Que la inmensa mayoría de los ciudadanos votara por la derecha, sí fue un acto sorprendente, para todos. Izquierdas, derechas, socialdemócratas, “neutrales” y los sin partido; para los que creen de Dios y los que no, para los músicos de sinfónicas y los reguetoneros, para la vino tinto y los intelectuales orgánicos, y así, la cola de los sorprendidos es muy larga.
La derecha brinca de alegría, pero aún no logra asimilar las consecuencias del triunfo, ya se hace las mil ilusiones de que podrá revertir la revolución. Los socialdemócratas, después de llorar por la bofetada que le pegó el pueblo, corren desesperados de aquí para allá pretendiendo arreglar en un momentico, lo que no hicieron por la revolución en años. Los izquierdistas críticos tienen diversa apreciaciones sobre lo ocurrido: unos creen que es el momento de acabar con todo, con la estructura del gobierno y con la dirección del Psuv; otros, le echan toda la carga de la derrota a la inteligencia y capacidad de la derecha; hay dentro de este sector, quienes piensan que es el momento de arribar al poder…Bueno, la verdad es que todo el suelo político revolucionario y no revolucionario, se ha sacudido.
Esos es la revolución, lo que los críticos de izquierda no pudieron hacer en mil documentos escritos en aporrea, lo hizo el pueblo con su voto: derribar el gobierno socialdemócrata y sacarle trote a la revolución.
Que genialidad popular, sacarle trote a los revolucionarios de papel, a los desilusionados con el chavismo, a los revolucionarios cómodos, a los luchadores a medio tiempo, a los izquierdistas marginados del Psuv y del gobierno, al sindicalismo reformista, a los corruptos y corruptores, etc.
¡Qué manera más bonita de recordar a Chávez y a Sabino!
Ahora, arreglen las cosas, el pueblo ya hizo lo que tenía que hacer.