La dialéctica de la dominación
¿es parte de la vida?
Raúl Bracho
Carlos Marx define a la sociedad
capitalista como una sociedad decapitadora del hombre, que rompe su
integralidad, que quita el placer del trabajo para cambiarlo por la
explotación, el disfrute del buen vivir por la sobrevivencia en un
mundo que todo lo reglamenta el mercado. Los amos del imperio someten
al resto de los mortales, vivir se traduce en trabajar para subsistir
y apetecer sus ofertas de productos maquillados de placer, el hedonismo
capitalista nos hace adictos al capital, nos sometemos como algo irremediable
y al recibir el salario corremos desesperado a vaciarles sus vitrinas,
a hipotecarnos para aparentar una felicidad que nunca existe ni complace
sino brevemente hasta repetirse el ciclo. El hombre y la mujer de la
sociedad capitalista ha perdido el verdadero valor del vivir, la moralidad,
la sencillez, la armonía con la naturaleza de la que ya ni nos acordamos
ser parte ya quedan lejos de los grandes moles y centros comerciales,
todo tiene etiqueta, todo tiene marca, todo un precio y una carga de
apetencia para someternos insaciablemente al consumo.
¿Qué indigna a las generaciones
de la Plaza del Sol y el resto del planeta? El vacío de sentido y de
futuro, la injusticia, la falta de un proyecto de vida posible y provisor,
la esperanza de una existencia plena y la añoranza de los verdaderos
valores. Entre los indignados del siglo XXI y la generación Hippie
hay un denominador común, un rechazo al sistema. Los primeros se fueron
al campo, los segundos van a las plazas. Se hacen visibles y pasan a
crear nuevas formas de organización espontáneas, los indignados se
enfrentan a la sociedad rompiendo con todo el pasado que existe, con
las derechas y las izquierdas, con demócratas y republicanos, porque
cualquier bando fue impuesto y se debe crear una nueva forma de expresar
la rebeldía.
Nadie debe convocar desde un
centro para que todas y todos acudan, el rumor, el boca a boca, radio
bemba como se llama en Venezuela, es la herramienta utilizada.
Hay que romper la hegemonía
imperial y sin embargo el sistema sigue funcionando de forma feroz,
atropella pueblos y bombardea ciudades, quita y pone gobernantes, desmejora
descaradamente las condiciones de vida de todas y todos. ¿Qué más
hay que hacer después de la indignación? Hay mucho por hacer, los
indignados son un peligro social porque son un vacío a un sistema que
no funciona sin dominados, sin explotados, sin sometidos. Para ser sometido,
explotado o dominado debemos ser seres capaces de ser engañados. La
conciencia del indignado es una conciencia despierta y contestataria,
rebelde e indoblegable, esa conciencia cada día será más poderosa
si se enfoca a crear el vacío en las instituciones, a tomar no solo
las plazas sino los palacios de gobiernos, alcaldías y congresos, esa
conciencia se multiplicará al hacer que la humanidad descubra su poder
de participación en el destino que le pertenece. Es la nueva clase
social que es capaz de detener el funcionamiento del sistema. Dejando
de ser seres fragmentarios, retomando la integralidad, el hombre y la
mujer nueva que proclama Ernesto Che Guevara.
Los Indignadores no se quedarán
sentados esperando que este movimiento tome más cuerpo, desde ya debe
estar infiltrándolo, aprovechándose de su falta de verticalidad,
la sola presencia de los “Anónimos” es una señal de la presencia
de fuerzas de derecha ante un fenómeno social poco fácil de predecir.
Los indignados tienen una gran tarea que hacer, pero la imaginación
que aporta la sangre joven será capaz de brincar toda trampa o muralla
que trate de desvirtuarlos, es la fuerza indetenible de la historia,
que junto a las fuerzas de los pueblos levantados de centro y sur América
cobrarán cada día una importancia mas determinante.
El año 2.012 está predestinado
a cambios trascendentales en el destino de nuestra humanidad, una nueva
correlación de fuerzas se reacomoda para las enfrentas entre el pasado
y el futuro, entre la muerte y la vida, entre la esperanza y la fatalidad.
Debe comenzar el tiempo en que se acaba esa etapa de la vida dicotómica
y se abra el camino de la unidad de conciencia, de especie, de raza.
¡Venceremos!