A partir de esa hora infausta ya nada era igual,
todo en silencio como para no interrumpir a los ángeles
que afanosamente preparaban tu trance hacia una nueva morada.
Las casas aunque rojas o blancas han pactado su silencio
en nombre del luto que hoy embarga.
Catorce visibles años que serán de ahora en adelante eras fértiles.
Hombre de mil batallas y millardos de victorias,
de pensamiento global e incansable corazón.
¿Por qué te fuiste?
¡Vaya, qué pregunta sin respuesta!,
aunque el pecho se destroce con la rudeza del puño;
porque somos minúsculos ante las decisiones divinas,
es como interrogar al cielo y recibir sólo nubes.
Comandante Chávez expresión de amor,
aquí está tu siembra germinando entre la hojarasca seca
que aquellos grises otoños han dejado.
Mira comandante qué lindo es el verde tierno,
tan parecido a la sonrisa del niño
que bajo el cobijo de tu existencia
y sin saberlo estaba pisando patria.
Hay hombres urgentes,
exactamente demarcados, finitos en un tiempo y espacio
que en breve se olvidan.
Hay hombres necesarios que como tú nunca mueren
y no todos los días nacen,
son luz que transciende más allá de sus hitos
y su idea no muere por más larga que sea la barba del tiempo.
Cuánta felicidad fue tenerte, hermano y padre,
amplio como el sol
que no mezquina su luz a la rosa ni a la hierba con espinas.
Corto fue tu tiempo, inmenso tu legado.
Preferiste andar entre los pobres,
que ser parte de los que nunca entrarán por el ojo de la aguja.
Presidente de los pobres e incansable peregrino,
nunca vencido por las hienas poderosas.
Tu idea siempre firme como la fortaleza de tu alma,
guerrero incansable ante el clamor de tu pueblo.
Ahora dicen que estás muerto, qué dolor padre.
Qué no se diera por hacer de ti un lázaro,
reunir todas las estrellas y atarlas con rayos de sol,
llevarlas ante el creador para que en cambio tú nos seas devuelto;
pero la muerte no sonríe
y es inflexible como verdugo que cumple la orden.
Dicen que estás muerto padre; pero sólo de cuerpo,
aunque cueste abandonar la idea de tu retorno triunfal,
imaginar que todo era una terrible pesadilla
de la cual se despertaría
para verte nuevamente irradiando seguridad y vida.
Te has vuelto invencible padre, en vida nadie pudo contigo,
sólo la muerte física te doblegó. ¿Y a quién no?.
Se siente el abandono,
un abandono insondable que arranca las vísceras y quema la sangre.
Cuántas lágrimas derramadas por tu pueblo amado.
Qué grande padre, qué linda tu obra,
un segundo libertador que vencerá el olvido
y habitará en cada corazón de lucha por un mundo mejor.
Tu cuerpo perece; pero tu espíritu envolvente está en cada rincón,
en cada lucha de revolución. ¡Ya eres libre!
Estarás aquí y allá, en todas partes,
dándonos tu candor, marcando el rumbo, haciendo palpable la utopía.
Estarás aquí y allá, en todas partes.
En la sonrisa del niño pobre,
en el obrero que transforma su sudor en alimento,
en el estudiante que debe asumir tu lucha,
en el hombre nuevo con el cual soñaste,
en la mujer que sufre y no abdica su esperanza,
en el indígena rescatado del olvido,
estarás en cada respiro, en cada motivo, expandido en el día a día;
porque aún estando en un nuevo estadio de vida,
yo sé que no descansarás mientras existan las injusticias,
la pobreza, la desigualdad.
Mientras existan invisibles.
favioespin@gmail.com