Europa: evaporación de la moneda única, fin de las monarquías y revolución

Desde la explosión de la burbuja financiera en agosto de 2007, el sistema capitalista ha asistido a la consumación de su Segunda Gran Depresión, después del “crack” de 1929 que condujo –inexorablemente- a una conflagración mundial entre El Eje y los Aliados. A pesar de las peroratas justificativas de los economistas y analistas trasnochados de la generación de los “Chicago Boys”, el discurso simplista no logra evadir el verdadero meollo del asunto: la crisis apocalíptica y decisiva del sistema capitalista. Ya los apologistas de la plusvalía han reconocido que estamos atravesando la situación más traumática en 80 años. Después de salvarse del “default” al optar por imprimir más papel inorgánico y prolongar la vil estafa al planeta entero, Estados Unidos ha dejado de estar en el ojo del huracán para cederle el fatal protagonismo al Viejo Continente. La altiva Europa que había olvidado, en los últimos 40 años, que le debía bastante de su bonanza y progreso a la expoliada América Latina. La Europa que daba lecciones a los “salvajes” de cómo edificar democracias o construir una plataforma económica sustentable y próspera.

Hace 22 años el mundo se estremecía por la caída del Muro de Berlín y el colapso de los Estados obreros deformados de Europa del Este. Los capitalistas propalaban a través de su histeria colectiva la aparente inoperancia del “comunismo” y la supuesta consolidación victoriosa de la economía de mercado, eufemismo técnico acuñado para suavizar el incómodo vocablo “capitalismo”. De hecho, durante los años de la restauración en Europa del Este, siempre se enunció la terminología “aséptica” de la “economía de mercado” en desmedro del impronunciable concepto de la descarnada plusvalía. En 1989, por menos de lo que acontece ahora en el Viejo Continente, los asalariados del Gran Capital se regodeaban con el “fracaso” del socialismo real. Para hacer honor a la verdad, sólo diez naciones –en principio- fueron afectadas por el acabóse del campo socialista, incluidas las tres bálticas de la órbita moscovita. Luego se sumaría, en 1991, el resto de la Unión Soviética, constituida originalmente por 15 repúblicas. Por menos de una treintena de naciones, los medios de la burguesía hicieron un escándalo de marca mayor a escala global. Lo más irónico es que, en 1989, territorios como los de la República Democrática Alemana, eran de los más desarrollados del orbe: la RDA estaba entre las diez potencias industriales del mundo. Sin embargo, el “efecto psicológico” y el “efecto dominó”, prevalecieron de forma negativa en la percepción de los acontecimientos de hace 22 años. En la Segunda Gran Depresión Capitalista, Europa, EEUU, Oceanía, gran parte de Asia y África, están en un contexto económico más grave que el de los Estados obreros deformados, en 1989, pero todavía no hemos oído al primer capitalista que sea consecuente con su propio discurso y promulgue el fracaso rotundo del capitalismo. ¿Por qué antes sí y ahora no? ¿Doble rasero? ¿Negación de la realidad?

La Europa de 2011 se enfrenta a un cataclismo sin precedentes en la Historia y ella será la primera víctima de este trágico desenlace del sistema de la plusvalía. Estados Unidos es uno de los que apuesta a la quiebra del Viejo Continente y así eliminar a un competidor del dólar, el euro. Sólo que, como en 1989, el capitalismo también tendrá su “efecto dominó” y éste afectará a ambos lados del Atlántico; Bruselas arrastrará consigo a Washington, la dictadura del billete verde y la hegemonía del Imperio decadente. No estamos encarando otra crisis periódica o pasajera, ésta es la hora cero del sistema capitalista.

LA ZONA EURO AL BORDE DEL ABISMO: GAME OVER, EUROPE!

El sueño idílico de la Zona Euro lucía lo más perfecto cuando la moneda única entró en escena, en 2002. La prepotencia de Bruselas, Berlín, París y Madrid, era de pronóstico reservado; luego de haber dado tanto a Europa después de la Segunda Guerra Mundial, América Latina –verbigracia- recibía más “desplantes” de la Unión Europea al ésta intensificar las políticas anti-migratorias, exigir un mínimo de 500 euros y pasaje ida-vuelta a quienes íbamos a hacer turismo a sus latitudes y solicitar visados inéditos, entre otras poses de divismo diplomático.

El reto de aglutinar economías tan divergentes como la griega o la francesa, por ejemplo, bajo la sombrilla financiera de la moneda única, era como arar en el mar o ignorar, con alevosía, las particularidades de países como Portugal, Italia o España, que usaban el artilugio “devaluacionista” del tipo de cambio para sobrellevar sus huecos fiscales. Quizás, en tiempos de vacas gordas no se sentiría demasiado el peso del déficit en las arcas de los países más “rezagados”, pero en circunstancias adversas como las actuales, la tiranía de la deuda soberana comienza a confiscar el oxígeno de liquidez de los Estados más avasallados por sus cuentas.

Efectivamente, la primera advertencia a la Zona Euro y EEUU, fueron los fraudes contables de Enron, Worldcom y Parmalat, entre 2001 y 2003. Lo anterior indicaba el grado de perversión y corrupción del capitalismo financiero global, en su afán por obtener más lucro. El segundo campanazo fue el estallido de la burbuja inmobiliaria, en agosto de 2007. El capital especulativo creaba dinero artificial que no tenía sustento en la economía real, lo cual desplegaba una trampa mortal para la generalidad del sistema capitalista productivo y explotador. Cuando el G20 tuvo la oportunidad de oro para emprender un cambio en 2008, éste decidió inyectar más dinero inorgánico al sistema y “premiar” a los banqueros corruptos –valga la redundancia- con más auxilios financieros. Igualmente, ayudaron a éstos a deshacerse de los afamados “activos tóxicos” o “hipotecas basura”, al darles –à la légère- la plata de los contribuyentes europeos y estadounidenses. Si establecemos una cruda analogía con lo pretérito, sería como ofrecer más efectivo a un ladrón que nos acaba de atracar, bajo la promesa de que nos lo devolverá en un futuro cercano. ¿Candidez? ¿Ignorancia? ¿Aberrante premeditación?

El comodín lingüístico de los “ataques especulativos” contra el euro, sólo busca maquillar el avanzado estado de descomposición de la lógica y praxis del Gran Capital. El Viejo Continente asiste incólume a la “evaporación” de la unión monetaria y a la desaparición de miles de millones de euros de los ahorristas, desde Madrid hasta Varsovia, desde Roma hasta Berlín. La hecatombe va más allá de la “especulación” de los corredores de bolsa. Entre los “expedientes” más patéticos de sumisión financiera en Europa, se halla España, que debe pedir prestado –diariamente- al “benévolo” mercado bursátil, 600 millones euros, de los cuales 60% son para amortizar deuda y 40% va al paro (desempleados). En Grecia, el panorama es más desolador: más de 150 mil empleados públicos serán despedidos en los próximos meses, se han reducido en 20% los sueldos de los empleados públicos y las pensiones –y jubilaciones- tendrán recortes de entre 20% y 40%. Para rematar, entre septiembre y octubre de 2011, los bancos griegos han sufrido retiros masivos que ya contabilizan 14 mil millones de euros. Ahora bien, ¿cuál es la raíz de la crisis europea y del capitalismo?

1) La destrucción del parque industrial en Europa y EEUU: el desmantelamiento continuo de las industrias en los países del Primer Mundo y su mudanza a las periferias geográficas (El Salvador, Guatemala, Filipinas, Taiwán, Malasia, China y Tailandia) ha ocasionado el aumento de las tasas de desempleo en Europa y EEUU, el descenso drástico de los ingresos por exportaciones y la mengua de la capacidad impositiva estatal. Para abaratar costos y obtener más ganancias, los capitalistas del Primer Mundo ubican sus fábricas en lugares donde los salarios sean más bajos o “competitivos”, al tiempo que evaden gravámenes. El capitalismo se convierte en el sepulturero del capitalismo. Verbigracia, cada vez es más difícil, por no decir imposible, conseguir productos o “gadgets” tecnológicos que ostenten las leyendas “Made in USA”, “Made in France” o “Made in Japan” (*). Ello indica un evidente desplazamiento del epicentro fabril hacia las coordenadas “emergentes”.

2) La sobreproducción de bienes y servicios: el capitalismo ya no puede vender su desmedida oferta de bienes y servicios, debido a la baja del consumo –por el creciente desempleo- con lo cual se crea un círculo vicioso. Si nadie compra, no se puede vender y, en consecuencia, hay despidos, cierre de fábricas y más depresión económica. Europa y EEUU están literalmente atrapados en esa perversa dinámica. Los TLC (Tratados de Libre Comercio) que fueron inventados para soslayar tales contradicciones intrínsecas, no han dado los resultados aspirados por los explotadores.

3) La multimillonaria evasión fiscal: más de 30 años de políticas neoliberales en Europa, aplicadas por derechistas y socialdemócratas, han ahondado la brecha de los evasores tradicionales en sus países de origen. La exoneración o flexibilización impositiva a las grandes fortunas, por medio de incontables artimañas técnicas y burocráticas, ha desembocado en la sequía tributaria del Viejo Continente. En añadidura, los paraísos fiscales son la opción, cada vez más común, entre los poseedores de vastos capitales de la plutocracia. En España, el guarismo de los que no pagan sobrepasa los 70 mil millones de euros al año. En Grecia, 15 mil personas han burlado la bicoca de 37 mil millones de euros, un 10% de la deuda soberana helénica. De la anterior cifra, 32 mil millones corresponden a compañías griegas y 5 mil millones de euros, a particulares. De acuerdo con un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de España, ocho de cada diez ibéricos opina que los impuestos no se cobran de manera justa.

4) La impunidad del capital especulativo: la carta blanca otorgada a los especuladores por parte de los gobiernos complacientes de Europa y EEUU, ha desatado la orgía de los parásitos bursátiles, el artificio de los “activos tóxicos”, la burbuja inmobiliaria y –finalmente- la implosión de la crisis financiera de 2008. Éste último fenómeno ha dado al traste con la era del “crédito fácil” en sociedades donde el préstamo ha sido la piedra angular de la economía.

EL FIN DE LAS MONARQUÍAS Y LA REVOLUCIÓN OBRERA

La Segunda Gran Depresión Capitalista pone a Europa al borde del separatismo, el estallido social y las guerras civiles. Los logros que ha alcanzado el proletariado en dicho continente, en especial, desde el gobierno del Frente Popular (Front Populaire) en Francia, en 1936, han experimentado un retroceso considerable debido a las progresivas estratagemas de confiscación de derechos laborales y sociales. Desde el comienzo de la “tragedia griega”, en 2010, se ha vivido un período inédito de recortes presupuestarios en Islandia, Irlanda, Portugal, España, Francia e Italia. En 2011, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), brazo armado de EEUU en Europa, invadió y destruyó Libia, además de asesinar impunemente al líder de la Revolución Verde, Muanmar Al-Gaddafi. Mientras los aviones de la OTAN bombardeaban Trípoli y sus alrededores, los tecnócratas de Bruselas ya pedían “sacrificios” a Atenas, Lisboa y Dublín. ¡Vaya caradurismo!

En la Unión Europea persisten las monarquías constitucionales en extraña “cohabitación” con regímenes parlamentarios, como en España, los Países Bajos, Bélgica o Dinamarca. El fardo económico que representan las noblezas y su abyecto derroche en momentos tan difíciles, ponen sobre el tapete la discusión acerca de la pertinencia de seguir subvencionando tales caprichos retardatarios o, por el contrario, declarar las urgentes repúblicas obreras. El derrocamiento de los reyezuelos debe ser uno de los objetivos de la Revolución proletaria en el Viejo Continente. La traición del Partido Socialista y el Partido Comunista, en la Francia de Mayo de 1968, y el revisionismo artero del Partido Socialista portugués después de la Revolución de Claveles, de 1974, hacen perentoria una novel fase histórica de emancipación humana utilizando las invaluables herramientas teóricas y prácticas del marxismo-leninismo.

Los paquetes de “choque” que se vienen sobre las masas europeas, patrocinados por la “troika” capitalista, no sólo empujan a Bruselas hacia el abismo sino, igualmente, a un potencial escenario revolucionario donde haya un salto cualitativo para las sociedades. Las lágrimas de Elsa Fornero, ministra italiana del Trabajo, al anunciar el Plan de Ajuste de pensiones el pasado domingo 4 de diciembre, pueden vislumbrar una idea del desastre que se avecina (**). La democracia popular y directa rompe el paradigma de la retórica burguesa, abre el camino hacia la conquista del poder. Sólo la unión entre las masas organizadas y sectores progresistas de las FFAA, evitaría el contragolpe del aparato militar imperialista para aplastar las rebeliones europeas y salvaría al planeta de una inminente confrontación nuclear.


(*) Cuando éramos niños, en la década de 1980, era muy común tener juguetes manufacturados en Japón. Todavía poseemos, de aquella época, un modelo metálico de los Transformers (1982) adquirido en Tokio y en una de sus piernas se logra apreciar el vocablo “Japan”. Nuestro primer radio de onda corta, un ICF-2001, también era proveniente de la nación nipona.


(**) La bancarrota europea arribará después de Navidad y Año Nuevo. Así como ocurrió con el Banco Latino venezolano, en 1994, los burgueses no querrán develar malas nuevas en el marco de las festividades decembrinas. No quieren ser ¡aguafiestas!


P.D. Desde esta tribuna saludamos la consolidación definitiva de la CELAC (Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe), organismo multilateral que rescata el acariciado anhelo bolivariano de la Patria Grande. ¡Viva la Revolución Bolivariana! ¡Viva Chávez!


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