La historia guarda la memoria de lo acaecido, cuando detienen al Generalísimo Francisco de Miranda, después de la pérdida de la Primera República, y de la alocución del Presidente Hugo Chávez, en una de sus tantas y nutridas concentraciones populares en la Avenida Bolívar de Caracas. Dos radiografías memorables.
La historia la mueven sus contradicciones en tiempos y espacios determinados. Conocer éstas contradicciones, implica el manejo dialéctico de su totalidad concreta. Las contradicciones suelen conducir a momentos de inflexión, que de no ser adecuadamente aprovechados por el pueblo, viene su derrota. El sujeto revolucionario es un catalizador, que conscientemente debe acelera las contradicciones estructurales de la sociedad. Si no derrotas a su enemigo de clase, serás derrotado por él. ¿Qué nos ha pasado; el pueblo pone los muertos y sufre las derrotas? ¿Si el pueblo siempre ha luchado, por qué siempre ha perdido? Sus logros son pírricos, frente al costo de sus sacrificios.
Con la llegada del bárbaro invasor colonialista español, se inicia el proceso de resistencia aborigen continental. 26 millones de indígenas asesinados, sus mujeres violadas y sus tierras robadas, con crueles mecanismos de transculturización, donde el papel de la iglesia católica fue clave, son muestra fehaciente de la tenacidad de resistencia de sus originarios propietarios. Por la fuerza nos hicieron occidentales; la transculturización violentó toda nuestra cultura pretérita, para imponernos la exógena. Guaicaipuro es uno de nuestros referentes nacionales de heroísmo y dignidad. Se fue imponiendo la propiedad privada, sobre las cenizas de la propiedad colectiva. Fue un salto social atrás.
No es de extrañar la conducta asumida por miles de nativos pobres (mulatos, zambos, mestizos, cuarterones, quinterones, blancos de orilla, salto atrás, negros esclavos e indígenas), de haber peleado al lado del invasor español. Los terratenientes criollos habían sido sus explotadores. Los éxitos de Monteverde y Boves, se debieron a la presencia del pueblo criollo en sus filas. Con pueblo llano, Monteverde destruyó la Primera República y Boves la Segunda. La Campaña Admirable y el Decreto de Guerra a Muerte, evidencian éste conflicto. Mucho le costó al Libertador entender, comprender y asumir, éste conflicto social de vieja data. Hasta 1818, no es en verdad Bolívar el triunfador militar, fueron liderazgos insurgentes regionales, venidos de la propia crisis social, los ganadores. ¿A quién derrota Rivas en la Victoria, si no fue al pueblo? ¿Cuál era el origen social y económico de Arismendi, Mariño y Bermúdez? ¿Al lado de quiénes peleo inicialmente el Negro Primero? ¿Realidad o mito? ¿Cómo se enriqueció Páez? ¿Por qué no pudo Bolívar aplicar su decreto contra la corrupción que condenaba a la pena capital a los culpables y a su defensor? ¿De dónde social y económicamente venía el Libertador? ¿Por qué la mayoría del Estado Mayor Militar de Bolívar después de su muerte, estuvo del lado de Páez, en resguardo de la oligarquía? ¿Por qué se necesitaron tropas mercenarias? ¿Qué papel desempeñó la tenencia de la tierra en estas contingencias? ¿Qué clase social puso los muertos? ¿Qué clase social fue al final la ganadora?
La historia avanza por la acción constante de sus contradicciones. No hay destino, fuerzas metafísicas, ni casualidades que la determinen. Causalidades y no casualidades la explican. El mesianismo es construcción humana interesada y peligrosa. La historia no es lógica; es dialéctica. De esto se encargan las contradicciones de clases. Intereses antagónicos – dialécticos, clarifican interrogantes. Los hombres reales y concretos y no abstractos e idílicos, se enfrentan por la defensa de sus intereses. Ciertamente, "la violencia es la partera de la historia". El capital reproduce sus características sin descanso; es la confrontación entre la propiedad privada y la fuerza de trabajo. En este devenir de la historia, los pueblos ponen los muertos y se echan al hombro las derrotas, mientras, la gran propiedad privada acumula victorias y riquezas. Es el choque dialéctico entre propiedad privada Vs trabajo. Esta paradoja, urgentemente necesita ser comprendida desde su etiología por los vencidos. Insistir en los errores, producto del pragmatismo, el utilitarismo, el dogmatismo, la improvisación o la ignorancia, agravan las derrotas.
Desde la llegada del bárbaro colonialista español hasta hoy, el 70% de nuestra historia ha sido de guerra. Desde 1498 a 1810, se cuentan por miles los nativos cruelmente asesinados. De 1810 a 1830, la épica libertadora, contabiliza miles de muertos más. Las pinturas de Tovar y Tovar y de Michelena, muestran la clara ausencia de pueblo en la Firma del Acta de nuestra emancipación el 5 de Julio de 1811. La presencia del pueblo está solo como tropa; los heroes generalmente son blancos. ¿Y qué de las valientes troperas que acompañaron como amantes, esposas y solados a las tropas libertadoras? Piar pagó con su vida, su osadia de visibilizar la realidad etnica de la gesta libertadora. Pinturas épicas que no tocaban el fondo del problema socio-económico. En la pintura, Miranda (pardo), aparece como un derrotado, cuando en verdad fue irreverente. Los héroes son blancos. Pueblo es tropa. El pueblo pone los muertos. Los propietarios le temieron a las insurgencias populares. Era imposible impedir o detener el odio popular, amasado por tanta ignominia de los grandes propietarios. Ocurrió lo que tenía que ocurrir: una guerra civil en sus albores. Inicialmente, no fue ésta una gesta popular, debió hacerse popular, para sufrir menos derrotas.
Dos tendencias de propietarios se abalanzaron para llenar el vacío político colonialista español: los de la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII, y los de la Junta Patriótica. En la primera estaban los mayores latifundistas, en la segunda los medianos propietarios. La propiedad de la tierra era el fruto de la discordia. "Los mantuanos", querían continuar con la anexión a la metrópoli, para garantizar su dominio sobre tierras, productos, semovientes y personas. El pardaje, tocado por ideas europeas más avanzadas, buscaba soberanía política, con libertades económicas. Bolívar toma la inicial idea mirandina de la integración continental: "la patria es América". Ninguno de los dos bandos, querían lo que ocurrió: "la guerra de colores". El pueblo contenido en los mulatos, zambos, mestizos, cuarterones, blancos de orilla, salto atrás, negros esclavos e indígenas, pagaron con sus vida su osadía; se mataron entre sí. De 1830 muerto el libertador, hasta 1900, "Las montoneras" en clara lucha por la tenencia de la tierra, contabilizaron miles de muertos más. La consigna de Zamora fue elocuente: "Tierras y hombres libres". "El Gendarme necesario" vino de los andes, a poner "orden en las cárceles, trabajo en las carreteras, y paz en los cementerios". Al lado del "bagre", los terratenientes amasaron más fortuna, y en éste entorno, otros hicieron la suya. De 1900 a 1936, otra andanada de miles de presos, muertos y expatriados. De 1936 a 1958, las torturas y los asesinatos, eran políticas de Estado, salvo el breve período del General Isaías Medina Angarita. De 1958 al 1999, la sangre de patriotas tiñó el territorio nacional, y la represión brutal, siguió siendo política de Estado. ¿Cómo conquistar la paz en medio de tantas diferencias? La barbarie se detuvo, cuando "llegó el Comandante Chávez y mando a parar". La esperanza nacional renació, y en poco tiempo, mucho se aprendió y logró. Hoy esperanzas se marchitan y temores nos asaltan. (Continuará el próximo sábado).