Para 1998 los venezolanos estaban hastiados de la corrupción, el populismo, había un profundo desengaño, lo que se manifiesta en las continuas protestas, en la abstención electoral, que conllevaron a movilizaciones populares espontaneas como las del 27 y 28 de febrero de 1989 y los alzamientos militares del 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992. El país estaba amenazado por la guerra civil y éste hombre desconocido con un: POR AHORA, comienza a convertirse en el centro del accionar político venezolano hasta aún más allá de su muerte.
Chávez se sembró en la conciencia del pueblo venezolano, desde 1992 hasta la fecha no le fue indiferente a nadie en el territorio venezolano y desde 1998 tampoco es indiferente a nivel internacional. El 6 de diciembre de 1998 el pueblo venezolano vota en contra del neoliberalismo y apoya a quien hasta entonces era un militar desconocido, el protagonista del alzamiento militar de febrero de 1992, quien estuvo preso por dos años y fue perdonado por el gobierno de Caldera y salió a la calle y en cuatro años pudo conquistar la mayoría del apoyo popular y llegar al poder.
Desde la campaña electoral y en los primeros años de gobierno del Presidente Chávez queda marcada su visión humanista, antiimperialista, el rescate de la soberanía y el nacionalismo, sin embargo por los menos hasta el 2003 su acción de gobierno estaba centrada fundamentalmente en los asuntos políticos internos: la asamblea constituyente, la nueva constitución, el desplazamiento de los actores políticos tradicionales, van a ser los temas protagónicos. Es a partir del golpe de abril del 2002 cuando comenzamos a ver un viraje y una ampliación en el espectro del accionar de las políticas del gobierno.
No tenemos la menor duda en afirmar que desde el golpe de estado de abril del 2002, el paro petrolero de finales de ese año y principio del 2003 y el respaldo popular que obtuvo el gobierno, fueron los condicionante que presionaron para asumir una postura más radical. En el año 2003 surgen las misiones educativas y de salud, para atacar los problemas de los excluidos, allí comienza una verdadera explosión social con la concientización y formación socio política de la población, que comienza a estimular la participación activa de esa sociedad adormecida por el rentismo y manipulada por el populismo.
Esta crisis del año 2002 y 2003 trajo profunda consecuencias en la economía nacional perdiéndose por lo menos diez mil millones de dólares, pero paradójicamente permitió desarticular la oposición de la vieja guardia de los tradicionales partidos políticos y sindicatos que dejaron claramente marcado su irrespeto a la decisión del pueblo, su irresponsabilidad al no asumir su compromiso con los sucesos del golpe de estado de abril del 2002 y el paro genocidio del 2003. El proyecto político de Chávez sale fortalecido, el apoyo popular es evidente y éste se reafirmaría en agosto del 2004 cuando un 60% de la población- después de casi 5 años en el poder- lo legitiman como presidente.
Una vez derrotado el sabotaje petrolero, Venezuela inició un proceso de crecimiento sostenido, generalizado y significativo desde mediados del año 2003 al cierre del 2008. En 2009, producto de la crisis mundial, la economía entra en recesión por segunda vez durante el gobierno bolivariano (pese a que la recesión del 2002-2003 obedeció a la estridencia política vinculada al golpe de Estado y el sabotaje petrolero). Igualmente La fuerza de trabajo ha visto mejorar su capacidad adquisitiva entre el período 2004 y la actualidad; especialmente los sectores de menores ingresos quienes se han beneficiado del incremento sucesivo del salario mínimo y han sido beneficiados por las transferencias directas en servicios gratuitos de salud, educación y las misiones sociales.
Para los de la oposición, este país está siempre transcurriendo por una terrible crisis y el gobierno del presidente Chávez y ahora el de Maduro no cuenta con ningún apoyo y ya se está cayendo. Aun les cuesta reconocer que el chavismo ganó en diciembre de 1998 y mucho más que ha ganado 18 elecciones, denuncian siempre que las elecciones han sido un fraude, pero no señalan una sola prueba y ningún organismo internacional (por cierto ninguno proclive al gobierno) ha desconocido los resultados. Hablan de dictadura, hablan de ausencia de libertad y todo el mundo dice y hace lo que le viene en gana por los medios de información. Eso lo reconocen todo los que nos visitan, así sea para criticarnos. Hablan de crisis económicas pero la economía- a pesar de los evidentes intentos desestabilizadores y golpes provocados por el sector privado - desde el 2003, con sus altibajos no ha dejado de crecer.
Para ellos las misiones no existen, los millones de beneficiados con los proyectos de inclusión en salud, educación, trabajo, cultura, son fantasías del gobierno. La participación popular, los consejos comunales y consejos de planificación local son puro populismo. Trataron de loco y hasta de estúpido al Presidente Chávez, de incapaz, sin embargo el hombre estuvo 14 años en el poder y se convirtió en uno de los líderes más grandes del mundo contemporáneo, reivindicado la integración latinoamericana, el papel de la OPEP y el papel del Tercer Mundo.
Pero quizás lo importante es responder a la pregunta: ¿cuál es el proyecto de país que nos está ofreciendo la oposición? Ya lo hemos mencionado en otras oportunidades, una oposición que a pesar de que agrupa a personas que tienen derecho a manifestar su crítica democrática al gobierno, que tiene un caudal importante de votos, que representa a casi la mitad del país, está dominada por los tradicionales sectores dominantes.
Una oposición cuyos líderes fundamentales son los canales de televisión privados que se han convertido en los partidos políticos de la oposición, pero que sin embargo; por carecer y no ser de su incumbencia lo político, tendrían luego que entregar los destinos del país a los viejos personeros de la partidocracia, que con su cara bien lavada nos manifiestan todos los días que ellos son la salvación de la nación y se atreven a dictar discursos de moral. Pero también preocupan los supuestos dirigentes jóvenes de las nuevas agrupaciones políticas quienes con prepotencia se creen dueños de la verdad y hablan de una sociedad civil donde no se incluye a los pobres.
Evidentemente, en Venezuela más que la lucha entre chavistas y oposición, está en juego la lucha por imponer dos modelos societales distintos; un modelo económico social de carácter popular y otro donde se imponga el dominio del mercado sobre el resto de la sociedad. Más de tres décadas de neoliberalismo en América Latina ha dejado claro los resultados nefastos de este modelo. Este gobierno ha hecho demostraciones de defensa del Estado Nación, de frenar los intentos de desquebrajar las instituciones nacionales y fundamentalmente lo ha hecho de “cara a fuera”, logrando imponer una política internacional reconocida por todo el mundo en defensa de la autonomía nacional y promover la integración latinoamericana y tercer mundista, como único mecanismo de los países pobres para enfrentar los desmanes del avasallante y violento proceso de globalización.
Las amenazas
Si algo atenta contra la madures y solides del proceso revolucionario y la construcción del nuevo socialismo es su pragmatización, creer que es solo un proceso donde debemos ganar elecciones, crear algunas misiones que permitan dar respuestas a los excluidos pero que por debilidad o carencia teórica y filosófica no traspase de la estatización de la república, del caudillismo, del efectismo electoral, del efectismo del concreto y no permita la construcción de nuevas relaciones sociales, de una nueva economía, una nueva educación, una nueva cultura e ideología que enfrente no solo las bases materiales de dominación capitalista sino -las más difícil de percibir- las estructuras de dominación política e ideológica.
No es posible hablar de revolución sino se logra la transformación de la cultura. Desde el nivel central podrán producirse cambios en la legislación y hasta transformaciones estructurales del sistema económico y político, pero sino se transforma al Hombre nada se habrá hecho. Sin la menor duda lo más difícil para un proyecto humanístico o socialista es lograr cambios significativos en la vida cotidiana: se puede decretar cambios e intentar diseñar un modelo de economía solidaria, enfrentar los latifundios y el poder de los grandes grupos económicos, defender la soberanía nacional, dar mayor participación y protagonismo político, pero si en el día a día, en nuestra práctica cotidiana, no transformamos nuestros valores, si aún en nuestras mentes y comportamientos sigue latente las pautas de consumo, los vicios, los valores de egoísmo, competencia desleal, nada se habrá hecho, será una revolución de pies de barro.
Es necesario romper o descontruír el pensamiento consumista capitalista que producto de la alienación ha sido internalizado en cada uno de nosotros. A pesar de que estemos formados y pregonemos un discurso socialista, en la práctica diaria muchos de nosotros reproducimos la mentalidad capitalista: no solamente los vicios como los juegos, el alcohol, la lotería, la droga, sino el egoísmo, el machismo, el irrespeto a los demás, la intolerancia. Si esto no cambia nada habremos hecho. Seguiremos viendo y escuchando a viciosos dando discursos de moral, machistas pregonando la libertad y la igualdad de la mujer, socialistas que solo añoran el tipo de vida burgués y los modos de vida del exterior. Como hemos dicho, de esta transformación depende la revolución venezolana. Sería populista pretender ser indiferente ante la realidad de los múltiples vicios que tenemos los venezolanos y responder: “es que el venezolano es así”,” nos gusta el bochinche”.
Venezuela es hoy el ensayo socialista más importante del mundo. Seguidores y detractores fijan su atención sobre el futuro del país. Se quiera o no aceptar el proyecto político venezolano ha producido modificaciones hasta en la política exterior norteamericana, que ha visto disminuir su papel preponderante en la región, donde una década atrás parecía contar con puros aliados e incondicionales y donde Cuba era visto como excepción, como un fenómeno extraño. Hoy, en buen parte como consecuencia de las radicales medidas neoliberales, la situación social y política en América latina se ha revertido, en algunos casos en proyectos políticos claramente antagónicos como son el caso de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, pero también en la mayoría de otros países, que aunque con moderación han puesto freno al neoliberalismo y a las pretensiones hegemónicas de los Estado Unidos.
En Venezuela se está gestando un proyecto alternativo al neoliberalismo, un proyecto autónomo de socialismo. Reconociendo el apoyo de Cuba, China, Rusia, entre otras naciones, es un una construcción propia, por eso las contradicciones, las deficiencias. Hay un enfrentamiento contra la burguesía nacional, en la lucha contra el latifundio, los oligopolios, los acaparadores. Se han nacionalizado y entregado empresas a los obreros para su gestión. No hay la menor duda de que la mayoría pobre en Venezuela viene siendo incluida, no con dadivas populistas sino con tierras, créditos, formación académica, técnica y política, salud, cultura, participación política y control sobre la gestión pública. Se ha enfrentado no solo en el discurso al imperialismo y el capitalismo, los procesos de integración latinoamericanos, las alianzas con los países del sur van tomando fuerza y obteniendo resultados reales.
Ya no son sólo las voces de los humanistas, los socialistas, grupos ecológicos sino connotados científicos, muchos de ellos miembros de las más prestigiosas instituciones científicas del mundo desarrollado, quienes han advertido que al ritmo de producción capitalista actual la vida sobre la tierra tienes los años contados. Ya no es la amenaza del Apocalipsis por un mundo inmoral. No, es la palabra de quienes siendo pagados para continuar el desarrollo del modelo imperante han tenido que reconocer que de seguir la carrera de consumo de recursos naturales y producción de contaminantes, muchas de las especies, entre eso la humana, tendrán dificultad para subsistir en las próximas décadas. Ya no se trata sólo de denunciar la explotación capitalista, de lo que se trata es de enfrentar la destrucción del mundo.