Las elecciones parlamentarias del 6 presentan las características propias de una elección burguesa: un circo que distrae, aparentan alta conflictividad para que nada cambie, protege al sistema capitalista. Veamos
En apariencia se atacan, los sapos y culebras vuelan de lado y lado, sin embargo, en el fondo, son tan iguales como dos gotas de agua: los dos se cuidan de no tocar al capitalismo, y si lo hacen es sólo de palabra, amenazas de enamorados. El gobierno acusa un plan para sabotear las elecciones, alerta de acciones delictivas, invita a preparar un plan antigolpe. Hasta aquí se dibuja una situación de emergencia. Después de este discurso “encendido”, o mejor, en el mismo discurso, se convoca a todos los diputados electos a una reunión en Miraflores para hacer planes conjuntos.
El gobierno desprovisto de la meta socialista, sin rumbo, sólo atina a llamar a la masa a movilizarse, pero sin avanzar para ningún lado, da vueltas en el mismo sitio mordiéndose la cola; carece de consignas estratégicas, pide que se respete lo que la Constitución y las leyes así lo ordenan, allí gasta toda su energía. A lo sumo pasa factura de lo que se ha dado y advierte que la oposición, esa misma que invitaron a Miraflores el 7, es maluca, no vota en el Congreso por las reivindicaciones populares.
De esta manera, el gobierno se desarma, se priva y priva a la masa de razones sagradas por las cuales luchar, por las cuales votar. Se desdibujan los límites, todo es igual, lo mismo da votar por uno que por otro, total el 7 terminará el baile de disfraces y los falsos contendientes compartirán sonrisas y golpecitos en la barriga allá en los salones del Miraflores. El 4 de febrero seguirá sin cumplir “los objetivos planteados”, triunfarán de nuevo las oligarquías, el pueblo humilde volverá a ser engañado. Y comenzará lo anunciado por los pronósticos, el neo pacto de punto fijo, todo sea por la paz burguesa, todo sea por mantener al capitalismo.
En este plan de las socialdemocracias, la de adentro y la de afuera, hay dos grandes ausentes. Uno ya lo nombramos, el Socialismo, su falta deja un vacío que genera la otra ausencia: el amor del pueblo, la conexión amorosa entre la masa y el gobernante, la que existía y le daba fuerza al Comandante Chávez.
La falta de conexión amorosa impide la formación de masa actuante, de pueblo capaz de presentar combate en cualquier terreno, apto para grandes hazañas. La masa sin líder y sueño a quién amar queda al garete, huérfana de razones, de pasión, de dirección y en estas condiciones se pueden presentar reacciones no previstas por la socialdemocracia en sus planes.
Es así, el 6 de diciembre, en esa obra de teatro desde ya montada actuarán las oligarquías y también actuará la realidad que es terca, no acepta que la encasillen los planes fraguados en las madrugadas de oficinas con aire acondicionado y alfombras, se sale del guión. Entonces aflorará la realidad más allá de planes y encuestas, la que hoy se asoma con los “bachaqueros”, con los militares descontentos, la abstención oculta, se evidenciarán las luchas dentro del gobierno y también de la oposición. Sin duda, la realidad pintará un nuevo paisaje político…