Conflictos Territoriales e Integración en América Latina y el Caribe

La primera República de Colombia, proyectada en el 1919 por Simón Bolívar desde el Congreso de Angostura, implicó el desafío por construir en las antiguas colonias españolas una república soberana, que evitara la reconquista de los imperios europeos. Ese proyecto se expandió en la Anfictionía de Panamá, que intentó darle cuerpo a un nuevo orden internacional en la América, pero fue boicoteado por los británicos, que ya habían fijado sus posiciones de colonización en el Caribe y las áreas cenagosas de Centroamérica y Suramérica. .

El tránsito de la antigua división político – territorial del imperio español a las postrimerías del independentismo, reveló desde inicios del siglo XIX los intereses comerciales de las oligarquías “criollas”, que abandonaron el proyecto de unidad republicana por la conformación de “pseudo protectorados” dispersos, herederos y creadores de un conjunto de diferendos territoriales; no resueltos hasta la actualidad. El territorio moderno de los Estados en América Latina, se definió a partir del criterio del Uti Possidetis iure que impulsó Bolívar, como transitorio mientras se reorganizaba el nuevo bloque hegemónico, este debía contar con un sistema federado de gobierno y, que permitiera la consolidación del mundo poli- céntrico.

La historia es ya conocida en buena medida, Bolívar y Sucre terminan expulsados por los nuevos “gendarmes” del interés “criollo” y, de integración sólo se hablará en algunos pasajes del Siglo XIX, llevando a alianzas circunstanciales motivadas por guerras regionales. El despojo territorial a México en el Norte del continente, fue sólo una muestra de la debilidad de las nacientes repúblicas en su constitución como nación, atravesadas por conflictos internos, las oligarquías usureras y terratenientes se dividieron en guerras prolongadas. La dinámica interior también giró sobre el peso asumido por los centros de poder de los antiguos virreinatos, que intentaron moldear el mapa político desde su órbita, aunado al creciente expansionismo del imperio portugués, que permitió al actual Brasil heredar un vasto territorio.

Belice y Guyana al convertirse en repúblicas en el siglo XX, complicaron aún más los litigios territoriales, ante las asimetrías con Guatemala y Venezuela, abriendo compás a una nueva estrategia británica, caracterizad por la descolonización “aparente” pero sin perder el control político sobre el Caribe anglosajón. El Caribe, sigue siendo una de las regiones más coloniales del planeta de forma directa, desde las Revolución Cubana el impacto sobre la geopolítica regional desequilibró en cierta forma la influencia de las antiguas metrópolis, permitiendo el surgimiento de nuevos compromiso en la descolonización, en algunos casos fueron derrotados por la intervención militar estadounidense; ejemplo el caso de Grenada o Haití.

El surgimiento del ALALC en la región, marcó una oleada de la integración económica a mediados del siglo XX, fue fortalecida por el estructuralismo de la CEPAL que abrió puertas al debate sobre el papel del regionalismo; con claro seguimiento del proceso europeo. El enfoque de la integración desde entonces, ha estado signado por el interés de fortalecer áreas de libre comercio o protección arancelaria común, para la negoción con otros bloques económicos. La emergencia de los liderazgos de izquierda generó nuevas orientaciones en los mecanismos de integración, algunos altamente “politizados” como el ALBA o la renovación de otros como el MERCOSUR.

Es imposible detallar en un solo artículo cada uno de los litigios: El Golfo de Fonseca, Las Malvinas, El Golfo de Venezuela, Las Islas de San Andrés, las Guerra del Cenepa o el Litoral Boliviano; pero lo cierto es que a pesar del avance de la integración regional, los temas de seguridad siguen girando en torno a una agenda enfocada desde el inter-gubernamentalismo, respondiendo a viejas demandas territoriales o limítrofes que complican la cooperación a futuro. El deterioro de las instituciones supra-nacionales de arbitraje no garantiza resultados vinculantes en sus decisiones, lo que obliga a repensar el planteamiento de Bolívar, de construir a nivel regional mecanismos más efectivos que permitan garantizar una zona de paz bajo el precepto de la buena vecindad.

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José Fortique


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