La democracia “perfecta”: se envenena con su propia medicina antidemocrática

Noche del 6 de noviembre de 2012: celebraciones, risas, gritos y emociones. Algunos siquiatras felices y algunos sicoanalistas desencantados. Muchos sicólogos esperando las reacciones de historiadores y antropólogos. Saltos, movimientos de caderas, banderas alzadas, masticaderas de chicles, cánticos desentonados. Reelecto Barak Obama. Mitt Romney, simplemente, pasa a la historia estadounidense como un candidato más del republicanismo derrotado por la enorme imperfección de la democracia "perfecta". El mundo continúa perdiendo. Hay guerras que vibran aun sin estallar. Sólo falta dar la orden en un día cualquiera de sobresalto en la Casa Blanca que no es de paz sino de guerra. Millones de esperanzas en el planeta mueren en cada elección presidencial de Estados Unidos. Lo que más "exacto" se parece a la lógica (con un poco de política, otro tanto de ideología, un puño de filosofía y una gran cantidad de pragmatismo) es una elección presidencial estadounidense: el republicano se parece tanto al demócrata -sin importar el color de la piel- que el mejor republicano termina siendo el demócrata. Todos los silogismos se confunden en una elección presidencial en Estados Unidos. Tanto para el demócrata como para el republicano la salsa que es buena para el pavo no es buena para la pava. El empirismo y el racionalismo derrochan sus alegrías en el pragmatismo del resultado electoral. De allí en adelante las contradicciones entre demócratas y republicanos son más ficticias que verdaderas. Por el imperialismo y para el imperialismo es el juramento más sagrado de quien sea el Presidente de Estados Unidos sin importar, hasta ahora, su militancia política porque la ideología es la misma.

Los mafiosos de Wall Street seguirán gobernando por boca de Obama. Continuarán los marines siendo los guardianes del dólar. Los trusts hablarán por los descamisados y los sindicatos se encargarán de defender las fronteras nacionales de Estados Unidos. Las universidades más famosas se ocuparán de producirle más heridas a las ciencias sociales con nuevas mentiras y desinformaciones. El racismo dejará correr las aguas mientras el negrito sea Presidente. La crisis económica tiene en Obama las explicaciones más resignadas al status quo. La cultura estadounidense seguirá nutriéndose de la savia económica de otras naciones. Allí estará el Estado chino para asumir su papel de comprador de deudas. Algún Gobernador o Senador se acostará con una amante necesitada de nuevas joyas o provocando abortos clandestinos. Algún frustrado o enloquecido por sus tantos asesinatos cometidos en otras regiones del mundo invadida por el imperialismo, descargará su arma matando niños en cualquier escuela desprotegida de vigilancia policial. Ganaron los hacedores de armas para la guerra. Vencieron los monopolios que en el mercado mundial maniobran y se enriquecen con las trampas de los precios sobre las demandas de los necesitados. Qué carajo: ya se olvidó que los Tigres perdieron la Serie Mundial con San Francisco. Ganando el republicano o el demócrata sigue siendo vencedor el sionismo sobre un mundo islámico que prefiere matarse por Alá que por un régimen socioeconómico que realmente le traiga la auténtica felicidad terrenal. Eso se respeta pero seguramente Alá quiere es la redención social y no que unos pocos musulmanes gobiernen en su nombre y sirvan a los intereses del capitalismo dando la espalda a las enormes y desiguales necesidades de sus pueblos. El fascismo está allí como esperando su momento para descargar todo su odio sobre la casi totalidad de la población del mundo.

Los latinos, mayoritariamente, votaron Obama para que no sigan tratándolos como latinos sino como estadounidenses. La democracia del voto popular recibe una vez más una herida que algún día se transformará en gangrena. Para Obama, con su triunfo, lo mejor para Estados Unidos está por llegar. ¡Ni Dios sabe que significa "lo mejor"! Tal vez, Irán o, quizás, Siria sabrá, alguna de las dos primero que el Señor, que es "lo mejor! La aplastante mayoría del pueblo estadounidense quiere seguir viviendo a costilla de las economías de otros pueblos, sin importar que éstos sufran las nefastas consecuencias de ser tantas veces víctimas de las políticas de rapiña del imperialismo capitalista. El socialismo está más cerca del Cielo que de Estados Unidos. El proletariado estadounidense es el encargado de confirmarlo con su propia resignación al nacionalismo extremo. ¡Malditas, desde ahora hacia adelante, todas las fronteras que reducen el pensamiento o la conciencia de los pueblos al interior de las cuatro paredes que la aprisionan! Definitivamente, el socialismo no es patria, es universo, es humanidad. El capitalismo está a cargo de confirmarlo. Mientras existan las patrias el imperialismo seguirá gozando un bolón y parte de muchas otras. Claro, nadie debe desarmarse de patria si el socialismo no se materializa universalmente.

¿Por qué es una farsa democracia electoral en Estados Unidos?

El imperialismo es casi perfecto para explotar y oprimir pueblos o naciones o estados. El pragmatismo imperialista no se desvive por su pueblo. Todo lo concentra en pocos estados de la unión, porque allí están los votos que determinan a los mágicos del Colegio Electoral. Más de trescientos (300) millones de habitantes dependen de la voluntad de quinientos (538) elegidos, que son la mafia más poderosa que electoralmente se conozca en el planeta. Al Gore lo sabe mejor que nosotros. Hasta son invisibles como dioses estatales con poderes nacionales. El extinto escritor francés Alexis Henri Charles de Clérel (conocido como conde de Tocqueville y autor del libro "La democracia en América") dijo, que las presidenciales estadounidenses son unas elecciones atípicas en las que se vota Estado por Estado y no a escala nacional. Y tiene razón.

Existen siete (7) estados, denominados los "swing states" o, más concretamente, los "siete magníficos" más dos de rebote. Esos estados son: Florida, Ohio, Carolina del Norte, Virginia, Wisconsin, Colorado, Nevada, Iowa y New Hampshire. Son estados de una constante variación del electorado: hoy están con el demócrata y mañana pueden estar con el republicano. Si consumen ají pueden girar radicalmente y gritar "¡viva la guerra!". En esos estados no valen bolitas mágicas, ni astrología, ni brujos ni encuestadores de oficio. Para esos siete estados y dos más se concentra lo más granado de la campaña electoral de los candidatos como también la mayor inversión económica buscando el triunfo del uno o del otro. Para esos estados van las promesas más realizables de los candidatos, porque las promesas utópicas se pagan muy caro: perdiendo uno en favor del otro los elegidos para el Colegio Electoral.

Los gobiernos de las naciones, de manera aplastante, han felicitado a Obama. Incluso un "socialista" nos ilustra la memoria para recordarnos que el triunfo de Obama es la prueba de un capitalismo solidario. ¡Bendito sea! No se altere camarada Marx que ese socialismo es la socialdemocracia con su chaleco de burguesía. No es propiamente la mayoría del pueblo que vota quien elige al Presidente de Estados Unidos. Es la mafia político-jurídica quien decide. ¡He allí la burla de un Estado que vende la idea de la perfección de su democracia como si el resto del mundo viviese descerebrado o con el cerebro más seco que el de don Quijote en su lecho de muerte! Por suerte, en este planeta, existen millones y millones de Sancho que sin ser académicos las realidades les han enseñado a pensar y a tener ideas de redención social.

El espíritu de los pueblos que sueñan con la paz acompañada de verdadera justicia social fue recogido en esa síntesis dramática pero cierta de que la noticia buena fue que Romney no ganó la Presidencia de Estados Unidos pero la mala es que fue reelegido Obama.

El imperialismo sigue dominando el mundo. Los pueblos tienen la misión de aniquilarlo en cada región del planeta. Sólo así nos acercaremos vertiginosamente al nuevo mundo: el socialismo. Mientras no sea así cada cuatro años en Estados Unidos se repetirá la payasada de una gran elección "democrática" para elegir al Presidente de la Unión.



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Freddy Yépez


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