La crisis, una estafa detrás de otra

La Real Academia Española de la Lengua define de dos modos el verbo estafar. Como
pedir o sacar dinero o cosas de valor con artificios y engaños y con ánimo de no pagar, y,
en sentido jurídico, como cometer alguno de los delitos que se caracterizan por el lucro
como fin y el engaño o abuso de confianza como medio. Por eso yo creo que el término de
estafa es lo que mejor describe lo que han hecho continuadamente los bancos, los grandes
especuladores y la inmensa mayoría de los líderes y las autoridades mundiales antes y
durante la crisis que padecemos.

Los Estados le dieron a los bancos privados el privilegio de crear dinero emitiendo deuda
con la excusa de que eso era necesario para financiar la actividad de las empresas y los
consumidores. Pero en los últimos treinta años, la banca internacional multiplicó la deuda
para financiar los mercados especulativos y para ganar dinero simplemente comprando y
vendiendo más dinero, y no para financiar a la economía productiva. Esta es la primera
estafa.

Para disponer de recursos adicionales a los que le depositaban sus clientes, la banca ideó
formas de vender los contratos de deuda y los difundió por todo el sistema financiero
internacional. Pero al hacerlo, ocultaba que millones de esos contratos no tenían las
garantías mínimas y que al menor problema perderían todo su valor, como efectivamente
ocurrió. Actuando de esa forma y tratando de elevar cada vez más la rentabilidad de sus
operaciones, la banca fue asumiendo un riesgo cada vez mayor que ocultaba a sus clientes y
a las autoridades y que transmitiía al conjunto de la economía. Esta es la segunda estafa.
Para llevar a cabo esas estafas, la banca recurrió a las agencias de calificación que actuaron
como sus cómplices corruptos engañando sistemáticamente a clientes y autoridades
indicando que la calidad de esos productos financieros era buena cuando en realidad sabían
que lno era así y que, por el contrario, se estaba difundiendo un riesgo elevadísimo porque
eran, como se demostró más adelante, pura basura financiera. Esta es la tercera estafa.

Los grandes financieros consiguieron que los bancos centrales fueran declarados
autoridades independientes de los gobiernos con la excusa de que éstos podían utilizarlos a
su antojo y de que así era mejor para lograr que no subieran sus precios. Sin embargo, lo
que ocurrió fue que con ese estatuto de "independientes" los bancos centrales se pusieron
al servicio de los bancos privados y de los especuladores, mirando a otro lado ante sus
desmanes. Y asi, en lugar de combatir la inflación permitieron que se diera la subida de
precios de la vivienda quizá más alta de toda la historia y constantes burbujas especulativas
en numerosos mercados. Y lejos de conseguir la estabilidad financiera lo cierto fue que
durante su mandato "independiente" también hubo el mayor número de crisis financieras
de toda la historia. Esta es la cuarta estafa.

Para generar fondos suficientes para invertir en los mercados especulativos cada vez más
rentables, los bancos y grandes financieros lograron, con la excusa de que eso era lo
conveniente para luchar contra la inflación, que los gobiernos llevaran a cabo políticas que
redujeran los salarios y aumentaran así los beneficios (que en su mayor parte van a ahorro
en lugar de al consumo como le pasa a los salarios), y la progresiva privatización de las
pensiones y de los servicios públicos. Esta es la quinta estafa.

Cuando el riesgo acumulado de esa forma estalló y se desencadenó la crisis, los bancos y
los poderosos lograron que los gobiernos, en lugar de dejar caer a los bancos
irresponsables, de encarcelar a sus directivos y a los de las agencias de calificación que
provocaron la crisis, les dieran o prestaran a bajísimo interés varios billones de dólares y
euros de ayudas con la excusa de que así volverían enseguida a financiar a la economía.
Pero en lugar de hacer esto último los bancos y grandes financieros usaron esos recursos
públicos para sanear sus cuentas, para volver a tener enseguida beneficios o para especular
en mercados como el del petróleo o el alimentario, provocando nuevos problemas o que en
2009 hubiera 100 millones de personas hambrientas más que en 2008. Esta es la sexta
estafa.

Los gobiernos tuvieron que gastar cientos de miles de millones de dólares o euros para
evitar que la economía se colapsara y para ayudar a la banca. Como consecuencia de ello
tuvieron que endeudarse. Como los bancos centrales están dominados por ideas liberales
profundamente equivocadas y al servicio de la banca privada, no financiaron
adecuadamente a los gobiernos, como sí habían hecho con los bancos privados, y eso hizo
que tuvieran que ser los bancos privados quienes financiaran su deuda. Así, éstos últimos
recibían dinero al 1% de los bancos centrales y lo colocan en la deuda pública al 3, al 4 o
incluso al 8 o 10%. Esta es la séptima estafa.

Como los bancos y grandes financieros no se quedaron contentos con ese negocio
impresionante, se dedicaron a propagar rumores sobre la situación de los países que se
habían tenido que endeudar por su culpa. Eso fue lo que hizo que los gobiernos tuvieran
que emitir la deuda más cara, aumentando así el beneficio de los especuladores y poniendo
en grandes dificultades a las economías nacionales. Esta es la octava estafa.
Los gobiernos quedaron así atados de pies y manos ante los bancos y los grandes fondos
de inversión y, gracias a su poder en los organismos internacionales, en los medios de
comunicación y en las propias instituciones políticas como la Unión Europea, han
aprovechado la ocasión para imponer medidas que a medio y largo plazo les permitan
obtener beneficios todavía mayores y más fácilmente: reducción del gasto público para
fomentar los negocios privados, reformas laborales para disminuir el poder de negociación
de los trabajadores y sus salarios, privatización de las pensiones, etc... Afirman que así se
combate la crisis pero en realidad lo que van a producir es todo lo contrario porque es
inevitable que con esas medidas caiga aún más la actividad económica y el empleo porque
lo que hacen es disminuir el gasto productivo y "el combustible" que los sostiene. Esta es la
novena estafa.

Desde que la crisis se mostró con todo su peligro y extensión, las autoridades e incluso los
líderes conservadores anunciaron que estaban completamente decididos a poner fin a las
irresponsabilidades de la banca y al descontrol que la había provocado, que acabarían con el
secreto bancario, con los paraísos fiscales y con la desregulación que viene permitiendo que
los financieros hagan cualquier cosa y que acumulen riesgo sin límite con tal de ganar
dinero... Pero lo cierto es que no han tomado ni una sola medida, ni una sola, en esa
dirección. Esta es la décima estafa.

Mientras está pasando todo esto, los gobiernos, esclavos o cómplices de los poderes
financieros, no han parado de exigirle esfuerzos y sacrificios a la ciudadanía mientras que a
los ricos y a los bancos y financieros que provocaron la crisis no les han dado sino ayudas
constantes y todo tipo de facilidades para que sigan haciendo exactamente lo mismo que la
provocó. Gracias a ello, éstos últimos están obteniendo de nuevo cientos de miles de
millones de euros de beneficios mientras que cae la renta de los trabajadores, de los
jubilados o de los pequeños y medianos empresarios. Esta es la undécima estafa.
Mientras que constantemente vemos que los presidentes de gobiernos reciben
instrucciones del Fondo Monetario Internacional, de las agencias de calificación, de los
banqueros o de la gran patronal, la ciudadanía no puede expresarse y se le dice que todo lo
que está ocurriendo es inexorable y que lo que ellos hacen es lo único que se puede hacer
para salir de atolladero. Esta es la duodécima estafa.

Finalmente, se quiere hacer creer a la gente que la situación de crisis en la que estamos es el
resultado de un simple o momentáneo mal funcionamiento de las estructuras financieras o
incluso económicas y que se podrá salir de ella haciendo unas cuantas reformas laborales o
financieras. Nos engañan porque en realidad realidad vivimos desde hace decenios en
medio de una convulsión social permanente que afecta a todo el sistema social. La verdad
es que cada vez hay un mayor número de seres humanos hambrientos y más diferencias
entre los auténticamente ricos y los pobres, que se acelera la destrucción del planeta, que
los medios de comunicación están cada vez en propiedad de menos personas, que la
democracia existente apenas deja que la ciudadanía se pronuncie o influya sobre los asuntos
más decisivos que le afectan y que los poderosos se empeñan en imponer los valores del
individualismo y la violencia a toda la humanidad. Esta es la decimotercera estafa.

Lo que ha ocurrido y lo que sigue ocurriendo a lo largo es la crisis es esto, una sucesión de
estafas y por eso no se podrá salir de ella hasta que la ciudadanía no se imponga a los
estafadores impidiendo que sigan engañándola, hasta que no les obligue a dar cuentas de
sus fechorías financieras y hasta que no evite definitivamente que sigan comportándose
como hasta ahora.


juantorres@us.es


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