El antichavismo y su calificativo demócrata

     El término “demócrata” se desprende obviamente de la palabra “Democracia”, que según la página web: es.wikipedia.org/wiki/Democracia la define en su sentido más amplio, como “una forma de convivencia social, en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos contractuales”. También se puede definir a partir de la clásica clasificación de las distintas formas de gobiernos propuesta por Platón y Aristóteles: monarquía (gobierno de uno), aristocracia (gobierno «de los mejores» para Platón, «de los menos», para Aristóteles), democracia (gobierno «de la multitud» para Platón y «de los más», para Aristóteles).[

     Pero, sin ánimos de caer en una estricta explicación etimológica, se puede tomar como válida la aceptación más usual y sencilla que explica que,  el término democracia proviene del antiguo griego (δημοκρατία), acuñado en Atenas en el siglo V a. C. a partir de los vocablos δῆμος (dḗmos, que puede traducirse como «pueblo») y κράτος (krátos, que puede traducirse como «poder»). En pocas palabras estamos hablando del Poder del Pueblo.

     Ahora bien, si “Democracia”  significa de una forma llana “Poder del Pueblo” con todo los elementos que de ella se desprenden como: libertad, igualdad, justicia social, tolerancia, convivencia, decisión de las mayorías, autodeterminación de los pueblos, etc. Entonces estamos en frente de una gran contradicción política; porque los gobernantes que se autodenominan “Demócratas” distan mucho de la esencia democrática, al parecer han secuestrado el término y lo han tergiversado de tal manera que cualquier dirigente moralmente político tiene que pensarlo más de dos veces al momento de autocalificarse como demócrata.

     Basta con echar un vistazo al pasado y al presente y colocar algunos ejemplos de las acciones criminales- fascistas de gobernantes demócratas que ha tenido el País que se considera como emblema de la “democracia mundial” (Estados Unidos): Thomas Woodrow Wilson (1913-1921), Franklin Delano Roosevelt (1933-1945), Harry S. Truman (1945-1953), Lyndon Baines Johnson (1963-1969), William Jefferson "Bill" Clinton (1993-2001), Barack Hussein Obama (2009- Presente).

     En el caso venezolano, existen muchos ejemplos recientes de los autollamados “demócratas” derivados del pacto de Punto fijo: Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez, los viejos y jóvenes dinosaurios políticos reunidos en la fulana mesa de la “unidad”. Durante la actuación de estos tristes personajes políticos han ocurrido y ocurren muchos casos para nada democráticos, como: la situación de despojo en la que 
se hallaba hace 20 años  el 80% de la población venezolana, crímenes, desapariciones y torturas contra dirigentes políticos cometidos en la Cuarta República por partidos como Acción Democrática (AD), terrorismo de Estado, creación de tandas armadas como los cabilleros de Acción Democrática; los cuales también hacían el trabajo sucio de represión, paro petrolero (año 2002), golpe de Estado (11 de Abril de 2002), intentos de magnicidio al Presidente Chávez y más recientemente, la campaña terrorista contra la candidatura del Presidente Nicolás Maduro, el asesinato de 11 venezolanos, destrozos a varios CDI (Centro de diagnóstico integral) y numerosos heridos; todo esto a causa del llamado a la violencia que hizo el candidato derrotado (Capriles) en las pasadas elecciones presidenciales (14 de Abril de 2013), entre otros.

     En tal sentido y haciendo énfasis en el panorama político actual, nos encontramos en el gran dilema de lo que es realmente ser “demócrata”. Todo esto, si analizamos el discurso y el actuar político de esos pseudolíderes antichavistas autollamados democráticos y que terminaron secuestrando a la oposición venezolana en los actuales momentos. Ellos dicen querer al pueblo; pero en realidad lo que siempre queda develado es una relación continuada de abuso y utilización hacia este y unas ansias locas por retomar el poder para arrebatarle de un zarpazo las grandes conquistas alcanzadas por el pueblo durante lo que va de revolución.

     Qué decir de la doctrina liberal, racista, intolerante, de odio profesada por estos sectores derechistas antichavistas que no le perdonan al pueblo el haber ganado espacios de verdadera participación política, social, económica, cultural y mucho menos el haber tomado conciencia de clase como legado de la obra del Comandante Chávez. Para ellos el pueblo no tiene derechos; sino deberes u obligaciones en un sistema capitalista de injusticia social, de explotación al trabajador, y del libre mercado; donde el Estado queda desmantelado y la soberanía en segundo plano. Claro está, la derecha se vale del discurso adornado de tintes “democráticos”; porque necesita de una careta que le permita calar en las aspiraciones del pueblo y ganar espacios de poder. Entonces, he aquí donde la conciencia revolucionaria tiene que ponerse en práctica para dejar al descubierto e inhabilitar a aquellos que se visten de democráticos y que son hipócritas hienas. ¡Unidad, lucha, batalla y victoria!



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Favio Espin


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