Cuando el hombre se propone una iniciativa para fundar o crear una institución casi siempre está la razón de una necesidad, es decir el para qué de lo que está concibiendo. De esta simple conclusión creo debemos comenzar a explorar la propuesta que ha colocado en la palestra política el líder revolucionario que en la última década se ha echado sobre sus hombres la responsabilidad de la necesidad y urgencia de construir una estructura que sea capaz de sostener el andamiaje del proceso que conlleva la transformación de una sociedad que está cargada de muchos vicios y desigualdades, por otra forma y manera de convivencia donde el hombre como genero sea el epicentro de la razón de todo esfuerzo, de toda diseño, de toda política en todos los niveles de la vida. Entonces ello conlleva necesariamente a la búsqueda de una definición para sumir de una vez por todas lo que queremos ser; no se puede estar en medio de dos aguas, se es o no se es.
Esto lo reseño por que a la luz de los acontecimientos que se generan en el planeta y muy particularmente en nuestro país la lucha está entre seguir cabalgando sobre la cresta de la ola del capitalismo salvaje o por el contrario abrazamos las líneas trazadas por el Presidente de la nación, quien nos está convocando a comenzar la construcción de un modelo humanista, libertario como es El Socialismo.
Ahora bien, si está estructura organizativa se la dejamos a las elites, a las cúpulas, a los cogollos de las organizaciones partidista que están allá en Capital de la República, corremos el riesgo que aquello se convierta en un saco de letras y colores que se puede convertir simplemente en una especie de Torre de Babel de la política, pero donde nadie se entiende, donde los intereses grupales o particulares estarán al acecho para saltar como la liebre en el momento menos pensado.
De allí que en mi criterio, y creo que ese es el pensamiento del Comandante de la Revolución, que el éxito del Partido Socialista Unitario de Venezuela (PSUV) debe surgir de abajo, de las bases populares, nacer del propio seno del pueblo, para que pueda tener futuro y así cumplir el acometido de construir con su sapiencia el modelo o sistema político, económico y social que venga a dar el mayor cúmulo de felicidad
a las grandes mayorías del país que históricamente estuvieron explotadas y excluidas y quienes son al fin y al cabo los únicos dueños de las riquezas que como bendición tenemos bajo el subsuelo todos los Venezolanos.
Aquí sin complejo alguno, tenemos que acuñar que en verdad se requiere, se necesita con urgencia una verdadera organización partidista que sea del pueblo, que surja del calor del propio pueblo, para que sea ciertamente “El Partido del Pueblo”, pero que no se quede tan solo en consigna, sino que de verdad, verdad lo sea, cumpla en su papel diario de luchar y luchar para que las cosas cambien y se conviertan en bienestar del mismo pueblo e incluso de otros pueblo allende la patria, porque no olvidemos que el socialismo en esencia es solidaridad.
El Partido de la Revolución no puede, ni debe estar constituido por mercaderes de la política, ni por burócratas que no se cunen de pueblo, que no se vinculan al tejido social, que desprecian a los pobres y solo se acuerdan de él, cuando lo necesitan para una elección donde como excelentes oportunistas hacen el papel de candidatos. Por eso en contraposición a esos camaleones de la política, considero que el Partido Socialista Unitario Venezolano (PSUV) debe estar constituido, conformado por verdaderos dirigentes del colectivo social que conocen y saben de los padecimientos y necesidades de los de abajo, de los que al fin y al cabo son dueños del poder.
El Partido que queremos, pero más que eso, el partido que reclama el momento histórico tendrá que ser una verdadera academia donde la formación ideológica tiene que estar presente como el arroz en casa, ya que una organización de masas, una estructura que nace para cambiar lo caduco, lo dañino del sistema que queremos dejar atrás, no puede ser un mero cascaron organográmico que terminan siendo solo eso, fichas o figuras de papel, que nada hacen, que nadie dicen; recordemos que sin ideología definida no habrá proceso de transformación y menos aún revolución que valga.