Colombia y EEUU son narcoestados

Un negocio es una actividad o trabajo perpetrado para obtener un beneficio. Consiste, especialmente, en realizar operaciones comerciales comprando y vendiendo mercancías o servicios. Es decir, un negocio es una operación de cierta complejidad relacionado con procesos de producción, venta de servicios y bienes, con el objetivo de satisfacer diferentes necesidades de los compradores y beneficiando a su vez a los vendedores. De lo anterior se colige que en un negocio de producción de mercancía hay una relación recíproca entre quien vende y quien compra. Como diría mi profesor de álgebra, en un negocio hay una correspondencia biunívoca entre el que vende y el que compra, o sea, una relación simbiótica, Es sabido que el que adquiere la mercancía al mayor se convierte, a la larga, en vendedor.

Un buen negocio satisface las necesidades del consumidor y siempre valora la dimensión del mercado y la competencia. Evidentemente, los negocios se crean para producir un beneficio económico, generalmente en la realización de actividades de producción de mercancía y la comercialización se benefician las personas u otras empresas. Se sabe que existen negocios de producción y de manufactura que derivan en negocios de ventas al mayor y negocios de ventas al menor.

Para todo el mundo es harto conocido que Colombia es el país mayor productor de coca, a lo largo de la geografía de este país están sembradas más de 250.000 hectáreas. Una vez procesadas dan origen a más de 1 ton (más de mil kilogramos) de cocaína semanal, lo cual le permite aportar el 70 % de esta droga que se consume en el mundo y el 93 % de la que se esnifa en USA. Si un kg se cotiza en 30.000 dólares, según los expertos, quiere decir que estamos hablando de un negocio que genera 1.440 millones de dólares anuales a los productores y vendedores. Un buen negocio, tomando en cuenta que los habitantes de EEUU son los mayores consumidores de cocaína del mundo (casi 2 millones de consumidores).

Colombia es el principal proveedor de cocaína de EEUU, según la DEA y según fuentes confiables a este territorio entran unas 1.200 toneladas anuales. Al llegar a la costa de EEUU el o los compradores de drogas deben desembolsar la cantidad de 360 millones de dólares (360.000.000 $). Un número que no es fácil asimilar. Para esto voy ayudar al lector para que tenga idea de esta cifra. Imagine una fila de 360 personas paradas frente a usted y detrás de cada una de ellas, un millón personas con un morral repleto con un millón de dólares. Ciertamente, muy pocas personas naturales tienen esa cantidad para pagar la mercancía recién llegada de Colombia. Pero esto no es todo: 1.200 toneladas de cocaína, equivale a 1.200.000 kg de la droga. Intenta imaginar un depósito donde se almacenen 1.200.000 kg de azúcar, ciertamente, deben existir en USA diversos galpones para acopiar la mercancía proveniente por barco y por avión de la tierra neogranadina. Pero el negocio no termina aquí. Los comerciantes de EEUU, una vez recibido el material, pagado con dólares sacados de la banca, pues nadie tiene esa cantidad en su casa, como buenos tracaleros, al vender al detal transforma 1 kg de cocaína pura en 8 kg de polvo adulterado hasta con vidrio molido (según información del hijo de Pablo Escobar). Esto quiere decir que 1.200 toneladas de la droga se transforman en 9.600 toneladas de una especie de harina con trazas del estupefaciente.

Como se ve el negocio no se detiene, al convertir la cadena de distribución al detal 1200 ton en 9600 ton, es decir 9.600.000 kg, más o menos 10 ton. Si tomamos en cuenta que 1 g de cocaína en la calles de las grandes urbes de USA se cotiza en 200 $, el precio de 1 kg de cocaína adulterada será 200.000 $ y al vender las 10 ton (10.000 kg), los distribuidores recogerán dos mil millones de dólares (2.000.000.000 $) que irán a parar a las cuentas bancarias de quienes financiaron la compra de la droga. Para visualizar tal cantidad imagina una fila de dos mil personas paradas frente a ti y detrás de cada una de esta un millón de personas con un morral cargado con un millón de dólares. Un camión de billetes.

Ahora bien, dos mil millones de dólares repartidos entre un pequeño grupo de empresarios no sirven para mantenerlos depositados en un banco, porque barco parado no gana flete. Estos billetes ingresan al sistema financiero comprando apartamentos, acciones de empresa o bonos de la deuda o en algún fondo fiduciario o de inversiones, una forma de lavar dólares. De acuerdo con lo anterior, de la banca de EEUU salen 360 millones de dólares para pagar la droga y después ingresan al sistema financiero especulativo, es decir, Wall Street, unos dos mil millones de dólares anuales. No debe ser fácil a la Reserva Federal de USA pasar desapercibido el movimiento de tal cantidad de dólares.

Pero el negocio de la producción, distribución, venta y compra de cocaína intervienen otros elementos, como es la logística para realizar una operación de esta envergadura. Para esto deben existir puertos y aeropuerto con funcionarios complacientes, tanto del punto de partida (Colombia) de los buques y de los aviones cargados con la mercancía, como los puertos y aeropuertos a donde llega la droga (USA). Esto quiere decir, que tanto la Policía Nacional de Colombia (Dirección Antinarcóticos), como los agentes de USA (los de DEA), están comprometidos en el fabuloso negocio de la venta, distribución y compra de la cocaína. ¿Cómo es posible que salgan anualmente de Colombia 1200 ton de droga y esa misma cantidad ingresen a EEUU y nadie lo advierta?

La prensa internacional está en conocimiento de los diversos carteles que operan en Colombia, en México, pero en ningún periódico o telediario de EEUU se nombran los carteles que comercializan la droga en Miami, New York, California y los Ángeles. Sin embargo el gobierno de USA acusa a varios funcionarios del gobierno venezolano de narcos sin presentar una sola prueba. Así mismo, menciona un cartel de soles, un imaginario grupo de militares venezolanos que supuestamente están comprometidos en el negocio de la droga. Estamos en presencia de dos poderosos narcoestados que se benefician con el negocio de la cocaína, el país que la produce y la distribuye, Colombia y EEUU, el que la consume a través de la venta y la distribución.

Es una hipocresía del gobierno de EEUU, en momentos de la pandemia del Covid19 que asola al mundo emprender una operación antidroga en el mar caribeño, cuando la DEA, que es parte del negocio, conoce los intríngulis de las operaciones entre los productores, distribuidores y carteles de Colombia y los compradores de la cocaína en EEUU. Droga que parte de los aeropuertos y puertos del pacífico colombiano. Una acción acometida por el déspota Donald Trump, pretendiendo engañar al pueblo de USA por la ineficacia y la irresponsabilidad del tratamiento de la calamidad que asola a sus connacionales.

El tiempo del capitalismo está menguando, un microorganismo está acabando sin un disparo con el imperio más poderoso del mundo. Estamos viendo el derrumbe de un sistema político y de un gobierno que ofrece soldados, barcos y aviones de la guerra para encubrir el fracaso del sistema de salud del gobierno del energúmeno Donald Trump.

Recuerdo el discurso de Fidel Castro cuando arengó: "Nuestro país tenía 6.000 médicos de los cuales 3.000 se llevaron los imperialistas, y les abrieron de par en par las puertas que antes no les abrían, para que abandonaran el país. Ahora tenemos 40.000 médicos y no hay ningún país del Tercer Mundo ni del mundo capitalista desarrollado con más médicos per cápita que el nuestro. Cuba tiene alrededor de 300.000 profesores y maestros, siendo el índice más elevado de maestros y profesores por habitante" (Bolivia 1993). Son estos los médicos quienes viajan por el mundo en misión de paz y solidaridad para socorrer a varios países de América y Europa.

Por suerte estamos viendo y viviendo el derrumbe del capitalismo, no lo afirmo yo. Veamos un párrafo tomado del libro "La crisis estructural del capital" de István Mézáros: "…estamos al borde de una crisis económica, una crisis con consecuencia económicas y políticas que apenas comenzamos a percibir. Estamos ante la declinación continua y a raíz de ella, la decadencia social y política, y quizás hasta la lucha por la supervivencia de la democracia misma". Palabras de una figura pública inglesa y recogida en Computer Weekly en enero de 1986. Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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