No solo de política vive el hombre, los políticos no nacen, se hacen, con sus defectos e imperfecciones, con sus carencias y sus convicciones, muestran lo que son y lo que han llegado a ser; pero lo auténtico se traspira sin necesidad de apuntadores para decir lo que sienten. Otra cosa son los imitadores, los que hacen milagros con escapulario ajeno, lo que se quedan con las limosnas y con el santo, y sin límites, pierden todo contacto con lo real, y sólo pasan a manipular la realidad para que todo cuadre con sus intenciones de cumbre en cumbre y de abismos en abismos, conduciéndonos hacia un fin manifiesto del que dicen haber sido tocados por el creador, he ahí donde se incuba el falso mesías, que se descubre frente al mundo tal como es, lleno de vanidad, afectación, jactancia. Para darnos cuenta de tal aserto, basta con solo fijarnos en una exploración de buena parte del vasto espacio inmanente que ocupa el campo de lo humano. Sumergidos por signos e imaginarios, su abordaje y remitificaciones son requeridos a niveles, planos y dimensiones, que entre otras, son diversas y complejas reacciones que arriban de situaciones cargadas de intenciones ancestrales, ocultas en las largas noches del tiempo transcurrido en cúmulos y circunstancias.
Todo emerge y son sus manifestaciones en este mundo, y van desde lo absurdo, cruzando las miradas siendo capaces de vislumbrarlos entre claroscuros, entre sombras que se reflejan a lo lejos, en el horizonte, y donde especulamos llenos de prejuicios, que nos distorsionan la percepción de sus formas, siendo en el fondo no más que ilusiones. Puesto que no puede haber recuerdo de lo que no se ha visto o vivido, pues sólo imaginamos desde que nos ha sido dado a la luz de ideas, la madurez necesaria para transformar lo ingerido en energía suficiente para la acción, aunque siempre permanezca oculta la otra cara de lo que no vemos. Estos serían apenas los bordes entre los límites en los que escritos bajo códigos encriptados, son limitadas informaciones a las que tenemos acceso, y levantando los hombros asentimos que frente a lo real está lo metafísico, y la realidad que hemos tomado como referentes, necesitados como estamos de complementarnos entre espacio y tiempo, accediendo apenas a lo que nos posibilita, según lo criterios occidentales, que no atiende más que a lo concreto, a la materialización de la energía, sin tener plena conciencia, que es ésta lo que da acceso a todo lo que hay, y lo que no hay.
Es entonces pasar de la partícula como singularidad, al devenir en verbo, con sujeto y predicado, condicionando lo humano, como imitador de la naturaleza, inventor de los criterios y conceptos, creador de lo creado, a imagen y semejanza de cuanto no es capaz de ver, en un campo inmenso del despertar de la conciencia, disipándose ahora sí todas las incógnitas, los enigmas, las dudas, y así la eternidad se nos presenta como lo que es, ese recorrido que emprendimos y es sendero de vida en la plenitud incorporada, sin fin. Todo está escrito, nada es casual, no hay azar, solo existencia como vestigio de lo que hacemos con nuestra vida, con la libertad de elección, cuando desde el libre albedrío con plena libertad asumimos lo que somos, a tenor de ser seres, entidades surgidas de la nada, hecho concreto como residuales de un estado determinado por las circunstancias que vamos adecuando al inventar nociones de cierta notoriedad que impactan sobre el resto que no sabe que sabe, puesto que sabe que debe extrañarse ante tanta ilusión de los sentidos, que solo reflejan lo que se ha incorporado en la trama de lo tejido cuando la chispa de vida comenzó a ser existencia dada en el universo de una a otra existencia peregrina.
Bastaría que nos remitiéramos a la historia de las ideas, de las sociedades y las mentalidades con las que se encarnan en las distintas épocas un modo de ser mientras estamos armando el rompecabezas civilizatorio. Los esquemas a escala son las piezas del conocimiento que ocupan su espacio en su tiempo, por imposición sobre otras culturas, entonces tornadas civilizaciones, sería el campo de batalla entre los que poseen y los desposeídos, pues las pretensiones que se han acumulado, y se proyectan hacia el entorno, describe hasta dónde y cómo se ha tejido la trama que gira en torno al poder para controlar, sobre todas las cosas que pertenecen como naturaleza, entre todas las creaturas en sus reinos erguidos sobre inmenso y vastos parajes de los espacios donde se manifiestan sin pausa ni concierto, todo cuanto se expresa en la dimensión de lo inconmensurable que es puro pensamiento, pura creación del intelecto, al cual se le ha llegado a tener por hecho, en un panorama que se ha entendido erróneamente, para confundir, para dividir, para seccionar y sesgar el modo de ser de lo que está y da curso a todo.
Mostrar de qué están hechas las cosas nos remite a los límites de lo mítico con toda su carga de tiempo mágico, caracterizado por las religiones ancestrales, esa drástica forma de interpretar las intempestivas facetas de la espiral que se abre y expande mientras pensamos en la quietud y el sosiego, mientras la inflación expresa la medida que la técnica muestra con sus medidas y la ciencia nos alcanza cada vez más a una respuesta que busca fuera y lejos de toda duda, ratificando que no está dado ni dicho todo lo que hay y lo que se debe decir, imponiéndose como el progreso, que es lo industrial hace apenas siglos, cuando son milenios, son millones, los que de seguro han debido surcar las distancias en el conjunto de los tiempos donde se ha expresado a partir de la energía que se expresa en materializarlo todo. Son estrellas, son planetas, asteroides y cometas, son todas las manifestaciones conjugadas del polvo cósmico que se expone ante la mirada curiosa que busca en la noche elevando el rostro para alcanzar a ver hasta donde sea posible que se alcance a ver con los ojos, dejando que nuestro cerebro interprete las formas que se muestran con la posibilidad de la luz reflejada hace millones de años transcurridos.
Otras posibilidades están ocultas, no las hemos desarrollado, requieren que seamos consecuentes y le dediquemos la total y absoluta atención, pues se trata de lo que es siendo manifestación y existencia a la vez, que las especies muestran a su manera, frente al libro abierto de la naturaleza en la que medran, y de la cual se aprende todo lo que hay que aprender para estar despiertos a la experiencia de la existencia que nos demanda el darnos cuenta. Es un proceso, un continuo, un hacerse cada instante, cada momento particular que va mostrando cómo con cada acto se completa un tramo sobre la base de un recorrido eterno de las sombras que se materializan y se muestran tal cual como la consecuencia de causas previas, y el fin es la utopía, la carga consciente de que valen las intenciones, tanto como tú te aprecias siendo entre las cosas que son, y que alcanzan cierto grado de placer como respuesta al plano en el cual te manifiestas, más corporal, más mental, más espiritual, como conciencia plena y pura. Esto es lo que se muestra en el sendero de los maestros, tu propio paso sostenido hacia tu propio conocimiento egóico a superarte a ti mismo, que es mirarte en ese espejo de completitud que es la otredad.
Dejar las cosas como las encontramos es lo pertinente, otros verán a su momento que tienen de donde escoger y elegir sin imposiciones directivas, aquello que debe alcanzar, con sus gustos y sinsabores, con sus intenciones y sus compromisos, caminando sobre sus propios pasos mientras tantea el mundo en que discurren los segundos que van descontando los movimientos de expansión e implosión que las mentes superadas intuyen desde más allá de las percepciones, pues no hay obstáculos más que los propios que creamos a nuestro alrededor, si no permitimos que sea el espíritu que se refleje en el espejo del estanque, donde ego y sombra logran alcanzar el justo medio, el centro en que se concentra toda la esencia en el equilibrio de las cosas y las formas esenciales. El yo soy en cada ser es lo que cuenta, no el sólo ser individual y egoísta que se cree el único predestinado para guiar a los demás, como si no cabría otra opción. Es como limitar la luz, el movimiento, las distancias o la manifestación de la partícula en sus posibilidades de ser onda y vibrar al mismo tiempo, incluyendo tiempo y espacio en la misma ecuación, donde todo es en la posibilidad de la nada que se manifiesta como posibilidad en las dimensiones a las que aspira la intensión de quien observa lo observado y mueve desde su mirada aquello que es. No son ofertas, ni promesas, es lo que es, y lo que hay es su consecuencias, sin posturas ensayadas, sin ilustraciones manipuladas, sin muestras falsas, de las que buscan un efecto de esperanzas hueras, que es el infantilismo de entidades que no han ascendido, y menos responsables que el resto no asumen sus equívocos , arrastrando consigo a quienes alelados siguen sus mismas posturas ofrecida la víspera, y lo que el viento se lleva sin que puedan impedirlo como personas devaluadas en lo que se han convertido. Este es el tiempo de la verdad revelada para los que quieran despertar y verlo con sus propias almas en su expresión akashica como memoria.