La disciplina es la base que rige toda organización. Y como toda organización es dinámica, toda disciplina también lo es. La obediencia es otra cosa. La obediencia es rígida y no comparte razonamientos. La disciplina infla el espíritu para el perfeccionamiento. La obediencia lo lacera.
Estos conceptos son básicos para entender porque en el caso de las decisiones que el pueblo socialista tomara en sus elecciones internas deben ser acatadas por todos los socialistas disciplinados. Sobre todo y es lo mas importante, que la dinámica del partido exigirá
cambios que se deben impulsar desde adentro. Al margen del partido solo acecha el yermo de la inopia política. Si todo esto se entiende en los recintos de una cabal reflexión, entonces también se entendería por qué uno y tan sólo uno es el candidato o candidata a gobernación o diferentes alcaldías. Y la razón más elocuente es que no pueden ser dos. Es ahí entonces, donde la disciplina entra en juego. Porque no es tan sólo justipreciar el hecho político con el último
evento que arrojó un resultado absoluto. No… Es valorar el esfuerzo partidista para desembocar allí. Y allí está el meollo que debe llevar a la máxima reflexión. Que si hubo posiciones ventajistas, o actitudes que no se pudieron compartir en un momento determinado. Bien, dónde sino en el interior del mismo partido, se pueden combatir tales actitudes. Cómo poder pensar que un partido a menos de un año de conformado y donde concitan millones de pensamientos no puedan haber algunas modalidades con las cuales no se pueda estar de acuerdo. En el concierto de las
grandes responsabilidades históricas del PSUV, la elección que se hiciera recientemente, es un hecho aislado. Es un evento importante cuando se mira con posiciones inmediatistas, pero chiquitico en el precepto universal del socialismo. Y esa es la visual que deben tomar los camaradas para aceptar con disciplina todo lo que ha acontecido. Pero también debe ser la visión grande que deben tener, los que resultando favorecidos la semana pasada, no han tenido
ni siquiera la cordura de iniciar un proceso de encuentro para restañar heridas. Ya aquí pareciera, salvo nobles excepciones que los indisciplinados fueran ellos. Se debe desde ya iniciar esos procesos de reencuentro socialista. Porque si la testarudez y el triunfalismo errante se apodera a estas alturas de los procesos a venir, se podría tomar el riesgo de cambiar una disciplina que se acate poro una obediencia que se imponga.
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