La política venezolana se resume a una espera ansiosa.
El madurismo enterrador espera, teme un estallido social y no halla cómo justificarlo, como endosárselo a cualquiera menos a su ineptitud, a su mal gobierno. La oposición gringa espera una invasión que le entregue en bandeja el consulado de una Venezuela convertida en colonia.
Este es el ambiente político de Venezuela, la espera que otro haga, que otro justifique. El vacío se puede aventurar, y decir que esta forma de hacer política es reflejo de un país rentista, donde la relación esfuerzo-logro se fracturó. O quizá se deba a una parálisis post traumática, a un duelo insondable por el asesinato de Chávez que impide la reacción oportuna de los factores políticos más luchadores.
Este esperar y que nada suceda es de alto riesgo. Las masas sin dirección, aturdidas y desconcertadas pueden caer en manos de aventureros de la política, todo esto es terreno para que prosperen crueldades; además, los factores políticos más desprovistos de principios ético, más pragmáticos, caen fácilmente en la tentación de construir los sucesos que justifiquen sus mentiras, o endosar al contrario anticipadamente las rebeldías de las masas hambrientas.
Ahora aparece el madurismo pronosticando disturbios creados por trump como parte de su campaña electoral, es posible que así sea, pero también podemos pensar que es otro pote de humo de los muchos que ha inventado el madurismo enterrador. Esta costumbre de construir lo conveniente, de crear los hechos presagiados, lesiona la capacidad de racionamiento de la población. Según el gobierno, es posible afirmar lo que sea saltándose la fase de la argumentación, las pruebas, sólo afirmando cualquier disparate, simplemente como un chisme, nunca reconociendo un error, una falla.
Los guadioses cumplen de papel de villanos en la gran novela de esta simulación de democracia. Mientras, calculan que la presión internacional, las medidas económicas, produzcan una elección donde ellos sean ganadores; y la posibilidad de triunfo fácil, de mango bajito, los divide en tantas fracciones como candidatos se sientan con chance.
El país se encuentra en un vacío, en realidad somos un nopaís, no hay ni gobierno, ni siquiera gobierno, ni siquiera quién dé una información medianamente creible. Este peligroso abismo clama por la acción de los únicos que pueden sacar a Venezuela de la inacción: el Chavismo de Chávez.
Es hora del llamado a la unidad de los factores honestos, de los justos, los humanistas. Ya los maduristas tiene su bloque, los guaidoses tiene su grupo, ellos esperan al maná político. El país no puede quedar en manos de estas opciones devastadoras, o la locura de un fascismo increíble.
Venezuela merece que se construya la opción de la Esperanza, que se le devuelva el sentido de la vida, que todo vuelva a adquirir sentido. Es un reto para los que fueron colaboradores de Chávez y hoy están perseguidos relegados, calumniados, olvidados; para el Partido de Chávez hoy secuestrado; pero también es un reto para todos los honestos, los justos, los de buena voluntad.
El país espera la acción de sus mejores hijos.