Los defensores a ultranza de Maduro hablan de cifras y medidas que el FMI exigiría, en caso de someterse a sus dictados. Y eso es cierto. Desde su fundación, el organismo contralado por los capitalistas de occidente, de los mismos países de la OTAN, son como esos viejos médicos o curanderos que para cualquier enfermedad tiene un "sanalotodo". Donde el organismo llega con sus préstamos, para garantizarse les sean devueltos con sus debidos intereses ponen las mismas condiciones. La receta e la misma. No importa tiempo y espacio, llueva o el verano se intenso.
-"Te presto lo que quieras. Pero debo asegurarme me pagues. Y para eso te exijo las siguientes medidas". Dicho eso largan su rosario y crean sus mecanismos para garantizarse eso suceda.
Los servicios públicos hay que privatizarlos y permitirles a quienes les compren a precio de "gallina flaca", aumenten las tarifas hasta donde lo crean conveniente. Si el servicio disminuye, en cuanto al número de usuarios no importa, las nuevas tarifas y la menor inversión en mantenimiento y extensión, mantendrán el negocio rentable. Con Maduro no es así. Pues las tarifas son muy bajas, pero la calidad del servicio disminuye, como que a los ahora usuarios de CANTV se les va la línea con frecuencia y a un montón cuesta que se la repongan y si es que eso hacen. El servicio de internet, igual y cuando no se va por largo tiempo o definitivamente, va y viene, en intermedio de minutos y la velocidad de la bola hace que esta se le vean las costuras. Ahora, tampoco es que Maduro y los suyos, no las aumenten. Las han aumentado con discreción, pero el servicio empeora. Y van a seguir aumentándolas. Es decir, para ellos es importante que uno crea tener el servicio y sueñe.
Propone el FMI que se disminuya la inversión en educación, justo para que a él se le pueda pagar y aumente la matrícula privada. Con Maduro, no sucede así. Se defiende en el discurso la escuela pública y gratuita, lo que uno también defiende. Pero a las escuelas públicas no se les manda lo más mínimo para funcionar y los salarios de los docentes, por lo miserable, están provocando que de ellos, muchos se estén marchando del país para trabajar allá y poder mantener la familia que aquí dejan. Y de paso, la matrícula privada disminuye por el mismo motivo y porque los usuarios no pueden pagar las cuotas mensuales. Y la pública también disminuye por falta de maestro y la deserción, pues "lo primero es el comer" y sin comer nada se entiende por mucho a que uno le expliquen, aumenta cada día.
También plantea el FMI que se le reste al máximo a la cifra de inversión en salud, de manera que eso abra el negocio a los inversionistas y los pobres, por lo caro que eso resulta, aunque la disminución del servicio público se vean afectados. Con Maduro es otra cosa. Ahora, médicos, especialistas o no, en buen número se marchan del país por el mismo asunto de los maestros, el bajo salario. Lo que afecta el servicio de salud, público y privado, sin olvidar que en esos hospitales, como en las clínicas privadas, no hay medicinas y en aquél, en veces, muchas veces, ni siquiera jeringas, algodón y alcohol. Pero el gobierno tiene su estilo. Se conforma con decir lo contrario y hasta cree que eso sana o disminuye las enfermedades, "pues pa´ qué carajo me voy a enfermar si seguro me llevan a un hospital y allí muero de mengua".
El FMI pide, en eso no hacen excepciones, que se liberen los precios de toda mercancía, de manera que productores y comerciantes, según ellos, de acuerdo un viejo cuento o historia inventada, se vean limitados por "las reglas del mercado"; "ellas pondrían el justo equilibrio". El gobierno no está dispuesto a eso y en la teoría se ve muy bonito.
Por lo anterior, Maduro y los suyos no creen en darle rienda suelta, por decreto, a los comerciantes para que se desboquen, como tampoco nosotros. Pero Maduro y los suyos, lo dicen y usan como bandera. Pero entre el decir, agitar de banderas y hechos hay mucho trecho.
En Venezuela, sin que medie acuerdo alguno entre el gobierno y el FMI, entes que por demás dicen odiarse, rechazarse y ser como polos opuestos, sin olvidar que estos se atraen, los precios "andan a la libre", para decirlo a la manera de Henry Ramos Allup. Aquí cada quien pone el precio que le venga en gana y cuando le dé la gana. Es decir los comerciantes andan desatados y sin ánimo alguno de parar. Y lo más curioso es que al gobierno eso le trae sin cuidado. A tanto hemos llegado que el precio de un producto difiere según el medio de pago. Si este se hace con dinero efectivo tiene un precio que ya es especulativo y si con débito o medio electrónico, que es igualmente efectivo, no crédito o pago deferido, otro que podría ser hasta el triple. Hasta donde sé, con la entrada del FMI en país alguno, se ha visto tamaña estafa "legalizada". Así la califico, porque eso al gobierno le trae sin cuidado. Hoy fui al banco a buscar una platica, para comprar algo en efectivo y sólo estaban dando en el de Venezuela, 40 mil bolívares y no pude hacer la operación, porque la cola afuera de la oficina, en plena calle, estaba bifurcada y en cada bifurcación había más de cien personas.
De vez en alguien muy integrado al gobierno protesta como para dejar constancia de un desacuerdo, pero no tarda en cerrar esa novela. Es tan así la cosa, que gente que ve al gobierno con buenos ojos y como en actitud de estar defendiendo la soberanía y los intereses populares, últimamente ha optado por pedir desesperadamente ¡Soluciones ya!. Cansados de verle distraído, jugando a la política, el solo ganar elecciones y que sus íntimos conserven sus privilegios.
Se podría seguir, hasta hacer una letanía larga y fastidiosa, pero el lector sabe más que uno de cuanta cosa podría agregarse. Y hasta podría estar preguntándose como uno, si con estos amigos para qué necesita uno enemigos como el FMI.