Chávez y su grandeza de ser humano

Ser consecuente con los ideales, con el verbo, con la acción y el compromiso por la vida, por la paz y la justicia, es lo que ha identificado a los grandes hombres a través de los tiempos, quienes con su pensamiento y su lucha han sido ejemplos para la humanidad y para la patria donde les tocó nacer y vivir. Así encontramos a Cristo, cuya práctica de vida fue por la paz y el amor; a Simón Bolívar, quien sembró la libertad en la conciencia de la humanidad y empuño la espada para emancipar a naciones enteras; a José Martí, de Cuba; a Sandino, en Nicaragua; a Salvador Allende, en Chile; y así tantos hombres y mujeres que fueron consecuentes con sus ideales, con sus luchas y que nunca traicionaron sus propio destino.

En el caso de Venezuela, en esta historia reciente o casi presente diría yo, conocimos la grandeza de un ser humano, humilde, pero con una fuerza, con un amor inmenso por su pueblo, por su gente, por su país. Es Hugo Chávez es ese ser humano. Él supo comprender el palpitar de la patria, palpar la realidad nacional y con su ejemplo de lucha, de entrega, de amor por los niños, por los ancianos, por los hombres y mujeres, desplegar una grandeza de ser humano plasmada en cada uno de sus actos, de sus discursos y de su pensamiento, que constituyen un legado que se ilumina con cada palabra, con cada frase que los venezolanos y venezolanas hemos hecha nuestra, para seguir la eterna marcha de la vida, rumbo hacia las llanuras infinitas del horizonte de la patria.

¡Qué grande fuiste Chávez! Despertaste las neuronas de la conciencia y las fibras del ser nacional y con tu visión del destino luminoso, trazaste las líneas y las sendas de la Venezuela del Siglo XXI. Llegaste montado en la brizna del tiempo preciso y necesario para empezar a sembrar las semillas revolucionarias del cambio y la transformación. Tú mismo las sembraste en cada rincón del sistema político venezolano y en todo el entramado institucional del Estado venezolano, en cada sector, en las mentes y corazones de los hombres y mujeres de este país. Pronto esas semillas germinaron y comenzó la cosecha del cambio y de la refundación de la República. Las lluvias de brisa fresca hicieron brotar sentimientos espirituales profundos que marcaron otra etapa revolucionaria, llena de pueblo y de comuna como expresión del poder popular.

Hace un año te fuiste Comandante Supremo, rumbo a la eternidad, donde brilla la grandeza de Nuestro Dios. Vaya tarea la tuya, dejarnos una patria viva, vibrante, que en estos días ha sentido los fogonazos del fascismo, que quiere acabar con tu obra y con tu legado. Realmente eso es difícil, por más patadas que den en su locura irracional, los fascistas no podrán quebrar nunca jamás este sentimiento de amor que tu sembraste; tampoco quebrar el alma de esta patria que nos dejaste.

Chávez, fuiste un gran Presidente, un estadista; pero más que eso fuiste un patriota, un compatriota, un amigo, un camarada, un hermano, un padre. Tu lucha es nuestra lucha, tu compromiso ahora es nuestro compromiso; Tu legado, es la mejor herencia que nos dejaste y será la guía permanente para defender la patria en cada esquina, en cada calle, en cada avenida y en cualquier escenario donde sea necesario. Nuestro reto es no fallarte nunca y con tu ejemplo de vida y de líder, enfrentaremos las situaciones presentes y futuras. Hoy, la miseria humana, manifestada a través de la conducta violenta de los fascistas, nos pone a prueba; sin embargo, hemos enfrentado toda esta arremetida violenta con un llamado a la paz, evitando cualquier tipo de enfrentamiento. Sabemos que así hubiera actuado usted, llamando al diálogo, tal como lo hiciste en el 2002, cuando los grupos opositores y la extrema derecha dieron un Golpe de Estado. Por eso, siempre se hablará de Chávez y su grandeza de ser humano.


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Eduardo Marapacuto


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