Vargas Llosa, Miley y los buenos votos

No sabemos qué dirá Vargas Llosa sobre todo esto, de seguro está contentísimo de que al fin la gente haya votado bien. Su famosa boutade, con su prepotencia de aristócrata conquistador, pasó ahora a manos de los contrarios. Un Premio Nobel de influencer, quién imaginaría. Se merece ahora el de la Paz, pero Obama estaba en pie de guerra, y ya se lo ganó… Sin embargo, no basta con ser un académico de la Real Lengua para salirse del fango en el que lo hundió su fallida candidatura presidencial. Tanto rencor hace úlceras y brota sangre por las plumas. No era el momento, tenía que esperar a estos tiempos de zamuro cuidando ovejas. Ahora, un economista mesiánico se levanta en el horizonte y mueve sus alas.

El famoso escribidor de advertencias se equivocó. No es que se vote bien o mal: se vota en democracia. Y Argentina prefirió castigar castigándose, es la realidad la que cambia. Eso pasa cuando no se cuida el bienestar de la gente, o no se logra atenderla, mientras la corrupción lava cara y dineros, con las leyes dentro. No hay excusa ideológica ni estrategia que explique esto. Triunfa el voto castigo, aunque vencer no convence, advirtió Unamuno. Y sí, claro que es un fracaso de la izquierda, la mucha prepotencia derechista de quienes mandan. El voto castigo es siempre la respuesta más rápida, aunque se termine peor, aunque destruya lo poco avanzado, aunque cambie la historia para decir que ya lo habían dicho y se lo merecen. Ya Venezuela no sirve ni a los buenos ni a los malos votantes. Las fakes-news juegan con fuego y el rancho es de paja. Las sanciones coercitivas, unilaterales, absurdas y amorales funcionan, señores, sí, se vive peor, y por eso había que tener limpio el patio, y lleno el morral para afrontarlas con furia, más si se tenía con qué. Pero no hay cuerpo que aguante. ¿Un millón de millones, ya? Encima, tanta salida, tanto horror, que hasta la gente se va, muchos a vivir peor, con tal de decir que todo está muy mal.

Nadie a esta altura puede excusarse con que no se sabía, luego de que Bolsonaro se desdobló como un Trump segundón. Dios ciega a quien quiere votar mal, aunque ponga bien los acentos. Y en los alaridos de Miley aturde la falta de argumentación y sintaxis. Irrespeta como aparatos reproductivos lo que los zurdos llaman "mujeres", y las mujeres votan, y los gays, los pobres, los marginados, pero sobre todo los jóvenes, que son mucho de todo. Hay que matar para defenderse del que es diferente. ¿Derecho o derecha? ¿Darín o Darién? Contaminar es parte de la libertad, hasta que la muerte nos depare otro planeta. También insultar al Papa o excusar a Videla, luego se desmentirá. Sin embargo, ya no votan esos treinta mil equivocados… Siempre los enemigos son peores, así que mejor pasen las Malvinas a manos más eficientes. ¿No se sabe, dicen?

Cambalache, hoy cualquiera es señor presidente, ahora el futbolista y cantante de rock asume tipo Zelensky de comedia. Ondear la bandera israelí (y una que otra venezolana) es más una vergüenza que una provocación. No le importan catorce mil muertos palestinos, hasta ahora, ni los cinco o seis mil niños borrados del mapa, si salvarán los recién inseminados argentinos del futuro. Alguno podría ser como Maradona, lástima que haya sido un zurdo de mierda.

Por cierto, nada más claro que ese lenguaje, soez y agresivo. Argentina grande otra vez no le suena ni a Trump, que se quedó esperando el petróleo venezolano, a confesión de parte... Volver al siglo XIX es rehacer una Batalla del Desierto y arrasar con la barbarie de indios travestidos de comunistas. Alos morochos también, que se les ve la costura, che. Martín Fierro siempre con malas juntas, pero valiente, sabés, casi como María Corina, eso es lo que importa. Dejemos las ideas y el apellido aparte.

Vamos, Miley, vamos, aprovéchate de esos buenos votos mientras duren, que la realidad despierta rápido, incluso con la nariz rota.



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Alejandro Bruzual

Alejandro Bruzual es PhD en Literaturas Latinoamericanas. Cuenta con más de veinte publicaciones, algunas traducidas a otros idiomas, entre ellas varios libros de poemas, biografías y crítica literaria y cultural. Se interesa, en particular, en las relaciones entre literatura y sociedad, vanguardias históricas, y aborda paralelamente problemas musicales, como el nacionalismo y la guitarra continental.


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