Ya se dijo que la Revolución debe (puede) transformar las derrotas en victorias, ¿cómo hacerlo? El Che afirmó: la Revolución ocurre en medio de una feroz lucha de clases. La lucha de clases más importante ocurre en su interior, allí se disputa la hegemonía de la Revolución. Con esto en mente, se deben analizar los errores que nos llevaron a la derrota del 6 de diciembre; sin escavar hondo, sin ir a los errores madre de otros errores, toda revisión será en vano.

Sabemos, lo dijo el clásico, "toda derrota fue antes una derrota ideológica", entonces debemos ir a los extravíos ideológicos, a los errores ideológicos responsables de la derrota, de ésta que hoy lamentamos y de las que vendrán si no corregimos. Veamos.

El primer error ideológico de este gobierno se concentra en la tesis de que "es necesaria la burguesía para elevar las fuerzas productivas y sobre estas construir el Socialismo". Allí se justificaba la alianza con la burguesía, fue así que altos jerarcas capitalistas fueron abrazados en Miraflores. Imponer esta tesis, francamente socialdemócrata, trajo otros errores, había que justificar, hacerle tragar a la masa la tesis que enterraba el rumbo hacia el Socialismo. Fue necesario acabar, perseguir, la crítica, de esta manera se castró la necesaria discusión. El camino estaba abierto para otros errores que exigían otros errores.

En estas condiciones, la burguesía se sentó a esperar a que el gobierno se cocinara en sus propias contradicciones: entregado en lo económico, debía mantener un discurso chavista, socialista y, por supuesto, las grietas aparecieron por todos lados. Haber entregado la estrategia sumió al gobierno en un mar de contradicciones, cada día se fue desdibujando más, perdiendo cada vez más personalidad. El resto lo hizo la ceguera de la adulación, la tentación de usar la fuerza mediática para tapar errores, la búsqueda de culpables.

Y vinieron las dificultades propias de la contradicción entre los humildes y los burgueses, agudizada por la incoherencia del gobierno. Y surgieron formas económicas que corresponden a esta incongruencia, los “bachaqueros”, por ejemplo. Y el gobierno, sorprendido, no atinó a entender el fenómeno que nace de las entrañas de un clientelismo necesario para sustituir en la masa el sueño socialista.

El gobierno, sin comprender el monstruo que había creado, lo que hace es profundizar las condiciones para su crecimiento, continúa con el clientelismo, sigue buscando cómo repartir, prometiendo, y así se hunde más en la lógica del capital, en el egoísmo, creando a sus propios sepultureros: una masa egoísta, insaciable.

La lógica capitalista tiñe a toda la sociedad, Chávez supo que esa lógica debía ser sustituida para poder construir el Socialismo, y lo escribió en el Plan de la Patria. Estos, sus hijos, cometieron el error de faltarle el respeto al monstruo capitalista, pensar que podían manejarlo, la soberbia los llevó a la conciliación nefasta.

¿Qué hacer?

Las dificultades de hoy se corrigen con la rectificación de las raíces ideológicas que nos condujeron al fracaso, y esta rectificación, en primer término, está en manos del gobierno, del Presidente Maduro. Nos debilita más guillotinarlo, satanizar a gobernadores y a candidatos fracasados.

Nada bueno hacemos buscando víctimas. Es la hora de corregir, de dirigir a la masa, de asumir el papel dirigente de la dirección, de dejar de invocar a un difuso pueblo; la masa espera por sus líderes, que la orienten, que le propongan teoría y práctica. El momento histórico espera que esta dirección rectifique, impida el definitivo triunfo del capitalismo, que derrote a la ideología socialdemócrata que le facilitó el crecimiento.

¿Será que los hijos de Chávez entregarán su legado sin disparar una idea, un grito?

¡Chávez vive en el Socialismo!