Como militante activo del PSUV sigo ejerciendo el derecho a la crítica… El mecanismo de elección de los delegados al Congreso Extraordinario del PSUV no es socialista, ni revolucionario sino, más bien, capitalista. Ya está definido, sin discusión por cierto, y debemos acatarlo disciplinadamente. Esto no debe impedirnos, sin embargo, iniciar el debate de cómo debería ser el mecanismo de elección de nuestros candidatos a la Asamblea Nacional, Consejos Municipales y Juntas Parroquiales, más allá de dejarle abierta, a nuestro líder máximo y Presidente, Hugo Chávez, la posibilidad de tomar decisiones electorales, en función de su mejor y mayor análisis político.
Conocemos la materia electoral. Existe una gran diferencia entre los sistemas electorales de las “democracias” burguesas y aquellos de las democracias socialistas. Nosotros estamos siguiendo, lo que podríamos llamar, el modelo capitalista. No estamos inventando el agua clara, el sistema electoral de la Cuba revolucionaria y socialista puede orientarnos al respecto. Daremos un ejemplo, para una elección de delegados municipales como la que estamos por realizar. El proceso debería hacerse en dos fases. Tomemos el caso del Municipio Baruta que está, o estaba, dividido en siete Circunscripciones Socialistas. En una primera fase, cada una de ellas ha debido elegir un precandidato a delegado. Cada uno de los electos, debe ser vocero de su circunscripción, lo que significa que debe escuchar y debatir con los militantes de su propia circunscripción. Los siete precandidatos deben ir, después, a una segunda fase, cada uno de ellos con una propuesta colectiva, no individual, y deben abrirse espacios de discusión, a nivel del Municipio, para que la militancia, con suficiente tiempo y antelación, conozca las diversas propuestas. Sólo entonces se va al proceso electoral de la segunda fase, con un número de candidatos reducido y, sobretodo, conocidos por toda la militancia.
El modelo capitalista, el que hemos escogido, basa el proceso democrático solamente en el acto de votación. El modelo socialista, el que deberíamos seguir, basa el proceso democrático en la discusión y el debate. El elemento fundamental es el diseño de las “circunscripciones electorales”, éstas deben ser lo suficientemente pequeñas para que todos los electores conozcan directamente a sus candidatos. El acto de votación por sí sólo no le da carácter “democrático” a un proceso electoral, aunque esto es lo que el capitalismo, ideológicamente, nos ha vendido. Un diseño como el que se escogió, favorece la imposición de las maquinarias electorales y el uso ventajista del padrón electoral. Otra práctica que debemos erradicar es el uso de los promotores sociales como promotores electorales. Esta práctica es totalmente contraria a la Ética Socialista y Revolucionaria que pregona el instructivo elaborado para nuestra elección de delegados y delegadas. Abramos el debate y la discusión para que los próximos procesos electorales internos sean socialistas. Abrámonos hacia las bases. Abrámonos hacia el pueblo.
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