Al mejor estilo de un decadente Rocky, Nikary González, secretaria repitiente del CNP Zulia y su combo, integrado entre otros por el hermano del gobernador del Zulia, Pablo Pérez, practicaron este pasado jueves 10 de junio un peculiar enfrentamiento con su propia sombra, y celebraron por lo alto haber sido reelectos sin contrincante y con nada menos que 87 % de abstención.
Por demás está decir que los dueños de medios, metidos en la ecuación CNP-Gobierno regional, nada dijeron de las cifras que rodean el asombroso triunfo de la colega Nikary, que logró 450 votos, es decir, el 13 % del padrón electoral del CNP Zulia, unos 3.300 colegas.
Tampoco dijeron nada sobre el peculiar hecho de haberse derrotado a si misma, cuando fue reelecta con 450 votos frente a los 687 que sacó en las pasadas elecciones del 2008 (es decir, 237 personas le retiraron su apoyo), o que en dichas elecciones el total de votos por las 3 planchas en competición fue de 1182, es decir, que 732 colegas que votaron en ese momento este jueves se abstuvieron.
Si estas cifras no representan una acelerada pérdida de toda legitimidad, que no cae en el desastre total gracias a la maquinaria electoral de Un Nuevo Tiempo, no sabemos que otra cosa puede significar. Haciendo boxeo con su propia sombra en la destartalada sede (que parece un cuartel de guerra de Irak o Afganistán), Nikary se quejó amargamente por la no participación de sus contrincantes del 2008, a quienes llamó desesperadamente para que legitimaran su farsa y evitaran el derrumbe total de una gestión reelecta para seguir al frente de nada, por nadie, y salir en defensa de los dueños de medios (con quienes Nikary se retrató poco después de ser electa la primera vez) y del partido que la financia para repetir cual loro amaestrado que en el país no hay libertad de expresión.
La verdad es que la única amenaza permanente contra el gremio es quienes hoy lo dirigen, que lo llevan lentamente a su tumba como hicieron los sindicaleros con el cadáver ambulante llamado CTV, que se aferran a los cascarones vacíos de lo que una vez tuvo vida, que buscan desesperadamente votos pero se niegan a convocar una constituyente gremial verdaderamente participativa y que mantienen a la mayoría de quienes egresan de las escuelas de comunicación social fuera del gremio, que ni se asoman a inscribirse a pesar de ser requisito de ley y quedan en el limbo de la indefensión con ese otro gran porcentaje de los colegiados que no participaron en las recientes elecciones.
Sólo la Constituyente puede salvar al gremio; sus capitanes han decidido hundirse con el barco mientras, cual Titanic, una orquesta de políticos interpreta viejas tonadas con el agua al cuello. En esta pelea, el contrincante ausente noqueó a Nikary.
*Docente UBV Zulia/Periodista
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