Bien, las elecciones del Partido Socialista Unido de Venezuela realizadas de manera universal, directas y secretas, con miles de postulados y millones de votantes demostraron al mundo cual es la verdadera dimensión del proceso de transformaciones que hoy se desarrolla en Venezuela. Son un ejemplo de la democracia directa y concretan lo especificado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Los militantes y aspirantes del PSUV se acercaron a los centros de votación de manera entusiasta, combativa, en medio de la polémica necesaria por los candidatos que aspiraban ser electos. Los resultados se dieron tal como lo prometió el Presidente Chávez y la directiva del partido en la medida en que fueron consolidándose. Mas allá de algún resquemor lógico de quienes no fueron electos y de alguna crítica por problemas de orden técnico que pudieron haberse presentado, lo importante fue la prueba superada de eso que tradicionalmente se llama “madurez democrática” en esta organización llamada a hacer historia en Venezuela y América Latina.
Ahora, hay que acatar los resultados y pasar a la otra fase de la lucha como es la consolidación del PSUV como herramienta para la revolución bolivariana y que los candidatos electos asuman el programa de gobierno que las bases del mismo elaboren para las alcaldías y gobernaciones de estado respectivas.
Quien esto suscribe, participó en las elecciones en Lara, y votó por
el candidato a la gobernación, el Ing. Julio Chávez, por considerarlo
un auténtico revolucionario y un líder surgido de las bases y del
poder popular. (ver mi artículo denominado “el otro Chávez, el de
Carora” en www.aporrea.org/ideologia