Acepto que hacía años no me reía a mandíbula batiente y ojos llorosos, como sucedió anoche ante el programa “Aló Presidente”, presenciando la puja por la convocatoria a un debate que no se realizó. Resumo para quienes no conocieron del asunto, sobretodo mis amigos en el exterior: en presente histórico, Chávez invita a los intelectuales neo-liberales, que están en un foro organizado por CEDICE, a debatir en público y “si quieren en cadena”, con los intelectuales socialistas que asisten a otro foro, y les promete que él se quedará entre el público. Los primeros dicen que bueno, pero que el debate debe ser con el Presidente, quien es el “titiritero”, y no con sus “payasos” (insulto uno, insulto dos) Chávez dice: “bueno, entonces también intervendré yo, pues, si así lo desean; yo me voy con mi gente y ustedes con la suya” Minutos después llega nueva contraoferta: “No; el debate será sólo entre usted y Vargas Llosa, que es nuestro vocero” Allí fue cuando comencé a reírme: un político fracasado en su país –tanto que tuvo que irse a España y adoptar nacionalidad española- pidiendo debate a un presidente electo y victorioso en sopotocientas consultas electorales que ha realizado, menos una no vinculada con el ejercicio de su Presidencia, y además líder continental. “¡Que riñones!” pensé yo, “gafo el chico en su afán de rankearse”; pero por si acaso es usted consistente en su postura, señor escritor, entonces yo, César Guevara, quien también quiere rankeo, lo reto a debatir conmigo, que no tengo su talento pero usted no tiene mi moral, lo que no nos iguala pero nos compensa. Así le evito la desventaja de tener que enfrentar a Luis Britto García, quien posee ambas cualidades: brillantez y probidad. Sin embargo, aceptado como fue anoche que fuese Britto el oponente, inmediatamente terció Joselo, quien sabe desde donde, con la guinda de la proposición: “a mí que me dejen al hijo de Vargas Llosa”. Les juro que mi carcajada despertó a mi esposa, hizo ladrar a los perros, calentó a los vecinos --todos escuálidos- y me hizo a llamar a quince amigos para echarles el cuento, los que me mentaron la madre.
Bueno, pero ¿por qué el título de este escrito? Porque la derecha tarifada no se presentó al sitio al cual se le invitó a la hora propuesta, por supuesto nunca convenida porque el hispano ya había dado por “cerrado el caso” en declaración televisada. Perdieron por no concurrir al evento, pues, es decir, por forfeit, y digo que el gallo se los mató el barinés en la mano, porque con esa invitación desmontó sus denuncias de “restricciones a la libertad de expresión en Venezuela”. ¡Cónchale! ¿Restricciones y te invito a debatir en público y si quieres en cadena nacional? Ni Patricia Janiot lo comprendió en CNN, minutos después del último episodio. Todavía este Chávez, “azote de libertades y silenciador de opiniones”, tiene las santas bolas de mantener la invitación abierta: “vengan a debatir en Caracas cuando quieran y sobre lo que quieran”. Amigos lectores, debo confesarlo, dos o tres veces me desperté esta madrugada y repliqué las carcajadas de la noche anterior. Y hoy, al levantarme, recordé una frase que oí a mi padre atribuida no recuerdo a quien: “¡Que brutos son los hombres de talento!” –pero estos de derecha son los más brutos de todos-. Este domingo 30 he pasado todo el día con una sonrisa dibujada en el rostro, que no se explican quienes no presenciaron los episodios, ni que se los cuenten. Gracias Cedice, por la diversión recibida, y excusas a mis vecinos por mi insolente contento. Pero es que ¡cuaj! ¡cuaj¡ -respiro- ¡cuaj! ¡cuaj! –termino.
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