El objetivo de la guerra psicológica es destruir la moral del enemigo y no nos engañemos ¡la oposición nos considera enemigos!
El pueblo venezolano ha sido sometido a una guerra sucia, cruenta, que no ha respetado ni la alimentación y la salud de las niñas y los niños.
La oposición dirigida por el fascismo definió a Venezuela como un campo de batalla y el pasado 12 de febrero lanzaron simultáneamente tres ofensivas de guerra psicológica: una ofensiva militar y terrorista (con asesinatos) acompañada con una ofensiva mediática nacional e internacional de desprestigio contra el presidente Nicolás Maduro y su Gobierno y una ofensiva política.
Previa a esa ofensiva, la oligarquía parasitaria (sanguijuelas del dólar) había arreciado su guerra económica: aumentó la usura en los productos de primera necesidad, desabastecimiento -inducido- a demás del sabotaje a los servicios públicos y a todas las iniciativas que el Gobierno ejecuta contra la inseguridad.
Es un ataque a los sentimientos, la emoción y el optimismo del pueblo para desmoralizarlo, instalar un clima de tristeza, pesimismo, dividir y así destruir los logros y los sueños por construir.
La Revolución debe crear y lanzar una ofensiva comunicacional, cultural, emocional -manteniendo férreamente la lucha contra la impunidad- que impulse el trabajo colectivo, cohesionado y que nutra al pueblo con el espíritu, ánimo, el arrojo y la sabiduría del 13 de abril.
Hoy tienen más vigencia las palabras de Argimiro Gabaldón: “Somos la vida y la alegría en constante lucha contra la tristeza y la muerte”.