Yo, Juan Carlos Villegas Febres, titular de la cédula de identidad Nº 8.314.778, doctor en Ciencias, con categoría de Asociado, profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Los Andes, investigador en los programas del PPI y PEI, con proyectos de trabajo comunitario, con estudiantes de pre y postgrado, representante profesoral al Consejo Universitario, miembro de la Fuerza Bolivariana Universitaria (FBU-ULA), miembro fundador de los colectivos revolucionarios Universidad Socialista del Pueblo (Univer-so) y Universo-Medios, quiero expresar mi posición pública, personal, meditada, ante la nueva Ley de Educación Universitaria.
En primer lugar, independientemente de lo que pueda expresar en este documento, seguiré siendo fiel y leal a la causa revolucionaria encabezada por el presidente Hugo Chávez, asumiendo la responsabilidad ética y política que me corresponde; cuando en su momento, por ejemplo, públicamente solicité la destitución del ministro de Educación Universitaria, Edgardo Ramírez, y del Rector de la Unefa, Wilmer
Barrientos, por su evidentísima incapacidad profesional y política de dirigir estas vitales instituciones del Estado venezolano.
La rancia derecha en las instituciones de educación superior (especialmente en las llamadas universidades autónomas) ha sido un
profundo freno en la transformación que el país necesita con urgencia. Sin embargo, no hay que confundir las cúpulas podridas de los eternos vividores de la teta del Estado, con la mayoría del pueblo universitario; los cuales, mayormente, hacen adecuadamente su trabajo, dentro de la mentalidad paternalista y rentística que prevalece en toda la administración pública. Esa, por ejemplo, ha sido una severa crítica que le hecho al ministro Ramírez, cuando de manera irracional e irreflexiva cargó contra las universidades autónomas como un todo, destruyendo las pocas posibilidades de maniobra que sectores revolucionarios y progresistas hemos mantenido en esas casas de estudio, donde señorea la derecha.
Las armas que el gobierno del Comandante Chávez debe imperativamente utilizar para hacer frente al latifundio en el Sur del Lago de Maracaibo, al sicariato, al régimen de semiesclavitud del campesinado y la miseria, resultan ser inefectivas y contraproducentes cuando se trata de las universidades. Porque el problema no son las elites que las gobiernan, mayormente sin talento y sin trayectoria académicas; si no el profesorado conservador (con nexos e influencia sobre muchos egresados que actualmente se encuentran en puestos claves de la administración del Estado, con sólidos conocimientos en la forma en que se desenvuelven los procesos socioeconómicos, y control sobre la ciencia y la tecnología) y una masa estudiantil mayormente embrutecida por la alienación de los medios de comunicación, y fortalecida por fallas garrafales del gobierno en su política comunicacional. No hay que subestimar estos dos sectores:
uno por sus relaciones de muchos años e influencias en todos los niveles de la sociedad, y los otros por su juventud y facilidad de explotación de una imagen de nobleza y desinterés (no hay que olvidar las lecciones del gurú Gene Sharp con el movimiento serbio OTPOR!, y su versión vernácula de las “Manitos Blancas”).
Ahora bien, esta nueva Ley de Educación Universitaria, necesaria e imprescindible para sustituir aquella de 1970, apenas la conocimos
nosotros los chavistas !ayer! ¿Por qué de estos errores? ¿Quién o quienes la redactaron? ¿Sabe el Presidente que la forma como está escrita, la generación del conocimiento (investigación) se desdibuja peligrosamente a favor de la transmisión del conocimiento (docencia), corriéndose el riesgo, muy cierto, de convertir estas instituciones en meros “liceos grandes”? El desarrollo científico y tecnológico y su dependencia de los centros mundiales de poder, es un asunto real, objetivo y verificable ¿Se puede, más allá de la retórica antiimperialista de algunos personeros que la defienden tanto que uno verdaderamente duda de su sinceridad, cuando, por ejemplo, el Artículo 46 dice: Trascender el paradigma de la investigación científica positivista, hacia la comprensión dialéctica de la relación sujeto-objeto, asumiendo el papel decisivo que tiene la teoría-ideología de las y los investigadores en los procesos de creación del conocimiento; incorpora el concepto de totalidad, rompiendo las fronteras epistémicas, incluyendo la utilización de métodos y técnicas diversas, abriendo espacios a la complejidad e incertidumbre que exigen los enfoques inter y transdisciplinarios?
Mi dura crítica es que quienes redactaron este artículo parecieran vivir aún en el siglo XIX, y creer que con este lenguaje oscuro, hermético, con falsos visos de erudición, están descubriendo la “incertidumbre”, la “complejidad” y el “positivismo” !!Coño, todas esas cosas han sido harto superadas por el método científico (que debe ser, por supuesto, dialéctico)!!: la Dualidad Onda-Partícula (De Broglie), el Principio de Incertidumbre (Heisenberg), el Teorema de Incompletitud (Godel), el concepto estadístico de la Entropía (Boltzmann), la Teoría de Información (Shannon), la Teoría de la Relatividad Especial y General (Einstein), tienen entre 70 y 100 años dando vueltas por el mundo !y creemos que es de “avanzada y progresista” algo que ya es super viejo! y que configura el estudio de los sistemas complejos (redes, fractalidad, asimilación y propiedades emergentes) que ya lleva al menos tres décadas de sistemático y masivo asedio desde las (mal) llamadas “ciencias duras”.
Esas cosas me asustan... Como también me preocupa que se diga en el Artículo 79: [que]...La igualdad de condiciones en la participación
electoral de la comunidad universitaria implicará, la cuantificación de un voto por cada votante [estudiantes, trabajadores académicos, trabajadores administrativos y obreros] para la determinación de los resultados electorales. Esto es algo totalmente diferente a la “paridad del voto”, que garantiza que los cuatro sectores que hacen vida en las universidades estén equilibrada e igualmente representados (y no el actual 75% de los profesores y 25% los estudiantes). Es evidente que, por un acto de demagogía de quienes le compete concebir una ley, los estudiantes tendrán SIEMPRE el control electoral (SIEMPRE representarán la mayoría abrumadora de todas las universidades, por razones bastante obvias) ¿Se ha medido la inconveniencia de este artículo así absurda y estúpidamente redactado?
¿Podemos estar tranquilos cuando el Reglamento Electoral (Artículo 80) y el Reglamento sobre los Órganos del Gobierno Universitario (Artículo 83) serán dictados por el Ejecutivo Nacional? Yo confío en Chávez, pero no en algunos de sus altos funcionarios (salta talanqueras, vividores del poder e incapaces) ¿Por qué no ponerlo directamente en la ley? ¿Dependerá todo del ministro Edgardo Ramírez, acusado de aparecer en la lista Tascón como un firmante contra el Presidente en el año 2004? !Zape gato Comandante! O cuando, nuevamente, la Educación Avanzada (Post-grado), Artículo 39, estará regida por otro Reglamento que dictará (todo en futuro) el
Ministerio o el Artículo 65 que “...establecerá los términos y condiciones para la organización de los sectores universitarios” por medio de un decreto del Ministerio del ramo; violando expresas disposiciones constitucionales sobre la libertad de asociarse y conformar sindicatos.
La revolución se debilita con leyes inaplicables e inconvenientes como esta. Me preocupa sobremanera que nuestros diputados se las “echaron al hombro” durante todos estos años (y en buena parte son responsables de no haberse obtenido las 2/3 partes de la AN) y ahora quieran aprobar una ley crucial sin el análisis necesario. La sensatez es un acto profundamente revolucionario y hay que asumir nuestras responsabilidades. Corro el riesgo que se me tilde de contrarrevolucionario, o que me aplauda la derecha cavernícola que pulula en nuestras universidades, por esto que estoy modestamente mostrando. Creo que la Ley tiene muchos puntos positivos, como la desconcentración del poder al eliminar el todopoderoso Consejo Universitario, la obligatoria vinculación con las comunidades y
visibilizar !por fin! a los empleados y obreros (sin mitificarlos, por cuando también muestran las carencias de todos los servidores públicos en este país). Pero, lamentablemente, concentra demasiado poder en el Ministro de Educación Universitaria en Caracas; convirtiéndose en una suerte de “Jefe de la Zona Educativa” nacional, con toda la carga de burocratismo y corrupción que caracterizan a esas instancias regionales de educación media y básica.
El Presidente Chávez en los últimos años no ha dado pie con bola con estos “profesores universitarios” que ha puesto al mando de ese importante ministerio, donde son absolutamente desconocidos en el ámbito docente, de investigación o de trabajo comunitario; más allá de haber aparecido hablando a rabiar en los programas de VTV. Espero que algún camarada diputado(a) con dos dedos de frente, que hay muchos, pueda reflexionar estas palabras que me brotan de mi angustia por el futuro de nuestra revolución.
La valentía es contraria a la temeridad. Y esta ley, así como está redactada, es una temeridad.
Mérida, 22 de diciembre 2010. 3:00 pm
(ensartaos.com.ve)
juancv@ula.ve