De la Puerta del Sol al Cielo: está la Tierra

El capitalismo no sólo produce crisis sino que también exige soluciones y éstas, requieren de luchas políticas, pero éstas necesitan de organizaciones políticas y éstas, plantean definiciones ideológicas y éstas, deben exponer el brillo de un sueño posible de ser real y no utópico. Estamos opinando en el sentido de movimiento y objetivo de pueblo para pueblo o de revolución para redención social. Para nada nos interesa la doctrina individualista de la burguesía sobre su visión de mundo, porque mucho sabemos de su práctica salvaje en contra de los explotados y oprimidos, es decir, en contra de las grandes mayorías de la humanidad.

 Las luchas revolucionarias, mucho más que las luchas contrarrevolucionarias, hacen brotar –como si nacieran de la nada- opiniones o criterios ilustrados por una especie de divinidad intelectual. Es como una clarinada de alerta sobre la necesidad de la “conciencia para sí”. Y eso está muy bien. Sin embargo, lo ha demostrado la historia, las revoluciones sin masas son simplemente más intentos teóricos que prácticos pero, al mismo tiempo, las masas sin organización política de vanguardia son como movimientos huracanados que derriban obstáculos pero vuelven a la calma sin lograr los objetivos supremos de sus fuerzas. El movimiento y el objetivo se expresan armónicos sólo cuando en el estado de locura de las masas interpretan en un breve momento de tiempo todas las teorías que se desenvuelven en una sociedad para barrer, bajo el brillo de una luz nacida y luciendo para muchos y muchas, todas aquellas ideas o concepciones que le atrasan su esperanza y su lucha por un devenir que surge arraigado a los ojos y sentimientos de su gigantesco corazón colectivo.

 Brillantes, hay que reconocerlo, intelectuales, poetas, periodistas y científicos sociales han desempolvado sus plumas para escribir sobre las manifestaciones de protestas, los gritos y manos alzadas clamando por “¡democracia real, ya!” que retumban en los oídos de toda España y más allá pero, especialmente, en la vieja Europa que muchos europeos desean se haga nueva pero que las fuerzas de sus gobiernos se empecinan siga aferrada al conservadurismo de lo viejo rechazando lo nuevo. Opiniones o criterios respetables todos pero las masas, sublevadas, levantan sus voces como indicando direcciones de los vientos nacidos de sus entrañas: “Nosotros no somos antisistema. El sistema es antinosotros”. ¡He allí la esencia de un lenguaje que encierra términos de una revolución pero también –mucho cuidado- podría ser de un reformismo expulsando el aire de los pulmones de la muchedumbre heterogénea! Términos que la misma necesidad de prolongar un movimiento en lucha revolucionaria requieren de ir esclareciéndose para que esa “conciencia para sí” vaya calando colectivamente e identifique al conjunto de las masas por el objetivo supremo de sus esfuerzos y sacrificios. Los sueños de la República derrotada por Franco y sus bandas falangistas nada tienen en común con el programa de gobierno del PSOE ni el PP pero tampoco con el socialismo en un solo país ni con la espontaneidad que rechaza toda expresión de vanguardia política organizada.

 Madrid no es París ni España es Francia, aunque de vez en cuando Europa se parezca a Francia y ésta a París. Para que se identiquen las unas con las otras es necesario que las masas se vuelvan comuneros de sueño común. Comuneros que no caigan en los anzuelos de los cazadores de mitos y dogmas para dormir a sus presas prometiéndoles milagros más allá de las fronteras que les separan de sus realidades objetivas. En España, la monarquía está en silencio; el gobierno invoca el pacifismo; los partidos políticos tradicionales y de otras tendencias no encuentran manera de pescar en río revuelto. Las masas en rebeldía son incrédulas a las viejas y demagógicas palabras de las políticas liberales y conservadoras. El Estado, como siempre ante sus adversidades, reafirma que sólo a través del voto en procesos electorales se resuelven, de raíces, las causas que generan los grandes males que padecen las masas en rebeldía. Una plaza Tahrir, sin sangre, sin muertos y, especialmente, sin radicalismo ideológico, es la práctica idealizada y deseada por una falsa democracia que sólo beneficia a las elites de más arriba y un poco a las de más abajito pero cuestionada en todas sus formas de expresión por las masas que terminan siendo las convidadas de piedras, las de más abajo.

Si el Mayo Francés de 1968 hubiese comenzado en París con un 15 de Mayo de 2011 madrileño, el capitalismo desarrollado en toda Europa, por lo menos, hubiese quedado con una de sus dos piernas o uno de sus dos brazos amputado. El escenario de una Universidad francesa sería muy pequeño para albergar una multitud tan grande como la de la Puerta del Sol en Madrid. Las leyes se hacen para cumplirlas, pero cuando no responden satisfactoriamente a las necesidades de las grandes mayorías, se producen las razones válidas para incumplirlas. La magia o el milagro de las masas está en la innovación de las consignas, en el repudio o rechazo a los viejos esquemas políticos que estabilizan el conservadurismo que privilegia y enriquece a los pocos que mal gobiernan el mundo y en el despertar de una memoria, que se creía olvidaba para siempre los maltratos del pasado que más golpean en el presente para que no haya esperanza de futuro.

La espontaneidad, en la lucha de clases, ha tenido sus expresiones relevantes en determinados momentos de la historia enseñando el inicio de un camino, pero éste se hace andándolo, mirando hacia atrás sin enamorarse de costumbres y hábitos anclados en los cementerios donde no resucitan los cadáveres, volviendo la vista hacia delante armado del legado que tenga vigencia en el presente pero, al mismo tiempo, relacionando los resultados de los acontecimientos con la esencia del sueño que debe hacer acrecer los cimientos del porvenir. La espontaneidad en la lucha de clases es un arma de doble filo que puede, según las directrices de su heterogeneidad, destruir de un solo plumazo lo que construye sobre importantes esfuerzos y sacrificios de las fuerzas sociales que la avivan. La espontaneidad, en la lucha política, puede hacer caminar millones de piernas y levantar millones de brazos pero si no responden a dictámenes de cerebros organizados como su vanguardia que las conduzca hacia la conquista de un programa bien elaborado de objetivos, puede terminar (la mayoría) renegando de sus acciones y echando al olvido las razones de sus sueños, aunque una minoría, aceptando la derrota, decida emprender de nuevo sus luchas, por otras vías, manteniendo la continuidad del pensamiento revolucionario inicial. Sólo de esta última manera la derrota `puede convertirse en una madre de una victoria, pero éste se desea o se busca en lo inmediato para disfrutarla las generaciones vivientes y dejarle a las que vienen luego gran parte del camino hecho y andado.

Pero un movimiento espontáneo, lo dijo Lenin, “… no es sino la forma embrionaria de lo consciente”. Las manifestaciones del 15-M son una evidencia de un despertar de conciencia, los jóvenes –esencialmente- han perdido la fe en seguir creyendo en que el sistema debe ser siempre inamovible, un número considerable de pueblo ya no quiere que continúen oprimiéndole y persistan en negarle sus derechos y, lo que es muy importante, los manifestantes han comenzado a sentir en sus pechos y en sus voluntades la imperiosa necesidad de resistir masivamente y con cierta disposición de no querer que les sigan gobernando las mismas autoridades que han dado la espalda a las esperanzas de la mayoría del pueblo español. En el  15-M no se encuentran los rasgos duros de la desesperación y la venganza, porque aún cuando no existe una vanguardia política organizada, se observan indicios de conciencia revolucionaria por el señalamiento de consignas que identifican sus reivindicaciones, han sabido calcular el momento para sus acciones, discuten en colectivo y programan sus pasos a seguir y procuran extender el movimiento mucho más allá de la Puerta del Sol. En fin, las manifestaciones del 15-M le está señalando –especialmente- a España como a Europa –en lo general- que en el mundo actual existe un antagonismo entre los jóvenes que sueñan con un mundo nuevo posible y los viejos partidos políticos y los patrones que siguen aferrados al conservadurismo del capitalismo produciendo muchos beneficios a la minoría y poquísimos beneficios a la mayoría.

El 15-M (Movimiento 15 de Mayo) tiene o debe tener sus antecedentes que en España mismo, especialmente madrileños, nos los van a explicar, tarde o temprano, con lujos de detalles y los historiadores se ocuparán de escribir largos tratados sobre la materia. Eso, nosotros, lo esperamos y mucho lo respetaremos aunque tendremos el deber de estudiarlos. Por ahora, la admiración que nos embarga por el 15-M, tal vez, nos haga decir cosas que algunos ubicaran en el género de la alabanza o la lisonja, pero no es así. Si algo en nuestra admiración quisiéramos es llegar equivocados a ese momento en que las reflexiones de sus miembros terminen convocando la necesidad de una dirección organizada y revolucionaria trazando el horizonte de sus luchas, porque, lo confesamos con humildad y sinceridad, no creemos en los triunfos definitivos y redentores de la espontaneidad en la lucha de clases. Y el 15-M manifiesta, por algunos de sus poros, la vigilia de la espontaneidad. No basta con rechazar el bipartidismo que en España lleva décadas o lustros gobernando a la sociedad española luego de la muerte del falangista Francisco Franco; tampoco basta con meter a todas las organizaciones políticas y gremiales españolas en un mismo saco y levantar los puños para formar una barrera de contención contra toda manifestación de vanguardia política organizada. No, eso es sólo un ramaje del bosque. Hay que darle dirección política organizada a las luchas sociales porque el bosque es inmenso y donde ha dejado de existir el agua hay que sembrarle árboles en sus cabeceras para tratar que renazca; donde depredaron toda la fauna para negociar sus pieles es necesario cultivar nuevas especies que le den vida a la naturaleza y custodien el bosque de manos y espíritus malvados que se aprovechan de los descuidos o del temor de la gente buena para acometer sus fechorías. Y, por ello, decimos que si bien el 15-M tiene rasgos de espontaneidad también alberga en su anchuroso pecho rasgos de lucha consciente. Nunca, en ninguna región del mundo en la historia de la lucha de clases se ha logrado que la experiencia revolucionaria y las cualidades de organización se obtengan en pocos días, porque eso lleva tiempo. Lo importante es que el 15-M no juegue con el tiempo ni se deje adormecer por el tiempo.

El 15-M tiene olor, ingrediente, sudor y espíritu de juventud, aunque se hayan incorporado personas de todas las edades, sexos, colores y de variadas tendencias del pensamiento social. Los jóvenes, especialmente obreros, son capaces de hacer revolución. “Menos policías y más educación” es una consigna revolucionaria de verdadera inclinación transicional del capitalismo al socialismo, aunque esta idea no aparezca en la conciencia de los jóvenes que han llamado a las manifestaciones en la Puerta del Sol. Sólo una “democracia real”, obra de una verdadera revolución social, puede hacer real una educación donde el gendarme comience a dejar de ser tal educándose en el espíritu de una cultura y un arte universalizados por la obra y el pensamiento delas grandes mayorías sociales que sueñan y lucha por su redención social. Y ésta jamás será el fruto de ese capitalismo que ya es salvaje en todas sus actuaciones y en todas sus expresiones teóricas.

No somos brujos ni pitonisos para estar para estar vaticinando resultados desde lejos. Queremos y añoramos el triunfo de esas masas encendidas de pasión por “Democracia real, ya”. La aplastante derrota electoral sufrida por el PSOE y por los propios partidos políticos de izquierda en España en las recién finalizadas elecciones municipales y autonómicas donde el Partido Popular (expresión política organizada de la derecha y el conservadurismo más reaccionario de la política o del sistema de gobierno español), hace un llamado con urgencia a la conciencia de los solicitantes de la “Democracia real”. Llamado que, a nuestro juicio, pasa por la capacidad de transformar el espíritu de los propios manifestantes para que los objetivos superiores de sus luchas alcancen niveles inderrotables. El capitalismo no le brinda a ningún pueblo la posibilidad de vivir en democracia real, lo que plantea una definición a los manifestantes de cuál sistema no son antisistema y cuál sistema es antinosotros (los manifestantes por “Democracia real, ya”). El capitalismo está en crisis generalizada pero eso no será jamás suficiente para que se derrumbe, porque sigue contando con muchos medios, recursos, gendarmes, armas, partidos políticos, gremios y hasta masas para sostenerse incrementando los niveles de la pobreza y el sufrimiento para los muchos y la riqueza y el privilegio para los pocos. Por eso creemos que por muy gigantescas que sean las manifestaciones de protestas contra los gobiernos que niegan la democracia real a las mayorías, sin una vanguardia política organizada, sin una dirección política que vea tan bien en corto como en lejos y sin un programa que sea claro en los análisis de las situaciones objetivas (tanto internacional como nacional) y evoque los objetivos nuevos que sustituyan a los viejos del capitalismo, toda lucha corre el inminente riesgo de la derrota y, especialmente, en un mundo donde existe una verdadera ausencia de la solidaridad proletaria internacionalista con la causa de la emancipación de los pueblos. Por eso, politizar el 15-M es la obra suprema más inmediata de los jóvenes que lo han convocado y lo dirigen sin militancia partidista. En España, como casi en el mudo entero, el sistema capitalista transforma a las mayorías sociales en antisistema. De allí que los antisistema tengan el deber de derrocar al sistema para crear uno nuevo que sea su sistema y les haga real la democracia participativa y no excluyente de las mayorías. En España, como en casi todo el planeta, los partidos políticos existentes conviven con el sistema capitalista no importa si como convidados de piedra o resignados  a las migajas que se reparten bajo la figura de filantropía capitalista. Los grandes males del capitalismo sólo se curan con los grandes beneficios de un socialismo verdadero.

Aun, pase lo que pase, creemos que el 15-M es un movimiento de masas admirable, que requiere de la solidaridad internacional y del mayor deseo de triunfo. Simplemente le bridamos nuestro apoyo desde lejos. Sabemos que desde la Puerta del Sol al Cielo existe una distancia muy lejana pero en medio está la Tierra, donde tenemos el deber de hacer realidad los sueños que liberan al ser humano de todo rasgos de esclavitud social. Ya comenzó el Estado español a responder con violencia para tratar de poner fin a las manifestaciones del 15-M. El “socialismo” del PSOE, abrazado con el falangismo del PP, quieren sepultar a las manifestaciones por la “Democracia real”. Ni España –en lo general-, ni Barcelona –en lo particular- son sólo fútbol y fiestas por victorias en liga de campeones. No, es también el rugido por una democracia donde el pueblo sea capaz de orientar a sus gobernantes haciendo valer su participación en una democracia verdadera que no les violente sus fundamentales derechos a la existencia humana, el progreso, el desarrollo, la justicia, la libertad y la solidaridad. ¡Viva el 15-M!



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