¿Por qué agredir a Chávez es, en el lenguaje de los medios, un derecho ciudadano, y protestar enérgicamente contra Rosales es una emboscada? ¿Por qué quieren hacer parecer como cosa natural el que un ex actor venezolano, radicado en Miami, rejodido por las drogas y por la frustración de no haberse quedado en el escritorio de Lucas Rincón el 11 de abril, les gire instrucciones a una parranda de enfermos como él para que asesinen al Presidente? ¿Por qué ni siquiera uno mismo, que anda echándoselas de comunicador pulcro, incurre fácil y con enorme descaro en esa perversión del discurso consistente en llamar “agresión” lo que se escupe contra Chávez y “protestar enérgicamente” a lo que se perpetra contra Rosales? ¿No será porque uno nunca se ha vendido como pulcro comunicador sino más bien como ciudadano tirapiedras metido hasta las cejas en la dinámica vital de este país, de la cual nadie puede salir ileso ni siquiera manteniéndose al margen? ¿Será que a uno en el fondo le encanta la guerra sucia como forma de hacer justicia fuera de unos tribunales podridos que siguen privilegiando a los ricos y poderosos? ¿Será porque “el discurso presidencial incita al odio” o porque los medios en poder de la clase (vaya descubrimiento: los medios de la clase) media han descendido a niveles tan mefíticamente oprobiosos que a uno no le queda más remedio que vomitar sobre ellos sus rabias y sus resentimientos? ¿O será más bien porque si del lado de allá nos acojonan con esos recursos asquerosos, embarrándonos de mierda cada vez que pueden, uno no tiene por qué andar de bolsa metiéndose en la pelea con guantes de seda?
Una periodista de RCTV, allá en la ONU, le zampó a Chávez la clásica pregunta tendenciosa: “¿Por qué usted anda regalando el petróleo y haciendo petrodiplomacia”? Chávez: “El canal en que trabaja esta periodista participó en el golpe de Estado en mi contra”. La periodista: “¿Usted tiene pruebas?”. Hasta ese momento admiré su coraje; nadie está en la obligación de hacerle preguntas complacientes a Chávez ni a nadie. El problema fue la manera en que trató de darle continuidad al vacilón: ¿quién duda o ignora que Marcel Granier y sus gerentes-basura participaron activamente en el golpe de Estado de abril 2002? Y lo mejor: allá en los estudios presentaron el episodio con una leyenda al pie de la pantalla que decía: “Chávez arremete contra periodista”. Es decir, llamar golpistas a unos hijos de la gran puta que participaron en un golpe de Estado es “arremeter contra una periodista”. Y el colofón: uno de los reporteros, un pendejo ahí con cara de chino, antichavista de corazón pero jalabolas con el pueblo bolivariano cada vez que le toca cubrir una marcha de las nuestras, no se sabe si de motu proprio o leyendo algo que le ordenaron leer, remató el reporte con tremendo análisis: “No es la primera vez que Chávez arremete contra mujeres periodistas. Antes atacó también a Ibéyise, a Poleo, a Colomina etc. etc.”. Mensaje al fondo: a Chávez le gusta joder a las mujeres. ¿Ustedes querían saber qué es guerra sucia? ¿Ustedes querían saber cómo se fabrica una emboscada? ¿Necesitan un ejemplo más claro?
¿Por qué será que hay compas que reaccionan con indignación cuando los llaman resentidos, siendo que el resentimiento es el motor fundamental de la historia? ¿O fue que la historia nuestra no se quebró para siempre, rumbo a la democracia plena, el día en que el resentimento desbordó nuestra condición de seres civilizados (domesticados) y salimos a llenar estas calles de una rabia limpia y liberadora? ¿Y por qué si uno anda otorgándole a la rabia de los pobres categoría de gasolina social y motor de la historia observa con tanto desprecio la rabia de los ricos y de las clases medias o de los pobres desclasados (esos bufones que se creen ricos sólo porque lograron mudarse del barrio)? ¿No será porque la rabia de estos coñastres no es tan aparatosa pero de todos modos es rabia destructiva y resentida? ¿O es que uno debe aplaudir como una gracia el que un grupo de zorras de Alto Prado, que ni para putas servirán, se pegaron a llamarnos malandros, sucios y marginales, aprovechando que había allí una cámara de Venezolana de Televisión para enviarnos su lindo mensaje de clase media emputecida?
¿Por qué uno tiene que avergonzarse de las mentadas de madre que Chávez le encasqueta a Bush cada vez que tiene ocasión, siendo que ese mismo tratamiento, pero multiplicado por mil, fue el que recibió la señora esposa de Jesús Romero Anselmo en su propia cara cuando la sacaban de su casa devastada por un cáncer terminal? ¿Quién de ustedes, sifrinos de mierda (al parecer son más escuálidos que bolivarianos los que leen este espacio) va a convencerme a mí o a nadie de que Chávez fue el que les enfermó el cerebro de esa manera? ¿Cómo harán para demostrar que esas expresiones no tienen siglos macerándose en su fuero interno de “clase pensante” que se cree llamada a gobernar, pero cuando les tocó hacerlo lo que hicieron fue echar a la basura las instituciones y el tejido social de este país?
¿Por qué los seguidores de Rosales le han comprado con tanto entusiasmo la vieja y manida táctica de responsabilizar al Gobierno de todo lo que pueda ocurrirle? ¿No será que lo están cocinando para matarlo y así poder sacarle dividendos políticos, no como candidato que para eso no sirve, sino como mártir de una gesta imposible de sifrinos redentores? ¿No era eso lo que buscaba el pedazo de güevón del abogado de Ortega el día de su fuga, cuando le anunció al país que Ortega no se había fugado sino que el Gobierno lo había desaparecido?
Vuelta al principio.
¿Por qué caerle a tomatazos a Rosales es una “emboscada” y lo que perpetraron los guardaespaldas de Leopoldo López contra dos ciudadanos de San Agustín, padre e hijo, no califica sino como “acción del cuerpo de seguridad personal del alcalde”? ¿Quién le explica al menor de edad Johán Jiménez, coñaceado y enviado al hospital por un matón al servicio de Leopoldo López llamado Alberto Sojo Rengifo, que éste no es un tipo malo sino que estaba cumpliendo con su trabajo? ¿Cómo explicarle que eso no fue una emboscada porque el diccionario lo explica claramente, y que para variar no existe un verbo que defina al acto de reventarle el hígado a un muchacho frente a su casa, sin que la policía ni el Gobierno y ni siquiera el propio barrio le hayan sobrado la afrenta al Sojo del coño y mucho menos al López? ¿Qué clase de turba criminal es ésta que permite que a uno de los suyos, menor de edad, le den una rumba de palo en su propia parroquia? ¿Cómo es eso de que los chavistas somos una banda de criminales a sueldo pero cada día estamos pelando más bolas y todavía los matones a sueldo de los ricos nos coñacean y nos revuelcan? ¿Cuándo se producirá una emboscada de verdad contra estos coñoemadres para que los medios hablen y nos llamen asesinos con gusto?
Y ¿esto no es guerra sucia? ¿Esto no es incitación al odio? ¿No será más bien clamor de justicia popular contra quienes vienen a buscar pleito con su carita de niños de la sociedad civil y al final resultan ser más sucios que nosotros mesmos?
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