Habíale acontecido ya, a una dama de familia acomodada, que se había acostumbrado a vivir rodeada de ‘hermosuras’ materiales y que, luego de que su familia cayera en desdicha por no poder seguir disfrutando más de sus burdos privilegios, tuviera que salir de su país y buscar refugio en otro, donde prolongara esa vida de lujos por alcanzar casarse -pasado un tiempo- con un hombre rico, pero que, roto el matrimonio al cabo de otro tiempo más breve, le haría por tanto desaparecer también esa buena vida estirada hasta allí, para tener luego que apelar a la estafa continuada a fin de recuperarla y para que terminara siendo, la cárcel, su destino fatal, cincuentona ya.
Parecida en algo, es hoy la situación de Estados Unidos, luego de haberse acostumbrado a vivir de manera harto confortable, para terminar siendo más bien, en los últimos años, causa de inestabilidad mundial que resolviente de sus múltiples problemas (pudiéndolo ser), aunado a una actitud ‘antiintelectual’, de la que habla Jeffrey Sachs, referida ella a la visión anticientífica, en grado de agresión, sustentada en la manifiesta subestimación de quienes defienden la ciencia y la necesidad de comprobación: Bush ha hecho lo indecible por tratar de acallar el sonoro consenso científico acerca de que somos los humanos los que estamos contribuyendo, rodilla en tierra, al cambio climático por ejemplo. No importa lo que pueda ocurrirle a este mundo; lo importante es que Estados Unidos continúe con su “buena vida”, aunque sea a costa del futuro de los demás. ¡Tremenda y peligrosa estafa esta! Pero la angustia la expresa también otro estadunidense escritor, Paul Auster, quien ha definido la “derrota” electoral de Al Gore como todo un señor golpe de estado “legal”. ¡Otra estafa! Y que piensa que, en Estados Unidos, hoy, escenifícase una guerra civil sin balas pero con ideas, y que, pudiera arribar, al límite... Que existe una fractura que logró su apogeo con Reagan, quien, no ayudando en nada al ciudadano de a pie, preocupole sólo el ejército, que fuera cuando el ala más torpe del partido Republicano, terminara apoderándose de toda la derecha del país, dividiéndolo, no sólo desde el punto de vista ideológico, sino también cultural, entronizando un “fundamentalismo cristiano” que cree con fanatismo extremo que el mundo se hizo en algo menos de una semana, y que, hace difícil, por tanto, la convivencia. ¿Cómo podría mantenerse una conversación con gente así en un Estados Unidos donde ya hay dos mundos que no se hablan? Pues sí… Pero donde hay otros además que piensan que son una mofa, una deshonra, al poner bajo fuerte angustia a cientos de millones a lo ancho y largo del planeta, sin importarle nada, sin que les valiera un “huevo” a los padres de esa gringa patria, al demorar demasiado el lanzamiento de los salvavidas al agua tomándose incluso, días festivos, de por medio. Y con dos guerras que, más que estafas, constituyen paradigmáticos genocidios, que habrán algún día de pagarse y que no ganarán: la de Afganistán, dizque para capturar a Osama bin Laden, y la de Irak, para sacar de circulación unas supuestas armas de masiva destrucción que, sólo cabían, en la grotesca premeditación de este estropicio de la peor conducta imperialista de Estados Unidos.
Al final, dizque sería la confianza la base de recuperación. Pero, ¿una confianza en qué, si son precisamente las propias instituciones financieras alcahueteadas por el poder washingtoniano las que crean la desconfianza, al discurrir maliciosa y delictivamente en el sistema, gerenciadas por gente muy “meritoria” que buscó sólo su beneficio personal? ¡La estafa, pues! ¿Y podría haber confianza en un mundo de estafadores? Pero bueno, como habrá siempre necesidad de creer, el mundo habrá de continuar hasta la próxima gran estafa.
Y no sólo el sistema financiero mundial se ha descalabrado, se ha roto la crisma, sino que, la iglesia Católica, que a juicio del Papa está siendo ‘devastada por los jabalíes del relativismo y la increencia’, ha tenido que afrontar su crisis también con un sínodo en Roma debido a la ignorancia bíblica de los devotos, y a lo poco que le paran los fieles a las predicas y directrices ‘morales’ de la jerarquía. Lo que pareciera lógico, porque, ¿para que van a leer los evangelios y encontrar allí postulados contrariados groseramente por la actitud de la jerarquía que vive en la más encarnada opulencia, cuando el mensaje de Jesús le da en el cielo verdaderos portazos a esa condición? ¿Podría sentirse libre de culpa algún creyente muy acomodado, en una iglesia cuyo objetivo central de atención son los pobres del mundo por honda convicción de su inspirador, al ver que la jerarquía representa todo lo contrario aun cuando trate de vender ese mensaje primigenio? ¿Podría alguien por siempre mantener ese nivel de hipocresía sin perturbarse? ¡Otra estafa! Y de ahí, la huída en masa de los seres de toda condición buscando otra “verdad” menos estrujante, cuando no, haciéndose una iglesia a la medida, para buscar evolucionar sin culpas, sin traumas.
Y ruego porque la Revolución -y los revolucionarios-, no vayamos a crear nuestra propia estafa en desmedro y para lamentación, sobre todo, de la humanidad de hoy.