Todos los venezolanos debemos aplaudir la disposición a dialogar y apostar al arribo de un entendimiento respetuoso entre las partes que facilite el manejo de nuestras contradicciones sin intervención de terceros.
Ahora bien para que el diálogo sea efectivo se requiere como mínimo tres condiciones:
Que ambas partes estén realmente dispuestas a dialogar y no estén allí por compromiso o para correr la arruga.
Que el Gobierno, la oposición y los facilitadores del encuentro manejen al dedillo la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) y asuman explícitamente que “Dentro de la Constitución todo, fuera de ella nada”
Que las partes en disputa se sientan representadas por quienes participan en la mesa de diálogo y que éstos estén realmente autorizados a llegar a acuerdos legales y legítimos en nombre de quienes representan.
Si bien la disposición del Gobierno a dialogar con la oposición está clara desde los llamados que hiciera Maduro a partir del 2014, no ocurre lo mismo con la MUD. Mientras algunos de sus integrantes se sientan a dialogar con el Gobierno, la bancada contrarrevolucionaria de la AN y otros dirigentes no desisten sino que “suspenden” el juicio al Presidente Maduro y la toma de Miraflores.
Por otra parte, la oposición ha demostrado reiteradamente que no se ha leído la CRBV y que si se la ha leído, no la ha entendido o ha decidido no respetarla. Las actuaciones y declaraciones de sus dirigentes políticos y empresariales siguen teniendo como referencia la Constitución de 1961
Con relación al tercer punto, obviamente hay grupos dispuestos a defender sus principios, sus intereses o lo que creen son sus intereses que no se sienten representados ni por el Gobierno ni por la MUD dialogante. Lo cual no tendría nada de particular si las diferencias estuvieran basadas en visiones y proyectos alternativos de sociedad, tal como ocurre con grupos políticos de “izquierda” o entre los escasos pensadores políticos de la MUD. La que no es nada política ni normal, pero sí peligrosa es la posición de los partidarios de la MUD, reflejada en los reclamos e insultos hacia sus dirigentes por “suspender” el golpe. Los jóvenes de estratos muy diversos de la población que de corazón creen que viven en una dictadura castro comunista o que en Venezuela no hay libertad de expresión, muestra viviente de los efectos perniciosos de la guerra mediática y psicológica, no solo son políticamente peligrosos en la coyuntura actual por su tendencia a la violencia, sino que son un verdadero peligro para el futuro del país. Como también lo son los jóvenes “revolucionarios” que no entienden las contradicciones sociales y creen que estamos en socialismo. Asunto a tratar a futuro.
Por ahora crucemos los dedos a favor del diálogo…