Batallón Adentro

Seamos capaces de generar nuestras respuestas. Debemos esforzarnos en romper las cadenas culturales que nos han llevado nariceados hacia caminos que no son los senderos de la comunidad, que no interpretan el día a día del entorno que vivimos. Estar conformes con lo que nos dan es el principio de creer que nuestros derechos son poco menos que quimeras.
El avance de este proceso revolucionario está a punto de ir a la más importante batalla en diez años de existencia. No hay espacio para equívocos.

Enfrentamos a un enemigo poderoso, mimético, implacable y sediento de energía. No le importa la humanidad, solo trascender. Se nutre del egoísmo que hay entre nosotros, se solaza cuando evidencia el sectarismo y las individualidades. Es difícil establecer muchas veces desde donde llega el sutil hilo que mueve la perversa marioneta contrarrevolucionaria. Harto sabemos de agazapados y traidores que se sirven dentro del proceso de las necesidades del Pueblo. Solo ven en la gente adminículos para consolidar un proyecto particular. Con un aliado formidable, la burocracia, logran ralentizar los avances.

En la medida en que nos demos nuestras propias respuestas, lograremos domeñar al monstruo burocrático, cuya inercia anquilosa al poder popular. La referencia manida de que contravenir el status quo es indisciplina sirve de bozal a quienes realmente lo son, pues están al servicio de particularidades que con frecuencia –demasiada, estimo- no propenden a transferir el poder al Pueblo, contraviniendo directrices concretas y precisas del Líder Comandante. No es una minucia que a diez años de su llegada al poder, tenga que expresar que esta cansado de cargar bacalaos. Quiero decir yo –asumo mi responsabilidad- que los bacalaos evidentes de alguna manera ya se los quitó del lomo; existen otros a quienes seguirá cargando para no ceder terreno en la lucha revolucionaria.
Esos bacalaos variopintos, esos que dicen “pueblo” pero que no lo caminan, esos cuyo modus vivendi es pitiyanqui, cuya moral socialista es virtual, cuya esperanza política es reemplazar al líder, esos son los que no podemos permitir que accedan de nuevo al poder. Nos encontramos ahora en un reacomodo de fuerzas dentro de las áreas del PSUV para preservar las parcelas de poder. El Comandante lleva en sus poderosas manos las riendas de mil caballos mañosos, algunos desbocados, que sueñan ser jinetes.

La oportunidad histórica del pasado Diciembre, cuyo logro se deshizo en nuestras manos señala la imperiosa necesidad de cambios fundamentales en la manera de hacer política. Bajo un esquema de liderazgos colectivos, de coordinación de los movimientos populares y con la imprescindible profundización ideológica, debemos avanzar, proponer, inventar, decidir. Caro nos cobrará la historia no entender que haciendo caso omiso a estas premisas, sencillamente damos espacio a la contrarrevolución, la cual ya no solo es exógena sino que ha sido engendrada incestuosamente en el vientre del proceso. El tamiz político, expresado en “no cargar más bacalaos” detendrá a algunos pero no a todos porque así está evidenciado en la conformación de los cuadros políticos regionales. Los integrantes provenientes de las bases que a duras penas llegaron, lo lograron gracias al último rabo e´ cochino del Comandante: no van los 30 primeros, van los 60.

Batallón adentro se criticó el instrumento de recolección de datos para realizar el diagnóstico de las necesidades y problemas de las comunidades. Con sencillez y claridad compatriotas demostraron que dicho instrumento debe complementarse con otras informaciones valiosas que solo en el barrio conocen. Escuchar a otros compatriotas decir que las propuestas para complementar el diagnóstico suponen indisciplina, que acoger nuevas ideas no sirve de nada a su comunidad en particular, desestimar explicaciones para aclarar conceptos y observar intolerancia a las críticas de los militantes, ocurre con regularidad. Por cada proyecto particular, por cada anhelo de cargo, por cada parcelita de poder, olvidamos el propósito del colectivo, la coherencia necesaria, la proyección de organización.

Debemos ir a espacios de discusión política comunitaria. Hay que estimular dentro del partido foros ideológicos para y desde las bases. He propuesto que debemos fomentar plenarias de las circunscripciones por parroquias, para luego ir a las del municipio. El propósito no debe ser coyuntural, sino que debe orientarse a consolidar los movimientos populares para decidir verdaderamente sobre su entorno y realidad, para que estos bacalaos no impongan criterios divorciados del desarrollo comunitario. De allí y solo de allí pueden surgir los liderazgos necesarios para ayudar a llevar las riendas. Basta de líderes inventados.

pladel@cantv.net


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Plácido R. Delgado


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