Bemoles de la reforma

Ya sea que uno esté o no de acuerdo con el asunto, habría que hacer un esfuerzo considerable para estimar que las reformas propuestas a la Constitución son cuestiones de estilo, que no afectan el espíritu, propósito y razón del texto original, redactado por los constituyentes de 1999. Dicho esfuerzo se convierte en una tarea ciclópea cuando se trata de convencer al resto del país de que, por ejemplo, el Estado socialista proclamado en el nuevo articulado es un cambio de menor cuantía, que no amerita una Asamblea Nacional Constituyente.

Creo que la sinceridad comienza por no caernos a cobas entre los del mismo equipo, pretendiendo que algo no es lo que parece. Lo que podría ocurrir si la Asamblea Nacional le escurre el bulto al debate es que no todos se cuadren disciplinadamente para exclamar: “A sus órdenes mi jefe. Sin novedad en el frente.”

Resulta que sí hay novedad en el frente. El PSUV debe estar abierto al análisis esclarecedor y no aceptar hechos cumplidos sin chistar ni presentar sus alegatos.

Naturalmente apoyo al Presidente Chávez en buena parte de sus propuestas, en particular las referidas al socialismo; pero todas deben ser discutidas en sus diversos aspectos, sin que los diputados y los activistas del PSUV teman hacer planteamientos que difieran de los deseos presidenciales.

Creo que esta posición puede ser compartida por los estudiantes revolucionarios, en particular los que se han destacado por no actuar como dóciles ovejas, que se incorporan sin chistar al redil oficialista.

He dicho, y lo sostengo, que Hugo Rafael Chávez Frías será, mientras viva o él lo quiera, jefe máximo de la revolución socialista venezolana. Para ello no necesita, e inclusive no creo que resulte conveniente, ser Jefe del Estado y del Poder Ejecutivo, así como supremo ideólogo, líder partidista y principal propagandista del oficialismo.

Así no nos complazca admitirlo, hay cosas que no funcionan bien en el país. Millones de venezolanos humildes tienen la fe puesta en el Presidente aún cuando no hay maneras de que les resuelvan sus problemas. ¿Hasta cuándo se aferrarán a esa esperanza?

En lo personal no estoy de acuerdo con la reelección indefinida o continua. No se trata tan solo de Hugo Chávez; la Constitución no puede ser hecha como un traje a la medida de una persona pues mañana puede ser otro el que pretenda que lo reelijan y entonces se complicará la situación.

Las asambleas populares, las reuniones de los batallones del PSUV y el “parlamentarismo de calle” (si acaso este último funciona con seriedad) no pueden ser concursos para ver quién grita más duro “¡Patria, socialismo o muerte!”

Quisiera oír opiniones de camaradas cuya lealtad a la revolución está fuera de toda duda. Hombres como Luís Britto García, Gustavo Pereira, Earle Herrera, Roberto Hernández Montoya, Ernesto Villegas y otros, al estilo de los universitarios de la Comisión Presidencial. Quisiera presenciar debates abiertos en televisión, donde no haya miedo a expresar criterios divergentes de la línea oficial.

El Presidente Chávez inició sus palabras en la AN señalando que respeta la critica siempre y cuando sea de buena fe. En mi caso lo he respaldado con todos los hierros desde el 4-F de 1992.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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