La devaluación y su incoherencia con la política económica chavista

La estrategia económica del gobierno bolivariano, desde 2002, se ha basado en una expansión económica basada principalmente en un proceso de distribución popular de la renta y por ello su palanca ha sido la mejora sustancial del consumo de las familias.  Es un modelo de crecimiento basado en los salarios, la inclusión social y el empleo. Las grandes devaluaciones que se vienen aplicando puntualmente, justo después del golpe de Estado de 2002, han sido acompañadas del deterioro del consumo, en virtud de la contracción de los ingresos familiares. La recesión se instala luego porque el principal motor de la expansión es bombardeado por el sustancial ajuste cambiario, con la consecuencia posterior de la desmejora de los indicadores sociales básicos.

Si algo han demostrado las grandes devaluaciones son su total ineficiencia: desde 2003, la devaluación no ha mejorado la situación fiscal; no ha promovido las exportaciones ni disminuído las importaciones; se ha convertido en una causa fundamental de la inflación; ha desmejorado los ingresos laborales, ha fortalecido el poder del capital financiero especulativo quien cada vez tiene mayor capacidad de influir en la política económica al obligar al gobierno a devaluar. El capital financiero hoy es más fuerte, engorda grandes cuentas en dólares en el exterior, promueve el parasitismo rentista mientras contribuye con el entierro de la economía productiva.

Ciertamente, una salida devaluacionista perjudicará a las mayorias que constituyen la base política de este proceso. Los indicadores sociales, como el salario mínimo, serán afectados si no se aplican medidas que amortigüen la caída. La aplicación de incrementos de salario mínimo es insuficiente donde una gran proporción de la masa trabajadora no recibe este beneficio. Esto es porque alrededor del 45% de los trabajadores pertenecen al sector informal.

La supuesta ganancia fiscal que tendría el gobierno y PDVSA se le puede revertir con el incremento de la carga de la deuda, del costo real de las importaciones, del gasto de las misiones sociales y finalmente con su incidencia en la tasa de inflación. Los beneficios fiscales de la devaluación son una peligrosa ilusión, es el camino fácil que conduce al infierno, además de contribuir con el aplazamiento de radicales cambios en la estructura tributaria. La devaluación es íntima colaboradora con la permanencia del IVA.

Los grandes ganadores, la banca privada, los monopolios comerciales y productivos, saldrán fortalecidos y utilizarán este posicionamiento para una futura carrera prodevaluacionista. Mientras más poder tienen, más estarán acorralado el gobierno con esta estrategia anunciada. Los grandes tenedores de títulos públicos en dólares no sólo tendrán más bolívares, sino que tendrán más fuerza para pedir más devaluaciones.

El gobierno tiene que salir de esta emboscada anual, la devaluación no le conviene. Debe adelantar los cambios estructurales e institucionales.  Gran parte de estos cambios profundos se pueden iniciar en el corto plazo, gran parte de las alternativas e instrumentos de política depende de un diagnóstico que lleva a resolver la siguiente paradoja:

La economía venezolana cerró  con un saldo en cuenta de mercancías superavitario de 39.595 MM US$,  esto implica una entrada de 95.952 millones por concepto de las exportaciones. La gran mayoría de estas ventas al exterior son de origen petrolero (92.233 MM US$). Mientras que las compras externas se ubicaron en 56.357 MM de US$. Este sustancial superávit entre exportaciones e importaciones de mercancías, repito de  39.595 MM de US$, se le descuenta el saldo en servicios, el saldo en rentas y las transferencias corrientes, quedando como resultado un saldo en cuenta corriente de 14.565 MM de US$.  ¿A dónde va este excedente de recursos financieros que la economía venezolana dispone y que la hace privilegiada en comparación con otras economías latinoamericanos?

A dónde van los dólares, quién los controla, quién los gasta o los malgasta…responder este acertijo lleva a soluciones prácticas y justa para la distribución de ingresos.

El mercado cambiario es sólo una parte, aunque una parte importante, del sistema económico. El tipo de cambio no se puede convertir en el ombligo del mundo económico. Hay que enfrentar otros retos que conciernen al modelo productivo y al control de los poderes fácticos ejercido por los sectores económicos dominantes.

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*Economista venezolano, Sociedad de Economía-política Radical (SER)

 

 



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Simón Andrés Zuñiga

Economista Venezolano, Sociedad de Economía Política Crítica (SER)


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