Los zapatos de Manacho y las urnas de Guayaquil

El coronavirus, el gran barbarazo, viene, remero remedo, que no remedio, reinados destrozando, tanto como a principados, gobiernos, y, pueblos enteros. En Guayaquil Ecuador las escenas del coronavirus, son grotescas y dantescas, los muertos en las aceras, y, los zamuros que vuelan. En Guayaquil, agotáronse las urnas, y el ingenio fabricador del pueblo, fuese a sus raíces, los plátanos, las hojas de cambur y de topocho para tener urnas y enterrar a sus muertos. De aquí, la competición, como dijera el diputado Pineda, en representación de los campesinos de las pampas por donde surca el Cojedes, del Consejo Legislativo de la región llanera, y sorprendido el parlamentario campesino José Pineda decía: "No puede sel, que de las hojas de topocho tengamos zapatos de Manacho. No puede sel". Los zapatos de Manacho son de cartón y las urnas de Guayaquil Ecuador son de cartón. El Gran Combo y Andy Montañez, y la letra de Rafael Ithier: "Y los zapatos de Manacho/ Son de cartón, son de cartón, de cartón/ Son de cartón, de cartón/ Manacho tenía tremendo zapatos,/ Y cuando llovía, andaba descalzo/ Oh por qué son de cartón/ Son de cartón, de cartón/ Y los zapatos de Manacho/ Son de cartón, son de cartón, de cartón/ Son de cartón, de cartón/ Me lo dijo Tato, me lo dijo Tito/ Me lo dijo Tato, y me lo dijo Tito/ Que el en un zapato, tenía un rotito/ Oh por qué son de cartón/ Son de cartón, de cartón…"

Sí, los zapatos de Manacho y las urnas de Guayaquil Ecuador, son de cartón. En Guayaquil, barrúntase el plátano, el topocho, el cambur, y la palabra Guayaquil, deviene del racimo de topocho. Mas y más, de Guayaquil, ha de sacarse el cartón, esto es, de las columnas y hojas de topocho, han de sacarse las urnas de Guayaquil. De cartón de cambur de plátano. Uno nunca sabe, como dijera El Principito de Exupéry, a lo mejor, los zapatos de Manacho, también pudieran ser de hojas de topocho, habría que preguntárselo al padre Capocho de San Carlos, para la satisfacción de la curiosidad y de la inquietud del diputado Pineda, y, decía, además éste, que una hoja de hierba no era menos que una hoja de cambur.

Los zapatos de Manacho y las urnas de Guayaquil, similaricadencia tautológica repetitiva platónica de plátanos, que ha de tener su correlato y contrapeso, en los zapatos de Boris Johnson, primer ministro Británico y en la urna de Donald Trump, presidente norteamericano. Los zapatos del primer ministro británico han de ser de piel de iguana y la urna del presidente norteamericano ha de ser de caoba. Uno nunca sabe, uno echando las palabras al boleo. Pudiera ser los zapatos de piel de astracán ruso los del británico y la urna de oro del Callao la del norteamericano, pues él, Donald Trump, dice que el oro amarillo, el oro azul y el oro negro de Venezuela, es de él, y, helo ahí el empeño de apoderarse de las minas de oro de la tierra de Bolívar y de Chávez, porque del oro negro, ya le puso la mano a CITGO, y de tal forma justifica el bloqueo naviero en las Antillas, en el Caribe y en las costas de Venezuela. Mas y más, en tanto que la pandemia del coronavirus, mandó a la cama al premier británico, en estos precisos momentos de la perorata paraulata, ahorita mismo, destroza a Norteamérica, y, a la ciudad de Manhattan, "Walt Whitman: Un cosmos, de Manhattan el hijo. / Turbulento, carnal, sensible, comiendo, bebiendo, engendrando/ Ni sentimental, ni sintiéndome superior a otros hombres y mujeres, ni alejados de ellos, /No menos modesto que inmodesto… El que degrada a otro me degrada…". Al tiempo que veníase Jorge Luis Borges, por la boca de ganso de Nils Runeberg, que no por la boca de Pato Donald de Donald Trump, en apoyo a los casos límite contradictorios borrosos tocantes, de las Tres Versiones de Judas, dijera: "El verbo, cuando fue hecho carne, paso de la ubicuidad al espacio, de la eternidad a la historia, de la dicha sin límites a la mutación y a la muerte; para corresponder a tal sacrificio, era necesario que un hombre, en representación de todos los hombres, hiciera un sacrificio condigno. Judas Iscariote fue ese hombre. Judas único entre los apóstoles, intuye la secreta divinidad y el terrible propósito de Jesús. El verbo se había rebajado a mortal. Judas discípulo del verbo, podía rebajarse a delator (el peor delito que la infamia soporta) y a ser huésped del fuego que nunca se apaga. El orden inferior es espejo del orden superior; las formas de la tierra corresponden a las formas del cielo…". Abril, flores mil, los casos límite contradictorios borrosos tocantes tangenciales, explican que el contrapeso de Jesús era Judas… Y, los aspectos límbico antagónicos, la curva del coronavirus aplanase en la Venezuela Bolivariana y la curva del coronavirus exponenciase en la EEUU Monrroeiana. Donald Trump, sigue la movida de los buques de guerra del falso positivo del narcotráfico, que no de la pandemia y ayuda humanitaria, para invadir a Venezuela. En tanto que el distrito más poblado más importante y más conocido de Nueva York, aparte del Barrio Brooklyn de Chávez, y, la cuna del grandes liga y shore stop de los Yanquis, tanto como el venezolano Omar Vizquel, Derek Jeter, conocedor de la salsa de Rafael Ithier, que casi fue grandes liga. Sí, ahí, en Nueva York, los muertos por montón, y, Donald Trump, el demonio, el Judas Iscariote, el de la infamia y más delitos que de las cuatro lochas falsas, en obcecado dinero antes que la razón, en bocanadas de coronavirus virulentas, en Venezuela y pa’Venezuela la vaina. Y que eso, pa’los cristianos en Cristo, no tiene perdón, y preparados todos en el llamado de los cielos superiores, del presidente venezolano de las fuerzas armadas y el pueblo de Bolívar y Chávez, para la guerra con la furia bolivariana contra el gringo invasor habitante de los cielos inferiores, y, los venezolanos habitantes de los cielos superiores con zapatos de cartones y de urnas de plátanos maduros vencedores. Abril, flores mil, en San Carlos, mañanitas de abril, se me congelan las palabras se me congelan las manos, y, el coronavirus, produciendo en Manhattan, estragos, y, canto Whitman y canto con Machado: ¡Abril, flores mil!

Si los zapatos de Manacho y las urnas de Guayaquil, son la similaricadencia tautológica repetitiva platónica de plátanos maduros. Entonces sea dicho que, a buen seguro, y, uña de caballo, que ha de tener su correlato y contrapeso, sin lugar a dudas en los zapatos de Boris Johnson, primer ministro Británico y la urna de Donald Trump, presidente norteamericano. Ergo vergo sea dicho que los zapatos del primer ministro británico, distintos a los del diputado Pineda, han de ser de piel de iguana y la urna del presidente norteamericano, distinta a la del indicito ecuatoriano, ha de ser de caoba. Ergo vergo sea dicho que uno nunca sabe, a según El Principito de Exupéry, pudiera ser los zapatos de piel de astracán ruso los del británico y la urna de oro del Callao la del norteamericano. Ergo vergo sea dicho que Donald Trump, dice que el oro amarillo, el oro azul y el oro negro de Venezuela, es propiedad privada de él. Ergo vergo sea dicho que el empeño grosero de apoderarse de las minas de oro de la tierra de Bolívar y de Chávez, es enfermizo. Ergo vergo sea dicho que la justificación del robo y la piratería es lo del bloqueo naviero en las Antillas, en el Caribe y en las costas de Venezuela. Ergo vergo sea dicho que la pandemia del coronavirus, mandó a la cama al premier británico, y en estos precisos momentos de esta perorata paraulata, ahorita mismo, destroza a Norteamérica, y, a la ciudad de Manhattan del poeta Walt Whitman. Ergo vergo sea dicho que Donald Trump, tiene su vista destruccionista distraccionista sobre Venezuela. Ergo vergo sea dicho que Venezuela en furia bolivariana desparramada con sus fuerzas armadas y su comandante en jefe, plátano maduro vencedor, diciendo: "Aquí te tengo escopeta, pa’mandate pa’la poseta". Ergo vergo sea dicho que con la furia bolivariana venezolana contra el gringo go home forajido invasor de los cielos inferiores: ¡NOSOTROS LOS VENEZOLANOS VENCEREMOS! Ergo vergo sea dicho que con zapatos de cartón y urnas de topochales de los cielos superiores ¡QUE VENGAN LOS ZAPATOS DE MANACHO!


 



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Miguel Homero Balza Lima


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