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¿Cómo defender los cambios logrados y aquellos todavía en proyecto en América Latina y el Caribe? Un dogma oponía los ejércitos latinoamericanos a los cambios sociales. El axioma dejó de ser cierto en las sociedades con ejércitos de oficialidad de origen policlasista. La institución armada apoya decisivamente las reformas en Venezuela, Ecuador y desde luego en Nicaragua, y no se opone a ellas en Argentina y Brasil, entre otros países.
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Sin embargo, en la región persisten fracciones de sus ejércitos que han intentado golpes contra los presidentes electos, y perduran más de seis decenas de bases de potencias imperiales. Rafael Correa demostró que se las puede expulsar, al actuar con decisión y patriotismo contra la base de Manta. Atilio Borón ha señalado que así como Estados Unidos libró sus primeras batallas por la hegemonía en América Latina, librará también allí las últimas. Debemos prepararnos.
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El desafío internacional de América Latina consiste en abogar por la Independencia de los territorios de la región todavía sometidos al colonialismo, tales como Puerto Rico o las Malvinas, y enfrentar a la Alianzadel Pacífico, integrada en parte por gobiernos herederos de regímenes que soportaron prolongadas intervenciones, aplicaron drásticas políticas de eliminación física de la izquierda, aceptan bases estadounidenses y se someten al Consenso de Washington. Quizá las nuevas organizaciones integracionistas deban concertar alianzas militares o tratados de paz y no agresión que dificulten los conflictos y sobre todo la injerencia imperial en ellos. América Latina, zona de paz, sólo debería esgrimir las armas contra agresores extraños a la región.
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En América Latina y el Caribe problemas comunes afortunadamente coexisten con una cultura esencialmente común, en donde la preponderancia de dos lenguas romances y de una religión abre caminos para la intercomunicación de diferencias y semejanzas. La conciencia de la latinoamericanidad es el fundamento de todos los proyectos de integración social, económica, política, diplomática y estratégica. El desafío consiste en reafirmarla con sistemas educativos y académicos abiertos a todos que analicen nuestras realidades, sus problemas y las formas de resolverlos mancomunadamente.
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Repetidamente preconizamos medidas tales como: Revisión y divulgación de nuestra Historia común. Libertad y fomento de la circulación de bienes culturales entre nuestras repúblicas. Rescate, preservación y enaltecimiento de nuestro patrimonio cultural. Desarrollo de políticas para eliminación definitiva del analfabetismo, gratuidad de la enseñanza en todos sus niveles, sistemas masivos de educación a distancia y normas integrales de validación y reválida de estudios. Rescisión de todos los acuerdos y tratados mediante los cuales Estados Unidos y Europa ejercen influencia o control sobre los contenidos y métodos de nuestros sistemas educativos y de investigación. Orientación de la investigación académica y científica hacia nuestros problemas regionales. Protección para la música, la cinematografía, la televisión regionales. Red de agencias informativas regionales. Rigurosas normas de responsabilidad social para los medios de comunicación. Multiplicación de emisoras alternativas y de servicio público con alcance continental. Creación de redes de Institutos de Estudios Latinoamericanos y del Caribe. Adscribir la difusión y el apoyo para el cumplimiento de estas metas a redes de medios de comunicación de servicio público y libres, alternativos y comunitarios que nos ayuden a pensar a la región como un cuerpo interdependiente e integrado. La conciencia cultural presente es el más invulnerable escudo contra la agresión venidera. Forjémosla.