Las recientes acciones de calle en contra del gobierno nacional no son estudiantiles, ni en su naturaleza ni en su motivación. En ellas han participado algunos estudiantes, pero su organización no ha estado a cargo de estudiantes sino de los agentes tradicionales del golpismo derechista.
Se ha publicado recientemente una comunicación interna de la Universidad de los Andes (ULA) que delata el involucramiento de sus autoridades en la organización de una marcha supuestamente estudiantil, el 1ero de Junio (http://www.aporrea.org/actualidad/n96053.html), así como la disposición de recursos de la institución para asuntos logísticos, y la coacción sobre los empleados y obreros universitarios para que marcharan. Curiosamente, el documento habla de una marcha "Por la autonomía universitaria", pero las declaraciones de las autoridades universitarias a través del canal TVULA se refieren sobre todo al caso de RCTV, y la manoseada libertad "de expresión". Son las autoridades universitarias, en el caso de Mérida, quienes organizan y ejecutan las llamadas "marchas estudiantiles", en abierta violación de la Ley de Universidades. En Caracas se ha observado el rol protagónico del alcalde Leopoldo López y el exdiputado Alfonso Marquina, ambos militantes del partido derechista "Un Nuevo Tiempo".
Tanto en las tomas de calles y avenidas como en las marchas, lo que se reivindica no es la libertad de expresión, aunque la derecha se sirva de esta coartada para la violencia que ejerce. La medida contra RCTV no toca ese asunto. Puede revisarse una buena documentación del caso, contenida en "El libro blanco sobre RCTV" (www.leyresorte.gob.ve). No es posible sostener racionalmente la posición de que algún estado del mundo deba otorgarle la concesión de una frecuencia radioeléctrica a un canal que ha incurrido en prácticas monopólicas, que ha difundido pornografía, que ha insertado propaganda subliminal en sus programas, que ha difundido propaganda de guerra, y que ha participado en dos tentativas golpistas, siendo estos aspectos de la actuación reciente de RCTV, plenamente documentados en el libro citado. La motivación de las acciones de calle no está vinculada de manera natural con el movimiento estudiantil, que antes de esta coyuntura nunca se movilizó en defensa de las prerrogativas de los grupos empresariales de este país. Tampoco los medios de comunicación privados apoyaron o difundieron adecuadamente las luchas del movimiento estudiantil.
Menos atención merece el argumento de que las protestas son en defensa del derecho a protestar: este se explica por el estilo tautológico de los medios propagandísticos y el autismo de sus seguidores. El color y el sentido de las acciones de calle son más bien el resultado del entendimiento entre mafias que luchan por mantener sus viejas cuotas de poder dentro de la sociedad venezolana.
El principal protagonista de las acciones violentas en Mérida es un grupo llamado Movimiento 13 de Marzo, creado por infiltrados de la DISIP en el movimiento estudiantil revolucionario a finales de los años 80. Los vínculos de esta organización con Acción Democrática (uno de sus fundadores fue secretario de gobierno de William Dávila); más recientemente su participación en la Coordinadora Democrática, así como sus vínculos con la embajada estadounidense (la FCU presidida por Nixon Moreno recibió al ex embajador Charles Shapiro y lo condecoró); la participación del M-13 como grupo de choque durante el golpe de estado de abril; todos estos hechos son el contexto propio para el análisis de sus recientes acciones violentas. Para completar el cuadro, hay que saber que la dirigencia del M-13 no está conformada por estudiantes: si bien algunos de sus voceros están matriculados en la universidad, los más prominentes llevan más de 15 años inscritos, como es el caso de Nixon Moreno y de Alfredo Contreras. Son dirigentes estudiantiles profesionales, no estudiantes.
El logotipo de esta organización aparece en la página Web con base en los EEUU "ruedalo.org", página que ha lanzado líneas precisas a los participantes en las acciones "espontáneas" de los últimos días. El M-13 actúa como una organización mercenaria, falange de intereses estadounidenses y del gran empresariado venezolano.
La identidad política del movimiento pseudoestudiantil que protagoniza las acciones antigubernamentales en el país luego del vencimiento de la concesión de RCTV es claramente fascista. Se encuentran allí los elementos estructurales que definen al fascismo, desde el punto de vista de clase, de los fines políticos que persigue, y sus rasgos ideológicos más prominentes. El fascismo del que hablamos ahora apenas se distingue del fascismo europeo de la primera mitad del siglo XX en cuanto no es nacionalista. De hecho, hasta en los símbolos que le identifican se muestra abiertamente antinacional, como en el caso de la bandera nacional invertida que ha mostrado en sus manifestaciones. Si se subordina a intereses imperialistas, es por una razón táctica evidente.
Estructuralmente, el fascismo es la expresión más acabada y directa del dominio capitalista: la estrecha unión de la cúpula militar con el capital financiero para el monopolio del poder, su base social en la clase media. Ideológicamente se trata de un constructor conservador, militarista, autoritario y reaccionario, por cuanto su utopía se sitúa en el pasado que busca reestablecer. En todos estos aspectos mantiene vigencia el término "fascismo", y resulta útil para una caracterización de quienes protagonizaron el golpe de estado de abril, y ahora dirigen la violencia callejera; y sus tontos útiles, estén o no disfrazados de estudiantes.