Cuando uno ve cómo se trama una conspiración en contra de la sociedad; cómo una familia o dos son capaces de robar a todo un país en nombre de la revolución o de la democracia, uno se asquea de todo, pareciera que la capacidad de desengaño no terminará nunca. Lo que uno intuyó hace tres años ahora lo siente, el que miente ahora te lo restriega en la cara, sin poder hacer nada, confortándonos tan solo en hacer nuestras cosas bien y de forma inversa a esas personas ordinarias, torpes, que destruyen un país y joden a una sociedad completa, solo por llenar el hueco de sus insatisfacciones. Igual se mueren, pero ¡qué es eso para ellos! Se complacen en su breve día, un día de mala fama, luego mueren, como todo el mundo.
Bolsonaro nos ha demostrado con evidencias irrefutables que el covid-19 es una "gripeciña", ¡le ha dado dos veces! Igual Tarek El Aissami, no duró con la infección casi nada. Veamos cómo les va a Diosdado, a Darío Vivas y a los gobernadores; esperamos que este virus inteligente se dé cuenta de que son funcionarios públicos imprescindibles.
La pelota caribe. Si Trump hubiera nacido en Colombia ya se hubiese infectado y recuperado tres veces de convid-19, pero él presidente del imperio no juega caribe, prefiere apelar a la fuerza de su guardia nacional que exponer su sistema inmunológico y tentar al diablo con su mentira (si se infectara de verdad a lo mejor se muere).
El corona virus ha sido tan útil a los fines personales de los políticos como lo fue la famosa computadora de Raúl Reyes para los gringos, un forma de saltarse la ley adoptado luego por Jorge Rodríguez y el fiscal con una memoria flash para acusar a medio mundo de traición, extrayendo información a conveniencia de ese perolito como si fuera el bolso mágico del gato Félix. Pero el virus es mucho más plástico, más versátil, sirve para reprimir, para contener, para esconderse, para descansar, para desaparecer, para activar la economía, para frenarla, para hacer negocios (en el capitalismo todo sirve para hacer negocios), para destruir negocios, sirve como tele transportador, según como se gradúe su intensidad de letalidad: es como una válvula que se abre y se cierra.
Ahora en cada reporte de Jorge (o cada dos o tres reportes) aparece un gobernador infectado o un ministro; es curioso. Salen a la calle a darle batazos a los que rompen las normas de control y ellos se infectan en sus oficinas, ¡curioso! Pero siempre habrá una explicación lógica; para eso están siempre dispuestos los más inteligentes, para revelar esos misterios.
El alma de hienas de nuestros dirigentes, de cazadores furtivos; el hambre de lucro y la codicia les impide respetar los justos procesos a fin de solucionar el problema de la pandemia, de los muchos que realmente se mueren y padecen la pandemia y de hambre. Pero de la misma manera que sus insatisfacciones primitivas, esa voluntad de no ser útil a nadie sino a sí mismo, no permite que los pueblos sean un poco más felices... ¡Lo indignante de ésto es que mucha gente sufra, padezca necesidades en un país rico como el nuestro, por la desesperación, la ansiedad de seres tan ordinarios y soberbios! De la síntesis de todos ellos no sale un hombre ni una mujer completos, no digamos un líder estadista, cuando mucho un homúnculo sin escrúpulos, sin conciencia, sin vergüenza, un tumor insaciable, que, como los homúnculos, consumen sangre inútilmente, como si fueran humanos pero que no lo son.
¡Qué les costaría simular que son estadistas y convocar a los que saben para solucionar los problemas! Primero, les cuesta inteligencia. Luego el orgullo marginal de reconocer que no saben, con sus ventajas de lumpen pequeñoburgueses; les impide la nobleza de corazón, son seres ordinarios, astutos, mentirosos, sin ambiciones humanas, solo tienen apetitos y conducta de chacales. Les es difícil acostumbrarse al poder, tienen que aplastar a mucha gente para adaptarse a él y conservarlo. ¿Y para qué? Los muy tontos se van a morir como todo el mundo, y sin gloria.
La gloria está en ser útil a la sociedad, a la humanidad. La única ambición que vale la pena es trascender en el tiempo con esa gloria, lo demás se pudre en la tierra, se pierde como una lágrima en la lluvia. El socialismo es la posibilidad real de hacer de cada ser humano un individuo útil, un hacedor de civilización; es trabajo creador con el pensamiento puesto en esa perfección humana, cada quien contribuyendo en la gran obra de la humanidad, la única forma de trascender, de alcanzar la inmortalidad, no existe otra. Con tanto oro a cuestas, el hombre y la mujer desprovistos de espíritu se hunden en el pantano, igual pasa llevando mentiras porque pesan más que el oro.
Personalmente yo justificaría un enorme robo a la sociedad si fuera para moldearla en una nueva, más bella y más fuerte, a imagen y semejanza de un espíritu elevado, más allá de toda pacatería democrática. Pero, robar por simple mezquindad, por envidia, por codicia, por igualar a los demás en la propia degradación,… en comparación, estas motivaciones harían del mismo robo un oficio superior y digno. Nuestros políticos se han dedicado a ostentar de la mentira, a degradar todo lo que tocan, inclusive al robo; son más corruptos y decadentes que el mismo delito. Su rapacería es una afrenta a la especie humana.
Tenemos la obligación de elevarnos por encima de esta pobreza de espíritu, humana, de los politicuchos y líderes de televisión y tuiter. Denunciar el raterismo, el saqueo del país para alimentar la miseria de dos o tres familias de inútiles. Es tiempo de emular a Bolívar y a Chávez sin complejos, sin la gazmoñería de los académicos y la hipocresía de los traidores, Vamos a cambiar y forjar una nueva, más bella y más fuerte, más justa, más armónica. Que la historia los juzgue y su vacuidad los condene.
¡Patria socialista o muerte!