De tanto alternar fórmulas ineficientes, discutidas con los suegros y los vecinos recalcitrantes, ya están como cansados. Se han ido cansando de mezclar militares con plazas, judíos con devociones de pueblo adentro, mujeres de camisa blanca con negras sudorosas, maracuchos de calle con operaciones estéticas,… Vieron la luz, o creyeron verla cuando nuestro querido Comandante se nos apartó un momento de nuestras vistas, y entonces los laboratorios de supermercado del este creyeron que sería exitoso combinar dolor con imágenes rediseñadas de tipos raros medio metidos en closet, y después guarimbas del cafetal con vías de alta circulación.
Últimamente andaban con la mezcla de políticos de rancia estirpe con callejeros mediáticos. Tampoco la fórmula ha sido la correcta, aunque le han metido altísimas dosis de violencia al mensaje dirigido a destacar la imagen de indignidad del chavista. No extraña por eso que la constante sea, desde hace meses, que los chavistas somos culpables de que los especuladores surjan o se exacerben, haciendo ver que la vagabundería y la delincuencia de abasteros, bachaqueros y raspacupos, sea producto de la insistencia “en un socialismo trasnochado”, mientras “el país se cae a pedazos”. La verdad es que llevan quince años buscando en qué palo ahorcarse; así de amargados estaban mientras viajaban como nunca lo hicieron y se creyeron ricos, pero unos ricos asediados por las “hordas chavistas violentas”. Últimamente se valen de la insistencia internacional en hacernos un cerco, y están de lo más contentos, pues por fin saldrán de “esta plaga chavista que está destruyendo al país”.
El laboratorio encontró una nueva veta de explotación: mientras nos asedian mediáticamente desde el exterior, las ovejitas internas tratan a toda costa de disminuir la imagen del presidente Maduro. Así, llama la atención cómo un comercial, cuya intención es disminuir la violencia de género, hace de los hombres seres ridículos, acompañando el mensaje con una lamentosa canción que recuerdan personas de varias generaciones. Se presenta con directa referencia a la imagen tradicional de la virilidad, haciendo del bigote sobre padre e hijo-bebé, una imagen chistosa y tonta. Yo no creo en casualidades de imagen televisiva, y menos en momentos de guerra mediática; ni tampoco en sentimientos de persecución o problemas psiquiátricos al momento de analizar imágenes. El laboratorio actualmente combina la agresión sobre la dignidad del chavista, agregando una fuerte pero sutil dosis de ridiculez sobre el líder (disminuyendo su agresividad discursiva), junto con la idea de democracia electoral de la MUD –que no ofrece contundentemente soltar los demonios de López o Ledezma.
Cuando vean la cuña del hombre bigotudo que llora mientras la melcochosa canción lo acompaña en sus sentimientos, piensen un poco en el Laboratorio de pacotilla que pretende quebrar las filas cerradas del chavismo.
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