La sociedad venezolana jamás debe olvidar aquellas palabras de aborrecimiento, de silencio eterno y muy conspirativas que fueron pronunciadas con llamas de odio, de destrucción y venganza: “Esa basura que se llama Venezolana de Televisión va fuera del aire”. ¡Qué político tan absurdo, malvado y execrable, el gorra al revés! Enseguida todo se enmudeció y la bruma de la oscuridad de tinieblas y de terror invadió el ambiente; a lo lejos solo se escuchaban los disparos de los asesinos contratados por los otros asesinos de la tristemente célebre Coordinadora Democrática (hoy llamada MUD) para que selectivamente le volara la tapa de los sesos a muchos hombres y mujeres, como en efecto ocurrió.
Pido disculpas a todos mis estimados lectores y lectoras por estas expresiones y por traer a colación este oscuro episodio, pero me acordé de todo ello la semana pasada cuando transitaba frente a la Universidad de los Andes y con curiosidad y precaución observé una especie de “clase” fuera del aula. Fue entonces en ese instante cuando recordé las palabras del personaje de marras, pronunciadas aquel fatídico 11 de abril de 2002, cuando el fascismo se volvió tuerto y asesinó a la democracia y fusiló la libertad de expresión. En esa oportunidad, el entramado institucional del Estado fue desmontado y los golpistas, fascistas y otras malas hierbas de la flora política venezolana se enredaron con el poder y la risita siniestra y sospechosa del Dictador.
Volviendo a lo de la “clase magistral” que se desarrollaba, alguien comentaba a baja voz que gracias a Dios no estaba por allí Enrique Mendoza porque sin dudarlo hubiera dicho “esa basura que se llama universidad va fuera de aula… va fuera de aula”. De verdad, gracias a Dios nadie que estaba por allí pronunció una frase de esa calidad despreciable, porque la universidad no es ninguna basura, sino que es la institución donde se siembran los saberes y el conocimiento germina para crecer y hacer crecer al individuo y la patria. Ya en términos de evolución, toda la universidad venezolana deber ser la casa de los saberes, la casa donde se edifican los nuevos valores de la sociedad con un alto contenido de solidaridad de pueblo, donde el profesional que egrese de las mismas se vaya por allí y por allá a ayudar a transformar las duras realidades nuestras que perduran todavía.
Ahora bien, hace rato que la universidad está fuera de aula. Se fue a conspirar y todavía no está de vuelta y anda por allí de huelga en huelga, sirviendo de mantel en la MUD y otras veces en la ocurrencia de los días, arrastrada por los impulsos de los JAVU (antes manitas blancas). La universidad se fue entrampando con sus propios métodos y se adoctrinó en la derecha rancia para nivelarse en la teoría del caos y el choque frontal contra el Estado.
Si hablamos de recursos económicos, yo si estoy de acuerdo con un presupuesto justo para las universidades, pero que el mismo sea para la investigación, la superación y actualización. Lamentablemente no es así porque la universidad es un negocio redondo, con un alto tráfico de influencias y amplios garajes, donde se estaciona la corrupción. Imagínense, tan grande es la corrupción que Nixon Moreno se graduó por correspondencia y hasta con hostia y todo. También hay casos donde identificados profesores golpistas dan clase de Derecho Constitucional, Por ello decimos, hay que depurar la universidad y empezar a gobernarla con nuevas teorías revolucionarias.
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