El pasado 14 de marzo hizo su aparición en El Hatillo el ciudadano Juan Guaidó, quien inducido por el actual gobierno de los Estados Unidos se autoproclamó como "presidente encargado" del país, en una calle de Caracas, en un acto por demás sorpresivo que dejó claro y sin vista a sus propios aliados de la oposición denotando, con ello, su talante taimado y traicionero y su rastrera disposición ante los designios del amo imperial.
El motivo de su presencia en El Hatillo fue el de la realización de un "Encuentro de Líderes Vecinales Metropolitanos" que tuvo como escenario el Anfiteatro del pueblo y en el que precedieron a Guaidó oradores de relleno provenientes de sectores populares del área metropolitana de Caracas.
Y este es un dato a resaltar porque la audiencia, mayoritariamente, era de personas que por su apariencia y perfumes y las filas de carros de lujo estacionados, entorpeciendo, por cierto, el normal desplazamiento vehicular y peatonal hatillano, indicaban su pertenencia a los sectores sociales pudientes, a esos que se ufanan de identificarse como de la "clase alta y media alta" de la sociedad.
Como no podía ser de otra manera, pues, son los sectores que están ávidos de escuchar el mensaje alentador de un vocero que como el autoproclamado Guaidó expresa y representa los intereses de quienes, históricamente, han usufructuado la riqueza nacional y las oportunidades de ascenso y de movilidad social comprometiendo, evidentemente, el destino de la Patria con los círculos de poder imperiales.
Por ello, por su naturaleza clasista, ese público asistente al no sentirse expresado por quienes antecedían a Guaidó, se cansó rápidamente de escucharlos y exigieron que la vedette del momento se pusiera al frente del micrófono, lo cual hizo haciendo gala de un particular histrionismo no como el estadista que se espera sea sino como el dirigente estudiantil que fue y como ungido mensajero del Departamento de Estado estadounidense.
Sí, como mensajero de la política diseñada por la camarilla que rodea a Trump que ha tenido el desparpajo de hacer saber a los cuatro vientos que hay que sacar a Nicolás Maduro de la Presidencia y derrocar a la Revolución Bolivariana pues constituyen un obstáculo para los intereses geoestratégicos de los Estados Unidos en América Latina.
A pesar de sus novatadas, Guaidó, cumple con el papel que se le ha asignado como instrumento de la política yanqui en Venezuela, es así como en su intervención de unos cuarenta minutos, se aplicó en señalar a Maduro como "dictador y usurpador", que se resiste a aceptar la "ayuda humanitaria", que no es capaz de garantizar los servicios básicos al pueblo venezolano (poniendo el acento en el último caso de la interrupción del servicio eléctrico, según su enfoque producido por la falta de mantenimiento al sistema eléctrico nacional) y que está sometido al tutelaje cubano. Ni más ni menos los mismos argumentos que previamente han manifestado los voceros imperialistas y sus corifeos de la derecha internacional.
Igualmente, se dedicó a insuflarle confianza y esperanza a sus seguidores, remarcando que ahora sí disponen de una hoja de ruta y de un proyecto y visión de país, (que, por cierto, continúa siendo un secreto que nadie conoce), y haciendo un llamado a fomentar la unidad, a mantener en alto los valores que los identifican y a desarrollar un trabajo de penetración en la base social, tarea esta que debe iniciarse sobre la marcha organizando asambleas de ciudadanos en barrios y urbanizaciones.
Y por supuesto, puso especial énfasis en resaltar que para el desarrollo de este proceso esperanzador no están solos, sino que cuentan con el apoyo del mundo, especialmente del gobierno de los Estados Unidos y de los gobiernos de América Latina a diferencia de Maduro que si está sólo que no cuenta, a pesar de lo que pregona, con el apoyo de Rusia y China.
De este rosario de mentiras y medias verdades, se puede extraer un sutil viraje en el enfoque y en el planteamiento de la derecha personificada en el pupilo yanqui Juan Guaidó, no se insiste en el ritornelo ¡Maduro vete ya! sino que ahora comienzan a apuntar a la posibilidad de prepararse para participar en unas elecciones, eso sí, como el mismo, discretamente, asomó, en unas ¡elecciones libres!, es decir, pareciera que mientras, por una parte, el imperialismo yanqui continúa apretando con sus sanciones y presiones a fin de debilitar lo más que se pueda al gobierno bolivariano, por otra parte, la derecha comienza a prepararse para transitar la ruta electoral.
En otras palabras, una vez más el imperialismo haciendo acopio de uno de sus modelos desestabilizadores, en este caso el que le aplicaron a Nicaragua en la década de los años ochenta, acosando al máximo, por un lado, al gobierno sandinista con drásticas sanciones económicas y sabotajes de todo tipo y, por otro lado, forzando unas elecciones en términos tan favorables como para que las ganara una señora ama de casa, Violeta de Chamorro, de muy escasa formación y sin trayectoria política. Este podría ser el caso con el precario Guaidó aunque también puede ser que en un momento determinado sea sacado del juego dado la manifiesta pinta de desechable que lo reviste.
A todo evento, a las fuerzas bolivarianas les corresponde no bajar la guardia frente a ninguno de los escenarios posibles, seguir defendiendo la soberanía nacional, mejorar la ejecución gubernamental, fortalecer la organización popular y consolidar cada vez más la alianza cívico-militar
El Hatillo 15/03/2019