El PSUV ¿Electoralista o revolucionario?

Días atrás, un amigo y compatriota desconocido, puso en mi correo un artículo bastante interesante que incita a  debatir esclarecedoramente sobre el futuro inmediato del proceso venezolano y la responsabilidad y fines del PSUV.

 Partió el articulista de la afirmación del presidente según la cual, estamos en posibilidad de ganar todas las gobernaciones. De esta manera de plantear el asunto, el articulista concluyó que al no hacer una afirmación tajante, categórica, que se ganarán todas, se deduce que alguna de ellas, quizás unas cinco, quedarán en manos de la oposición.

 Expresó su preocupación que, dada esa circunstancia, aproximadamente "el 30 por ciento" – esa fue la cifra que mencionó- del presupuesto ordinario, quedaría en manos de la oposición. Le preocupa que estos gobernadores pongan énfasis en hacer una excelente gestión y mostró dudas sobre el nivel de la labor que pudieran hacer algunos funcionarios del proceso revolucionario. Agregó además su mortificación que manejando esos recursos, la oposición en esas entidades federales, controlaría los Consejos Comunales. Y piensa que con esos bastiones en sus manos, los enemigos pueden "paralizar" – esa fue la palabra usada- la tarea que ha emprendido el presidente.

 Quizás - no es malo dejar la duda- el articulista que menciono, está en la misma onda del presidente. Eso significa que intenta fortalecer la idea, desde la perspectiva de quien luce preocupado, que hay que hacer todo el esfuerzo para no dejarle espacio alguno en las gobernaciones al bando opositor. Y viendo el asunto de esta manera, no está mal que se asuman esas actitudes.

 Pero si vemos el asunto con racionalidad, tomamos en cuenta lo que las cifras vienen diciendo desde años atrás y metemos en el balance un conjunto de hechos políticos, como el asunto de las alianzas, que no ha funcionado como uno quisiera, hay que convenir que parece inexorable que algunas de las gobernaciones se pierdan. Como parece también cierto que la del Zulia, con la sólida candidatura de Di Martino, eliminada la variable que más pesó en el proceso anterior, se ganará. Y esto, es de una importancia muy significativa. Incluso factores como aquellos que el propio presidente mencionó, a raíz del 2D, relativos a la inconformidad de algunos grupos a los que no se les haya dado respuesta oportuna.

 Y es bueno dejar sentado lo anterior porque también es riesgoso generar expectativas que al no cumplirse pueden desmotivar, frustrar, crear sensación de derrota y hasta retirada en desorden.

 Y con este fin, es necesario recordar que en la actualidad hay por lo menos seis gobernaciones en manos opositoras y unas cuantas alcaldías de extrema importancia. Pero eso no ha podido detener la acción por profundizar los cambios y hacer avanzar al país. Pero también es verdad, que no se avanza como se debiera y como el presidente clama. Pero esto podría estar determinado por razones que no se agotan en eso de la cuota de poder opositor.

 Sabemos bien que la debilidad de la oposición en la Asamblea Nacional, resultó de su error de negarse a participar en las elecciones correspondientes. Esto es para recordar que cuando se llame de nuevo a elecciones por los cargos de ese espacio, si ella no vuelve a incurrir en el mismo disparate, lo que parece improbable, muchos de los curules cambiarán de signo o llegarán a ellas nuevas posaderas.

 Pero esas circunstancias, que parecen preocuparles en exceso a algunos, se materializarán y dentro de ellas debe manejarse el proceso revolucionaria con la obligación de no detenerse. Como que es la propuesta de Chávez, de socialismo democrático, dentro de una perspectiva de profunda crisis del capitalismo, la que enfrentará a la de las clases dominantes que será de más explotación y autoritarismo, como ha avizorado Fidel Castro.

 Entonces llegado a esta altura del discurso, es procedente afirmar que aquellas dificultades no se vencerán imaginándose escenarios hipotéticos no sustentables, sobre poniendo los deseos a las realidades ni pidiéndole "a la mano poderosa" que interceda a favor del chavismo.

 De lo que se trata entonces es de entender que los revolucionarios están obligados ahora, en lo inmediato, a ganar las elecciones con el mayor margen posible, pero también, en paralelo, con la misma premura, construir las organizaciones de revolucionarios, empezando por el PSUV. Estas no deben, bajo ninguna circunstancia, dedicarse solamente a lo electoral y diluirse en las multitudes. O dicho de otra manera, hay que entender que lo electoral es una importante tarea coyuntural.

 ¿Cómo podríamos enfrentar el posible escenario de algunas gobernaciones, como ahora mismo, en manos de la oposición?

  ¿Cómo evitar que los gobernadores no aliados al proceso de cambio lo secuestren en sus estados y con él a los Consejos Comunales?

 ¿De qué manera podemos enfrentar las malas políticas opositoras y evitar que los recursos se dilapiden y no se ponga empeño en hacer cumplir el cuerpo de leyes promulgadas para que la revolución avance, en aquellas entidades federales ganadas por la derecha?

 ¿Cuál es la forma para hacer que los programas, misiones, etc., implementadas desde el nivel central funcionen por encima de la indiferencia de alcaldes y gobernadores?

 Es decir, ¿cómo vencer las dificultades que podrían surgir de los resultados electorales, que en todo caso serían las mismas de ahora?

 La mejor forma no es pidiendo "peras al horno", como dijese el sujeto aquel, sino construyendo un partido ágil, activo, con claridad de ideas, ordenado, planificador, que se inserte entre la gente, lidere los Consejos Comunales, les ponga a defender sus derechos y a empoderarse. En estas circunstancias, los gobernadores y alcaldes oposicionistas, tendrían dificultades para hacer de las suyas. Pero como la salsa, que es igual para el pavo también lo es para la pava, este proceder es valedero para hacer que los funcionarios "partidarios" de la revolución cumplan cabalmente con su deber.

 Porque el partido está obligado a jugar su rol dirigente. No es el gobernador opositor o chavista, quien debe determinar el rumbo y ritmo de los acontecimientos, sino la mayoría del pueblo venezolano. Y para logar esto, el PSUV y demás organizaciones revolucionarias, deben actuar como tales. El partido pues no puede ser una patota irracional, descolectivizada que se mueve espasmódicamente, frente a coyunturas, según los dictados de los centros del poder administrativo constituido. 

 Es bueno hacer algunas revisiones y resolver interrogantes. ¿Quién debe liderar, el gobierno al partido o al revés? ¿Quién es el motor de este proceso, el pueblo o los gobernantes? ¿Cuál es rol de los partidos revolucionarios? ¿Será el de ganar elecciones, diluyéndose en la multitud, para luego desaparecer hasta un nuevo proceso electoral?

 Hay que cuidar que terminada la jornada electoral, las organizaciones de revolucionarios, entre ellas el PSUV, no queden desvencijadas y se pierda la coyuntura en tareas puramente electoralistas. Por eso, la dirigencia y las bases también, en mayor medida, deben espabilarse para que las tareas muy importantes para ganar las elecciones, no terminen por detener y hasta dejar en el olvido las relativas a la formación de partidos revolucionarios. En este caso, es bueno pensar en primer término en el PSUV, que acaba de nacer.

 De modo que no se trata de imaginarse escenarios para animarse o que mortifiquen, sino que la tarea primordial, que no tiene porque chocar con la electoral, es construir partidos revolucionarios que asuman las labores que les son inherentes.

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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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