspectivas muestran escenarios para organizarnos mejor y tener una mayor incidencia sobre las decisiones del gobierno, y de esta forma, consolidar el poder popular apuntalando hacia la construcción de propuestas cada vez más radicales, que rompan con la burocracia contrarrevolucionaria.
*Militante del PSUV integrante de Marea Socialista