¿Cómo ejercer el más hermoso acto de libertad sin morir en el intento?

El sabio merideño Domingo Alberto Rangel Burgoin escribió que en conversación con Ernesto Che Guevara, en La Habana, Cuba, a comienzos de los años 60 del siglo XX, hablaron acerca de los procesos revolucionarios de Cuba y Venezuela. En el juego metafórico de los parangones, el guerrillero heroico le decía que en Cuba el camino era avanzar hacia una revolución socialista porque los trayectos democráticos les habían causado al pueblo isleño hondas decepciones en el pasado, en cambio, pensaba El Che, la democracia era para los venezolanos como una Dulcinea del Toboso y por tanto ése era el gran dilema político a resolver por los dirigentes de izquierda en la patria de Bolívar. El comandante Guevara creaba entonces, una digna y bella analogía entre el Quijote y las luchas democráticas del pueblo venezolano.

No se equivocó el Guerrillero Heroico. Los más fuertes desvelos ciudadanos en Venezuela han tenido a la democracia como senit. Todo el caudal de rebeliones habidas desde 1492 hasta hoy, desemboca en gritos de lucha que confluyen en el anhelado pozo de la democracia. Ni los Estados Unidos (EEUU), ni Francia con sus añejas revoluciones han logrado dimensionar un rizoma de ideas tan complejo, activo, dinámico, problematizador, confrontativo, popular como el que hoy Venezuela impulsa.

La libertad es la dimensión más significativa que fortalece la categoría democracia. A la llegada de Colón al río Orinoco, la mayoría de jefes aborígenes se montaron en guerra de resistencia. La invasión y ocupación del territorio tardó más de un siglo y como evidencia tenemos al año 1567, en que el español Losada da cuenta de la fundación de Caracas: cerca de 60 años. La llamada colonización, caracterizada por los más crueles procedimientos por parte de los invasores europeos hacia los nativos, tuvo por igual una enorme resistencia, cuyo grito más sonoro era el de Libertad.

A comienzos del siglo XIX ya estaban sólidas algunas condiciones para el asalto al cielo. Una cadena de insurrecciones venía abonando ese camino, y allí descollaban la rebelión del canario Juan Francisco de León desde Carayaca, la destacada insurgencia del negro José Leonardo Chirino desde las serranías de Coro, la conjura tramada por Juan Bautista Picornell, Juan Manuel Gual y José María España desde La Guaira y las dos expediciones que trajo el general Francisco de Miranda a través de La Vela de Coro. Todas estas heroicas acciones traían el sonoro eco de la Libertad.

Las guerras de independencia de la Patria, resumidas en el 19 de abril de 1810 en Caracas, dan a la quimera de la Libertad su trayecto más glorioso. Aquí se erige el único ser humano de la tierra que lleva el nombre de LIBERTADOR: el general Simón Bolívar. Todas las estatuas y bustos que se han develado en su honor tienen el imperecedero justificativo de memorizar al paradigma de la Libertad del mundo.

El pueblo de la Venezuela del siglo XXI tiene el orgulloso palmares de haber reivindicado y dinamizado con creces ese ideario de libertad, mucho más que cualquiera de los otros países que precian este logro. Luego de un período turbio de dictaduras y luchas por la democracia, donde el pueblo organizado y libertario se enfrentó a la represión de la CIA y de la Escuela de las Américas gringa, sufriendo torturas y desapariciones a inicios de la década de los años 60 del siglo XX, en los actuales momentos, sorteando las presiones de los grupos de poder interno y los acosos internacionales, la Patria de Bolívar, asumiendo su papel de vanguardia de la Libertad de América, ha logrado visibilizar un proyecto cívico-militar que tiene como objetivo permanente ejercitar la democracia en todos sus órdenes ciudadanos.

El Poder Electoral es, tal vez, el más consolidado de todos los proyectados desde el proceso constituyente de 1999. La victoria electoral del comandante Hugo Chávez Frías en diciembre de 1998, abre las posibilidades de ofrecer a la ciudadanía, no sólo la extraordinaria sistematización colectiva de un nuevo orden social y jurídico, materializado en la redacción de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, sino que muestra al pueblo organizado el camino de profundización de la democracia desde el poder popular, teniendo como estandarte dinámico el pleno ejercicio de las libertades públicas. En este instante pudiéramos decir que Venezuela es el país más libre de la tierra.

Este ejercicio libertario que gozamos los venezolanos, tiene su asiento en todos los poderes públicos y es el Poder Electoral (CNE) el centro garante de la participación democrática porque en su accionar descansa la posibilidad ciudadana, no sólo de decidir quién gobierna, sino de gobernar a través de la decisión tomada. Es tal la confiabilidad del CNE que ningún detractor interno o internacional ha logrado probar las acusaciones que se han orquestado en su contra. El acto ciudadano de decidir, deliberar y votar las preferencias políticas está mediado por procedimientos absolutamente transparentes.

Aunque el consolidado Poder Electoral de 2015 ha pasado por inimaginables presiones sociales desde 1999, podemos decir que ordena completamente nuestro acto de votar personalizado y puede tomarse como modelo procesal para el mundo. En el futuro próximo, este acto lo podremos ejercer desde nuestras casas.

Ese tremendismo militante, justificado en las presiones políticas que vive el proceso bolivariano, hace que algunos venezolanos piensen que las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015 sean las más decisivas desde el 98: tal vez sea así, está por verse. Sin embargo, debemos reconocer que en estos 17 años se ha profundizado el acto de ejercer la libertad con plenitud asombrosa. La libertad de expresión en Venezuela es la evidencia clara del ejercicio integral ciudadano. Ningún país, (libra por libra, como se dice en el boxeo) tiene la garantía del ejercicio de la Libertad de Expresión más consagrada en la cotidianidad social como en esta República Bolivariana. Cualquier cacareo venido de los laboratorios de la guerra sucia internacional busca sus falsos asideros en las mentiras tramadas desde adentro.

La más fehaciente muestra de libertad de expresión en Venezuela es el ejercicio de decidir a través del voto las alternativas políticas. Este 6 de diciembre de 2015 los venezolanos y venezolanas estarán decidiendo entre aquella la libertad hipotecada por un pasado colonial de potencias extranjeras indignantes e ignominiosas y el ejercicio del futuro cada vez más libre que consolida una democracia digna, luchada, independiente, popular que desde el voto dice siempre: ¡Presente!


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Oscar José Rodríguez Pérez


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